Helena Guilera (Barcelona, 1993) ha sido una de las debutantes de la reanudación literaria de este otoño. Editora, exagente literaria y con formación musical en el Liceu, ha escrito L'escuma (Periscopi), una novela emotiva que pivota sobre dos enfermedades: el Alzhéimer de Juli, y la bipolaridad de Sergi. A través de recurrentes monólogos interiores – cita a Virginia Woolf y James Joyce entre sus autores preferidos– Guilera teje una red de personajes y situaciones que nos acercan a los terremotos de los que las sufren, pero también a los de las personas que los rodean. Y lo hace con el hilo de la física y de la música, convirtiéndolos en una manera alternativa de entender y explicar la realidad.

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L'escuma está llena de física y de teoría de los agujeros negros. ¿De dónde sale esta fascinación?
Realmente es un interés que me sorprendió tener a mí misma. No tengo formación en este campo e incluso en la escuela me gustaban mucho más las humanidades que las matemáticas. Sin embargo, vino de una idea muy concreta que es la del agujero negro. De una manera bastante espontánea, se me ocurrió que un agujero negro podía ser una experiencia muy parecida a una depresión y a partir de aquí me puse a leer sobre el tema.

¿El libro ha exigido un proceso de documentación intenso?
Mucho. Cuando me puse a escribir este libro, la mitad de las cosas que salen no las conocía ni remotamente. Le dan mucho sentido a la novela porque me interesaba mucho ver la realidad a través de la lente de la física.

Quieres decir que los conceptos de la física pueden servir para explicar las leyes humanas.
Totalmente. Tanto la física como la música tienen el mismo papel en la novela: son maneras alternativas al lenguaje hablado de explicar la realidad. Y esta realidad pueden ser las emociones o las relaciones humanas o una realidad más filosófica.

Tanto la física como a la música tienen el mismo papel en la novela: son maneras alternativas al lenguaje hablado de explicar la realidad

¿La intención de utilizarlas así ya la tenías clara antes de ponerte a escribir?
Sí, para mí la idea del agujero negro fue espontánea. Pero cuando empecé a construir un poco la historia pensé en qué más podía encontrar. Y cuando hacía las lecturas de física en el proceso de documentación siempre lo tenía en la cabeza pensando alegóricamente: "¿esto a qué personaje le puede encajar"?. Ya pensaba cómo podía darle un segundo significado. A veces está la concepción de que la mente física o matemática es muy cuadrada, pero lo que descubrí haciendo la investigación es que es lo contrario: es una mente muy abierta e imaginativa. La mayoría de teorías encajan muy bien con la realidad, pero son inventadas, se tienen que imaginar.

¿Esta necesidad de ser imaginativo se aplica también al personaje que es física en la novela, Lucía?
Lo que me fascinó de este mundo era la creatividad de la gente. Algunos de los científicos que salen citados son personas con una mente muy imaginativa: Einstein, Heisenberg, etc. Y para mí el personaje de Lucía es precisamente eso: una persona que tiene un marco mental muy particular y que en un momento traumático es capaz de interpretar la realidad de manera muy rica. La física le da un lugar donde cogerse. Quizás es este prototipo de científico más tirando al caos y a tener ideas extrañas, que no al de hacer números.

Helena Guilera Ediciones Periscopio / foto: Montse Giralt
Helena Guilera explica la realidad a través de ciencia y la música en L'escuma / Foto: Montse Giralt

¿La idea del agujero negro y la paradoja del horizonte de acontecimientos te sirven para explicar L'escuma?
El tema del agujero negro me sirvió mucho porque entre muchas otras cosas, lo que encarna es una paradoja. El horizonte de acontecimientos, que está dentro del agujero, es una línea que demarca una realidad que dice que sí y una que dice que no. Y las dos, según los científicos que los estudian, son verdad, son verificables. Y eso es una paradoja, es decir, una realidad que se ahoga a sí misma. Para mí era eso la esencia del agujero negro encarnada en Sergi, que es una persona que es bipolar y que tiene oscilaciones anímicas muy fuertes. Los bipolares pasan temporadas que están eufóricos y muy abiertos y temporadas que son el contrario, cerrados y deprimidos. Para mí, eso de la experiencia humana de las relaciones, en qué hay cosas que son imposibles de entender, también pasa en la ciencia. No te lo puedes explicar. Y eso lleva, en general, a un ejercicio más de aceptación o de convivencia con aquello que no puedes entender.

¿No podemos explicar los comportamientos de las otras personas?
Exacto. No podemos cuantificarlos ni pasarles por un filtro de razonamiento muchas veces, decir: "eso lo ha hecho por esta razón". Yo creo que en las relaciones eso ya pasa y en el caso de una persona bipolar se acentúa. Y se ve también con el Alzhéimer, que cuesta mucho de digerir, de digerir y de racionalizar, porque no tenemos las herramientas discursivas para hacerlo.

