Barcelona, 2 de julio de 2025. Cataluña ha estado sumergida en una ola de calor. Han dicho que el cambio de temperaturas está al caer, pero, mientras tanto, 31º a la sombra —en el mejor de los casos— y un 42% de humedad. Cualquier persona que haya tenido que transitar por las hostiles calles de la ciudad condal durante la última semana habría preferido arrancarse la piel a tiras antes que formar parte de una aglomeración humana. Entre los planes más disputados del momento están quedarse en casa frente a un ventilador, hacer horas extra en la oficina para poder disfrutar del aire acondicionado que tu sueldo no te permite instalarte en casa, o mudarse dentro del bloque de hielo del Cosmocaixa. ¿Las multitudes? A evitar. ¿Los espacios no climatizados? Lo más lejos posible. Pero, aun así, hay eventos concretos —como quien quiere ver una estrella fugaz— que merecen el esfuerzo de exponerse a la transpiración extrema. Ha sido el caso de la presentación de Spanish Leather, el nuevo disco de Guitarricadelafuente.
🟠Guitarricadelafuente: "En 'Spanish Leather' hablo de erotismo, de sexualidad, pero como un juego"
Durante las noches del 2 y 3 de julio, el “Benicasim Folk Star” —como lo llaman en su colección cápsula con Zara— ha colgado el cartel de entradas agotadas en su paso por el festival Alma, en el Poble Espanyol —un lugar bastante adecuado si tu segundo disco se llama piel española. Así que fiesta, jolgorio: el calor es psicológico. Ha tocado repetirse aquello que dicen Renaldo & Clara, “s’està millor al carrer que dins de casa”, y emprender el camino hacia el espacio liminal más frecuentado de Montjuïc.
La vida podría ser así de fácil
Aunque las puertas se abrieron a las 19 h, con las temperaturas como estaban, la aparición del público fue lenta. Tras descubrir una entrada alternativa y acceder por un camino donde lo primero que se veía era una capilla de cartón piedra, alrededor de las nueve de la noche los poseedores de entradas ya habían pasado por la zona gastro-centro-comercial-tapas-overpriced previa al concierto, y se dirigían hacia la plaza principal. Aunque hubiera cartel de entradas agotadas, y contando con todos los miembros potenciales del Aeroclub de Empúries de Casa en Flames, había el público justo y necesario para sentirse parte de un conjunto humano, pero sin morir asfixiado —como bien podría pasar en un concierto de Lana del Rey. Todo fue fácil. Incluso los baños portátiles resultaron amables, sustituyendo los clásicos Toi Toi por pequeños bungalows de falsa madera. Una atmósfera que parecía decirte que quien no vive un pequeño verano de comodidades burguesas en esta ciudad, es porque no quiere. Y dicho y hecho. A las diez de la noche, con vino en copa de plástico en la mano y el repaso de planes veraniegos hecho por parte del público, llegó la hora de disfrutar de lo que se hablaría al día siguiente: la presentación de Spanish Leather. En el escenario, un semicírculo de paneles que deformaban la luz y la instrumentación de una banda completa. Primero los músicos, después Álvaro Lafuente. Un querubín travieso que ya tenía al público en el bolsillo antes incluso de empezar a cantar. “Me desprendo de un colgante fino, afuera se escucha trap argentino.” Hay que tener mucha seguridad en uno mismo —y en el setlist— para abrir un concierto con los dos singles más coreados del disco que se presenta: Full Time Papi y BABIECA!. Uno detrás del otro. Todos los asistentes repitieron a pleno pulmón los momentos hooligans que tienen ambas canciones. Un éxito rotundo. ¿Y ahora qué?
La devoción fue mutua. Con un catalán entrecortado, cada palabra dirigida al público fue agradecida
Guitarrica lo tuvo claro: éxito tras éxito. Todo lo que estaba bajo su control —voz, discurso, instrumentación, interacción con el público— fue excelente, encantador. Si había sido criticado por no ser el invitado más brillante en el programa de Broncano, durante su show demostró ser prácticamente perfecto. No era un producto de campañas de marketing, pero había convencido a su público antes incluso del primer cuarto de concierto. La táctica fue mezclar la presentación de Spanish Leather con los mejores temas de su primer disco —mucho más folklórico, mucho más castizo— La Cantera: Futuros Amantes, Puerta del Sol o Port Pelegrí, pero también Caballito o Sixtinain. Una fiesta reinterpretando el cuero español, pero también al Álvaro de siempre. El público estuvo entregado. No hubo canción que no cantaran o grabaran. Por momentos, la sensación era la de estar viviendo un concierto de Mumford and Sons de 2013. Había una efervescencia que solo da formar parte de un grupo social con la vida medianamente resuelta —y un par de segundas residencias— del que todos querríamos formar parte. Ni rastro de ironía al disfrutar del folk optimista, ninguna señal de autoparodia en los momentos más sentidos. “¿No te sientes igual? Me rindo al estímulo de esta ciudad.” La devoción fue mutua. Con un catalán entrecortado, cada palabra dirigida al público fue agradecida.
Durante hora y media, casi nos hizo creer que la vida podía ser así de fácil, así de ligera, así de libre
El punto álgido de la noche llegó cuando apareció un potro de gimnasia. Todo el mundo apostaba por la aparición de Troye Sivan. Desgraciadamente, el australiano seguía de vacaciones en Ibiza. Pero eso no desinfló el momento. Sensual, sexual y erótico, pero con una ligereza insólita tratando temas que para muchos pueden resultar incómodos. Cuando entonó ¿Quién teme a la máquina?, sobrevolaba la energía del meme de la chica que estará bien, justo antes de guiñar el ojo con más gracia esa noche y enlazarlo con un par de frases de Blin Blin de Bad Gyal: “Me reporto en tu zona, cada día más culona.” El cierre de la noche fue brillante. En una jornada en la que te podías sentir como en un concierto de Taburete —si Taburete fuera un chico gay con la ligereza de Dua Lipa—, el valenciano enlazó La Filipina, Guantanamera y Tramuntana. “La vida es tan bonita que parece de verdad.” Nos había convencido. Durante hora y media, casi nos hizo creer que la vida podía ser así de fácil, así de ligera, así de libre. Ni una nota mal entonada, ni una capa de más de malicia. “Convéncete, no le pongas barrera, sucumbe al amor, y a las corrientes.” Y, sentado en su balcón final, lo consiguió.