Jesús Núñez fue militar. Ahora, este economista, experto en temas de seguridad y prevención de conflictos (especialmente del área árabe-musulmana), es codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH). Acaba de publicar un manual, muy documentado, donde hace una breve introducción al fenómeno del terrorismo yihadista: Dáesh. El porvenir de la amenaza yihadista (Los Libros de la Catarata). Núñez se muestra disconforme con muchos de los discursos dominantes sobre este grupo armado y así lo explica en una entrevista a El Nacional.

jesus nuñez

Confundir islamismo, islamismo político y terrorismo yihadista supone prepararse mal para superar la amenaza del terrorismo

No le gusta la información que los medios ofrecen sobre el Daesh. Considera que acaban favoreciéndole. ¿Qué estamos haciendo mal los periodistas?

Creo que hay un discurso que a veces viene del desconocimiento del caso y en otros de una intención determinada, creada por gobiernos y algunos medios, en que se acaba metiendo en el mismo saco a islamismo, islamismo político y terrorismo yihadista. Se mezclan las tres cosas, como si fuera un único elemento, y se identifica al Islam con el nuevo enemigo a abatir. Esto ya apareció en los años 1990 con el pensamiento de Samuel P. Huntington sobre el choque de civilizaciones. No sólo es que esta sea una idea errónea, sino que, además, asumir esta idea supone prepararse mal para superar la amenaza del terrorismo e implica dar respuestas inadecuadas a este.

En su libro Dáesh afirma que la historia de Al Qaeda es la historia de un fracaso. ¿Por qué?

Basta con recordar que en el mundo arabo-musulmán, en los últimos años, se ha producido la caída de cuatro dictadores a causa de protestas ciudadanas, y sin embargo Al Qaeda, que lleva más de dos décadas intentando provocar la caída de estos gobernantes, no lo ha conseguido en ningún país. No ha logrado arrastrar a la población, que ha preferido optar por otros caminos. La estrategia violenta de Al Qaeda está condenada al fracaso.

El Daesh piensa que puede tener éxitos donde Al Qaeda ha obtenido fracasos

¿Cuál es la diferencia básica entre el Daesh y Al Qaeda?

En realidad, las diferencias son sólo de matiz. El Daesh es una criatura, rebelde si se quiere, de Al Qaeda. Antes era la franquicia de Al Qaeda en Irak. En su esencia, ambos buscan a través de la acción violenta, especialmente, la proclamación de un califato que abarque el mundo musulmán y, en su ensoñación delirante, el mundo entero. Al Qaeda central ha aprendido de su propia experiencia en Afganistán y otros lugares que no hay posibilidad de consolidar este califato por vía violenta ante coaliciones internacionales mucho más poderosas, que acaban por desmantelar las entidades que él crea. Por ello ha optado por una estrategia de largo plazo que busca prioritariamente captar mentes y corazones de las poblaciones arabo-musulmanes y concentrar su esfuerzo contra el llamado enemigo lejano, Occidente y especialmente Estados Unidos. En cambio, el Daesh piensa que puede tener éxitos donde Al Qaeda ha obtenido fracasos. Por eso ha intentado implantar el pseudocalifato en Siria e Irak, aprovechando el descontrol y vacío de poder de estos países. El Daesh no se concentra tanto en el enemigo lejano, sino en derribar regímenes políticos en países que ya están estructuralmente debilitados.

Afirma que el Daesh no es un monstruo irracional, y que sus dirigentes y militantes no están locos…

Me parece claro, aunque muchas veces se cae en el error de tacharlos de dementes. El terrorismo es una estrategia violenta que grupos de tipo muy diferente pueden usar para obtener sus objetivos. Pero esto responde a una clara racionalidad, aunque nosotros no estemos de acuerdo con sus razones. Quienes tienen esta ensoñación violenta realizan actos violentos, incluso excesivos, porque buscan, por una parte, aterrorizar a la población que quieren dominar, pero también atraer a simpatizantes que se han radicalizado hasta el punto de pensar que esta acción violenta es la única forma de cambiar su situación y la situación del mundo. Las acciones violentas espectaculares también están destinadas a buscar a nuevos financiadores que si bien antes financiaban Al Qaeda, ahora podrían preferir colaborar con el Daesh, la marca que mejor vende en el mercado global yihadista.

Algunos líderes occidentales afirman que el objetivo del Daesh es acabar con nuestros valores y nuestra forma de vida. ¿Es esto cierto?

Yo creo que no. Lo fundamental es que quieren establecer la ley islámica como regla omnipresente en todos los órdenes, dentro de los territorios que pretenden controlar. Fundamentalmente, en este momento, sus ataques en los países occidentales responden al intento de sacarse de encima a un Occidente que no sólo es corresponsable de las deficiencias y carencias que sufre la población del mundo arabo-islámico, sino que también es el principal apoyo y sostén de los regímenes políticos que el Daesh quiere derribar (y que son corruptos, ineficientes, autoritarios...). El Daesh trata de romper el vínculo entre estos regímenes y Occidente. Golpean en Occidente buscando activar la presión de la opinión publica sobre sus gobernantes para que estos dejen de implicarse en estos escenarios.

