Mi padre no soportaba el sonido de los aviones en vuelo bajo. Era un niño durante la guerra y quedó marcado por los bombardeos de la ciudad de Barcelona. En marzo de 1938, cuando los italianos plancharon la ciudad en un bombardeo sistemático, destinado a desmoralizar a la población civil, vio escenas dantescas que nunca olvidaría. Ahora, una exposición en el Born CCM, Una infancia bajo las bombas recuerda aquellos bombardeos criminales del 16, 17 y 18 de marzo, a cargo de la Aviación Legionaria Italiana. 80 años después, Barcelona quiere recordar a las víctimas y mostrar su repulsa contundente a estos hechos, pero también a otros similares. La exposición, comisariada por Jordi Guixé, se ha presentado este miércoles a la prensa y se podrá ver desde el jueves 27 de septiembre hasta el 31 de marzo de 2019.

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Refugiados. Foto: Pérez de Rozas. AFB.

Pisarello: El olvido era una pieza esencial para la impunidad

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Col·lecció Soley.

Vivir los bombardeos como niño

La exposición se estructura en tres partes. La primera, documenta los bombardeos y sus efectos sobre la población de la ciudad. Se trata de un espacio concebido como un gran rompecabezas en que el visitante queda inmerso dentro de la ciudad bombardeada, y donde se lo documenta sobre el "martilleo diluido en el tiempo" de la ciudad de Barcelona, del que habló Mussolini. Impresiona especialmente una cita solitaria de Estanislau Torres, en la que recuerda, de los bombardeos, más que las sirenas o las explosiones, "los ladridos desesperados de los perros". Hay un apartado reservado a los bombardeos de Sant Felip Neri del 30 de enero de 1938, en los que murieron 42 civiles, en su mayoría niños refugiados procedentes de Alcalá de Henares.

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Col·lecció Soley.

Pintar la guerra

La segunda parte, "Dibujar la guerra" es, sin duda, el eje central de la exposición, la más original. Recopila, en un montaje sobrio que resalta cada uno de ellos, dibujos de temática bélica de niños que vivieron el terror que venía del cielo. Muchos giran en torno a los bombardeos, pero también hay sobre combates, sobre la presencia de refugiados en la ciudad y, sobre todo, de colas... "Cada dibujo expresa una vivencia individual de un niño, pero también una experiencia colectiva", explica el comisario de la exposición. Pero también reflejan las ilusiones de los niños: muchos dibujos muestran cómo la aviación o las defensas antiáreas republicanas hacen caer aviones rebeldes; eso en realidad sucedió muy pocas veces. Algunas de estas obras proceden del Instituto Lluís Vives de Sants; otros fueron usados por la República como herramienta de propaganda. Dibujos de este tipo fueron expuestos en la URSS, Estados Unidos y Gran Bretaña, y con algunos se hizo un libro. Quizás gracias a que se preservaron en el exterior, estos dibujos se salvaron, ya que muchos de los que había en el interior del país se destruyeron. Parte del fondo expuesto procede de un coleccionista particular.

Nuestra guerra y las otras

El último apartado de la exposición vincula el sufrimiento de los niños durante la guerra civil con lo que suponen hoy las guerras para los niños actuales. Preside este apartado el cuadro Des del Guernica (1991) de Josep Guinovart, un artista muy marcado por los bombardeos franquistas sobre Agramunt, que revivió a través de sus obras. Se trata de un cuadro de dimensiones monumentales, procedente del MNAC, con el que Guinovart recrea el cuadro de Picasso, con elementos del poema 'España, aparta de mí este cáliz' de César Vallejo, y plasma su propia experiencia de los bombardeos. En la parte posterior del Des del Guernica, que gracias a este montaje podemos contemplar, Guinovart plasma una especie de historia bélica del siglo XX. El apartado reservado a Guinovart se completa con tres cuadros de la serie No borréis la memoria. La muestra se cierra con media docena de retratos de niños refugiados de conflictos actuales. Guixé ha destacado que este apartado era imprescindible, porque hay que aprender la lección de la historia, y que esta exposición quiere servir para sensibilizar sobre la desgracia de la gente que sufre procesos parecidos al que sufrió Barcelona aquel marzo de 1938.

