Pocas series en emisión resultan tan desconcertantes como Jack Ryan, sobre todo porque es capaz de lo mejor y lo peor en una sola temporada. Entre sus virtudes, la dialéctica muy Homeland con la realidad geopolítica actual, la clara (y siempre loable) voluntad de entretener y la recuperación de un estilo de thriller clásico que a menudo queda enterrado por los delirios de la era digital. Entre los defectos, la dispersión narrativa (esta manía de complicar tramas para llegar a un número determinado de episodios), la ausencia de profundidad dramática de algunos personajes y la sensación constante que nunca llega a la suela del zapato a sus referentes.

Una serie de viceoclub

La tercera temporada, estrenada hace unas semanas en Amazon, destaca y también pincha por las mismas cosas, aunque para ser justos es notablemente mejor que la segunda. Saca mucho más provecho del legado literario de Tom Clancy y, por más que insista en alargar una trama que se podría haber explicado con la mitad de tiempo y de personajes, resulta lo bastante adictiva y entretenida como para que merezca una oportunidad. De hecho, lo mejor que tiene es que mientras la miras te sientes como cuando descubrías en el videoclub thrillers, ahora tristemente olvidados, como El pacto de Berlín o Espías sin fronteras, un cine tan pequeño como efectivo que te hacía consciente de las conspiraciones que mueven el mundo.

Foto Jack Ryan 3
Ya tenéis disponible en Prime Video la tercera temporada de Jack Ryan

Una conspiración (más)

La tercera temporada de Jack Ryan bebe de unas cuantas fuentes de Clancy, con Pánico nuclear al frente, pero también de la saga Bourne e incluso de la versión cinematográfica de El fugitivo. Su protagonista dirige una operación en alta mar que tiene que permitir localizar una peligrosa arma relacionada con un viejo programa soviético. Pero la cosa sale mal y Ryan tiene que investigar los hechos sin poder confiar en nadie, ni siquiera en sus propios superiores. Corriendo por media Europa, en el punto de mira de la CIA y solo con la ayuda de los viejos aliados, el analista se encuentra en medio de una conspiración que puede cambiar el mundo para siempre.

Jack Ryan

Un relato de espías de toda la vida

Como se puede ver por el argumento, la serie no vende muchas motos: es un relato de espías de los de toda la vida en que las apariencias engañan y cualquier situación es susceptible de acabar con una persecución o un giro imprevisto. Sus responsables dosifican bien las sorpresas (aunque algunas son francamente previsibles), pero cometen algunos errores de cajón como dilatar innecesariamente algunas tramas, forzar la credibilidad de la historia cuando menos lo necesita o presentar personajes que despistan más que aportan. Lo que lo acaba redimiendo son sus escenas de acción, las mejor rodadas de toda la serie; el carisma de John Krasinski (que si funciona tan bien es justamente porque no es el actor más esperable para hacer de Ryan) y sus apuntes geopolíticos, que cuadran perfectamente con la realidad actual y juegan hábilmente con sus elementos más inquietantes. Jack Ryan no genera debates en Twitter ni rompe el molde de su género, pero se le tiene que reconocer cierta tenacidad a la hora de apostar por un tipo de relato que, por irregular que sea, siempre te resuelve una mala tarde.