Para mí, eso de la experiencia humana de las relaciones, en qué hay cosas que son imposibles de entender, también pasa en la ciencia

¿Qué te interesaba creando personajes así?
En el caso de Sergi y la bipolaridad, lo que más se me interesaba era la dualidad que hace que una persona te pueda dar una cara un día y otra de opuesta el siguiente, y que eso no la convierta una mala persona. Por otra parte, también la similitud con el agujero negro, la riqueza que me permitía hacer el salto a la física. Sin embargo, creo que tampoco entro tanto en la bipolaridad, porque es un personaje que está ausente en la novela. Me quedo un poco al margen de la experiencia.

¿El interés, pues, es por como es posible convivir, para el resto de personajes que se enfrentan?
Sí, yo creo que a mí me interesa mucho más la persona que acompaña que la experiencia en sí de la bipolaridad, porque me sentí muy lejos. A la hora de escribir, la voz de Sergi no funcionó. No pude trasladar al papel qué pasaba por la mente de uno bipolar porque no lo sé. Quedó como un personaje en que es una ausencia y lo que importa es qué pasa a los que han acompañado a esta enfermedad.

Helena Guilera Ediciones Periscopi Olivetti / foto: Montse Giralt

Helena Guilera debuta como escritora con la novela L'escuma / Foto: Montse Giralt

Sí que entras, sin embargo, en la voz de Juli, el personaje que sufre Alzheimer.
Supongo que es porque sí que he estado cerca de un paciente con la enfermedad y lo he podido conocer más. Y después aquí también está la cuestión de la memoria que sí que me interesa más, tanto desde el punto de vista social como científico. Me he sentido que tenía acceso de forma mucho más natural a alguien que está perdiendo la memoria y que, por lo tanto, se está perdiendo a sí mismo.

En el libro hay un esfuerzo muy grande para construir la interioridad de los personajes. Y mucho monólogo interior.
Las voces de los personajes salieron así. El tema del monólogo interior, sobre todo en el caso de Juli, me gusta porque te enseña la experiencia en primera persona a estar quedándote sin memoria. No sé si he salido adelante o no, pero he disfrutado mucho leyendo los textos de Jaume Cabré, en qué hay esta voz tan disruptiva o rota que se mezcla con la del narrador. Cuándo hacía al personaje de Juli tenía eso muy presente.

¿Hablando de Cabré, tienes una relación estrecha con la literatura catalana? ¿Te reflejas en ella?
Es muy curioso porque no me siento muy cerca, seguramente porque he leído mucha más literatura internacional que catalana. Evidentemente, he leído Rodoreda y es genial, pero no te diría muchos más de catalanes. Hay autores muy jóvenes aquí que están saliendo ahora y que escriben muy bien y que veo que sí tienen este arraigo y esta relación estrecha. Yo seguramente no me siento tan atada y me gustaría estarlo mucho más. Es como una asignatura pendiente. A veces hay complejo de inferioridad en la literatura catalana, como si no fuera tan buena como las otras, y eso no me gusta nada.

Es muy curioso porque no me siento muy cerca de la literatura catalana: seguramente porque he leído mucha más literatura internacional 

El otro lenguaje importante en la novela es el de la música, un universo que conoces bien.
Hice los cuatro años de la carrera de música en el conservatorio del Liceu y después de acabar pensé que no me quería dedicar profesionalmente porque para mí implicaba demasiado.

Leyendo el libro da la sensación que das un retrato del mundo de la música como un universo muy exigente, incluso cruel.
Creo que te lo puedes pasar muy bien y muy mal estudiando música. Hay profesores muy buenos y lo contrario. No quería hacer una crítica ni caer en el tópico. Creo que si lo pasas mal es por cómo te lo estás tomando tú, por tus expectativas y tus propias exigencias. Pero sí, Juli como personaje es una persona muy autoexigente y llega un momento que sus expectativas superan a la realidad. Y todo lo que le pasa por delante no es suficiente.

"Todo está en función de la distancia, de si tenemos las personas cerca o lejos". ¿Por qué escogiste una cita de Virginia Woolf sobre la distancia para encabezar el libro?
Para mí lo más importante de la novela no es el concepto de distancia, sino el de proximidad. Tiene la explicación científica y yo lo traslado al terreno humano. Lo que hace que la paradoja del agujero negro exista es la distancia a través de la cual observas los fenómenos. Si los observas de muy cerca, las fuerzas actúan de una manera y hacen que la experiencia del tiempo sea una. Y, en cambio, si lo haces de más lejos, las distancias se hacen más largas y las velocidades más cortas, todo va mucho más lento y la experiencia del tiempo cambia. Eso hace que exista una ciencia para las partículas y una ciencia para los cuerpos más grandes, que cuando las intentas juntar se contradicen. Y eso genera perplejidad. Me parecía muy fácil hacer el puente con las relaciones humanas o los fenómenos sociales y políticos. Cuando tú estás muy cerca de una cosa, llega un momento que eres incapaz de discernir lo que pasa. Pero cuando das un salto hacia atrás es tan fácil juzgar...