En su libro relativiza mucho la relación del núcleo duro del Daesh con sus franquicias en África Negra, Filipinas, India…

Creo que Daesh es hoy un movimiento global yihadista. No sólo tiene, o tenía, el pseudocalifato en parte de Siria e Irak, sino que al convertirse en la marca yihadista que mejor vende, el Daesh ha conseguido captar a grupos yihadistas que antes estaban alineados con Al Qaeda. Unos directamente han pasado a rendir obediencia al Daesh y otros han sufrido escisiones. Ha habido una fragmentación del campo yihadista, en el que hay una fuerte competencia entre el Daesh y Al Qaeda. Y, aparte, hay los denominados lobos solitarios, individuos o grupúsculos que se radicalizan por las redes sociales y que se sienten especialmente atraídos por el Daesh. Esto multiplica la capacidad del Daesh de actuar de forma violenta. Se da la paradoja que al mismo tiempo que se desmantela el pseudocalifato del Daesh, este ha ido ampliando su radio de acción, hasta golpear en 25 países en 2017.

El Daesh no es una amenaza existencial para ninguno de nuestros países

Acusa a los Estados occidentales de reforzar su autoritarismo aprovechando la excusa de la amenaza del terrorismo yihadista.

Hay un sobredimensionamiento de la amenaza yihadista en buena parte de los países occidentales. Hay una amenaza real, sí; pero no es una amenaza existencial para ninguno de nuestros países, aunque se trata así. Y esto da una sensación de terror en el conjunto de nuestras sociedades. Lo único que puede explicar este fenómeno es el intento de recortar derechos y libertades en las sociedades occidentales, bajo el pretexto de eliminar la amenaza terrorista. Esto ya lo hemos vivido con la Ley Mordaza, en España, y con otras leyes en países vecinos. La amenaza es bien real: hay grupos con voluntad y capacidad para matar. Pero sobredimensionar la amenaza y responder sólo con medidas securitarias y militares no ayuda a terminar con ella.

Con frecuencia tenemos la idea de que los grupos terroristas yihadistas actúan básicamente en Occidente. Usted lo desmiente en su libro.

Sí, esta idea forma parte del sobredimensionamiento de que hablaba, que lleva a la falsa idea de que los occidentales somos las víctimas prioritarias del terrorismo yihadista. Pero vale la pena mirar las cifras. Alrededor del 80% de los muertos por este terrorismo son ciudadanos de religión musulmana y los principales escenarios de sus atentados son Pakistán, Afganistán, Siria, Iraq, Somalia y Nigeria. Esto debería ya ayudar a ponderar adecuadamente cual es el nivel de la amenaza y entender que es una amenaza que nos afecta a todos. Debería preocuparnos no sólo lo que pasa en París o en Washington, sino también lo que pasa en los otros países que sufren esta amenaza.

Las operaciones militares tienen que formar parte de la respuesta, pero no tienen que ser la respuesta

En Dáesh. El porvenir de la amenaza yihadista argumenta que la lucha contra el Daesh está mal enfocada, ¿por qué?

Porque si algo podemos tener claro de la evolución de Al Qaeda es que no hay solución militar para anular la amenaza del terrorismo yihadista. Los casos de Afganistán y Siria nos lo muestran. Las respuestas, en estos países, han sido casi exclusivamente militares. Evidentemente, estas operaciones militares tienen que formar parte de la respuesta, pero no tienen que ser la respuesta. Si no atendemos a las causas que hacen que una persona se radicalice, aquí y allí, de poco sirve aumentar los despliegues militares. Hace falta una estrategia de largo plazo, multilateral (porque el problema nos afecta a todos) y multidimensional (con un componente social, político y económico) más allá de lo estrictamente militar. Y hasta ahora, esta visión más amplia brilla por su ausencia.

Propone conversaciones con los grupos islamistas para frenar al terrorismo yihadista… ¿Cree que es posible?

Tiene que serlo. Claramente necesitamos voces islamistas. El islamismo político está aquí para quedarse. Cuando la población de los países musulmanes ha podido decidir libremente (como en Turquía, o en Túnez) las opciones del islamismo político han sido las preferidas. Habrán de establecerse canales para entrar en contacto con este movimiento. Por otra parte, cualquier crítica que se haga a la violencia yihadista como algo contrario al Islam, por parte de voces occidentales, no va a ser escuchada por las poblaciones susceptibles de radicalizarse, sino que va a ser recibida como un discurso neocolonialista o paternalista. Necesitamos voces de autoridades islámicas reconocidas que condenen la violencia terrorista y ayuden a encontrar esta necesaria convivencia.

Si no hay un cambio de respuesta a la amenaza yihadista estaremos condenados a volver a vivir atentados

¿El Daesh está acabado?

Se equivoca quien piense que el desmantelamiento del pseudocalifato será el fin de la amenaza. El Daesh sigue estando ahí. Al Qaeda sigue estando ahí. Si no hay un cambio de respuesta a la amenaza yihadista estaremos condenados a volver a vivir situaciones parecidas a la de estos años pasados.