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Refugiados. Foto: Pérez de Rozas / AFB.

El dolor de la ciudad

Gerardo Pisarello, primer teniente de alcalde del Ayuntamiento ha recordado que Barcelona ha sido una ciudad muy bombardeada, y que eso se puede ver en los mismos escombros del Born, justo al lado de donde se muestra la exposición. Pisarello ha mencionado a los 875 civiles muertos en los bombardeos de marzo de 1938 (de las cuales 118 niños) y ha afirmado que aquello fue un fenómeno nuevo, a nivel bélico, con un objetivo concreto: la población civil. Pisarello ha querido dejar claro que los niños que sobrevivieron a estos bombardeos al acabar la guerra tampoco tuvieron paz, sino la imposición de la victoria, y vieron su memoria silenciada durante 40 años. "El olvido era una pieza esencial para la impunidad", ha apuntado Pisarello, que ha lamentado las declaraciones de Pedro Sánchez sobre la existencia de dos bandos simétricos durante la guerra; "eso da alas a los que se niegan a la exhumación de los restos de Franco", ha comentado. Pisarello ha prometido que desde el Ayuntamiento se luchará contra la impunidad del franquismo y que seguirá reivindicando la investigación de los bombardeos sobre la ciudad, incluso exigiendo la responsabilidad civil consecuente del Estado italiano. Ricard Vinyes, Comisionado de Programas de Memoria del Ayuntamiento de Barcelona, ha afirmado que esta exposición puede servir para la reflexión sobre los conflictos de hoy y su impacto sobre los niños. Vinyes ha anunciado la publicación, en breve, de un estudio sobre los bombardeos de la ciudad, en el que se mostrará en detalle qué destruyó las bombas. Pero Vinyes ha destacado que los bombardeos no se limitaban a los edificios, sinó que iban asociados a una voluntad de destrucción de "toda una forma de vida y de pensar". Y ha puesto como muestra de ello la destrucción de la Escuela del Mar, que identifica la voluntad de acabar con un modelo educativo centrado en el uso del catalán, en la laicidad y en la coeducació. "Barcelona tenía que ser destruida por todo aquello que significaba", ha explicado Vinyes. Montserrat Iniesta, directora del Born CCM, ha añadido que esta exposición era especialmente necesaria, porque estos "son nuestros bombardeos, los que nos han llegado por otra vía: por historias familiares, por los paisajes urbanos..." y ha añadido que son estos bombardeos los que nos pueden ayudar a entender la experiencia de las guerras actuales.

Ver la guerra desde las víctimas

La exposición contará con un amplio programa de actividades complementarias: un ciclo de cine sobre las vivencias de los niños en la guerra, una programación de teatro familiar sobre el tema y un conjunto de charlas. Entre las películas proyectadas se incluyen películas ya clásicas como La delgada Angélica de Carlos Saura (1974) o La tumba de las luciérnagas de Isao Takahata (1988), pero también películas recientes como Nacido en Gaza de Hernán Zin (2014) u Of Fathers and Sons, de Talal Derki (2017). Entre las obras de teatro se representarán tres pensadas para un público infantil, y una cuarta para adultos (36+1, de Ricard Creus, con dirección e interpretación de Maria Pla). El ciclo de diálogos incluye seis sesiones y contará con la participación de numerosos expertos académicos, pero también de activistas, como los miembros de Iridia o del Instituto Catalán por los Derechos Humanos. La exposición irá acompañada de varias actividades educativas y por visitas comentadas para adultos.

Dignificar el recuerdo familiar

Una infancia bajo las bombas es una exposición que rescata el recuerdo de aquellas personas que vivieron los bombardeos y que vieron como durante décadas se silenciaba su experiencia. Pero, además, lo hace con gran dominio del medio... La elección de un material tan espectacular como los dibujos infantiles ayuda a revisitar aquella Barcelona de 1938 y a recrear el padecimiento de una ciudad asediada por el aire. Los de 1938 son, efectivamente, nuestros bombardeos. Y había que recordarlos.

 

Foto de portada: Colección Soley.