El alzhéimer de un familiar es algo difícil de explicar. Sin embargo, si además se le tiene que añadir la variante de explicarle a un niño o una niña que su abuelo o abuela tienen esta enfermedad, la cosa todavía se vuelve más compleja. Las mil preguntas de los más pequeños pueden costar de responder, pero pueden sentirse acompañadas con el libro Hilos de Colores, de Elena Ferrándiz.

Una niña recibe un regalo especial de su abuela, un libro encuadernado de manera manual donde se puede leer con letras tejidas Hilos de colores, memorias para mi nieta. En este libro, la abuela explica la historia de su vida, tejida con una mezcla de hilos de colores que van cambiando en función de las etapas vitales que vive.

Hilos de colores (y emociones)

El carmín, para referirse a la sonrisa de su madre o el naranja para las pecas de su mejor amiga. La niña también observa atentamente cómo su abuela conoció el amor de su vida, "un jardinero que creó para ella un jardín con un precioso rosal". Esta etapa está protagonizada por hilos de color verde luminoso y rojo encendido. Posteriormente, es el turno de los hilos blancos, pero de un blanco altamente intenso y limpio de la ropa de cama de recién nacido, el amarillo chillón de los llantos del primer día de escuela e incluso el rosa claro, el color de los besitos de mariposa.

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Ilustración de Hilos de Colores / Cedida Nórdica Libros

Poco a poco, el color que saca la cabeza es el gris, que teñía poco a poco su pelo. También los hilos de despido. El violeta cuando se marchan los niños ya mayores o el negro, cuándo perdió a su marido.

A pesar de la intensidad de los colores y las emociones que llenan las páginas de este libro no es una historia triste, sino conmovedora y emotiva para adentrarse a las profundidades de un vestido tejido que, poco a poco, va teniendo cada vez más agujeros y más huecos.

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Ilustración d'Hilos de Colores / Cedida Nórdica Libros

El primer agujero de este vestido fue cosido con mucho cuidado y afecto. Sin embargo, pronto apareció uno nuevo. Cada vez, los esfuerzos por intentar esconder estos agujeros eran más importantes y más laboriosos. Y enseguida reaparecían más. El hijo le cosía por las noches el vestido para intentar tapar los agujeros, abandonando completamente el jardín, para dedicarse exclusivamente en el vestido. Solo no podía, era demasiado trabajo.

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Ilustración d'Hilos de Colores / Cedida Nórdica Libros

Un día, sin embargo, la abuela volvió a preguntar de nuevo por su jardín. Un pequeño paréntesi ante tanto gris. Un hecho que hizo feliz a su hijo que pensó que todavía guardaba recuerdos. Así que decidió poner color, limpiarlo y poner flores. Que pudiera contemplarlo en su butaca, al lado de su nieta, a la vez que mostraba también sus hilos de colores, caídos del vestido, pero que todavía conservaba en su cajita de los recuerdos.

Una historia sensible, llena de emoción y sentimientos que transporta a los niños al mundo de una enfermedad que, a veces, hace que no sepan quién eres, pero alguien conocido, pero no me hagas decir quién, ni de qué nos conocemos porque no lo sé.

 

 

Imagen principal: cubierta de Hilos de colores / Cedida Nórdica Libros