Girona es una ciudad hermosa que durante el Temps de Flors se convierte en una ciudad insultantemente preciosa, por eso desde ElNacional.cat te hemos preparado una guía sincera para escaparte allí y disfrutar de un día en Girona más allá de los tópicos, o sea, sin caer en las curiosas trampas que esconde Girona y su magnífico festival floral que termina el próximo domingo.

Sorpresa: en Girona existen otras geronas

Seamos realistas: cuando la gente dice "Girona, me enamora", lo hace refiriéndose a los callejones y plazas soportales del Barri Vell. ¿Has visto alguna vez a alguien que afirme estar enamorado de la rambla Xavier Cugat del barrio de Fontajau? ¿Has conocido a turistas de Manresa, Balaguer o Gandesa rememorando un paseo idílico por la calle Juli Garreta del Eixample? Es más, ¿conoces a alguien que haya ido hasta Girona de escapada romántica y haya escogido la plaza Miquel Coll, en Montilivi, para pedir matrimonio? Nosotros tampoco. Es por eso que el 95% de los catalanes cree que Girona son únicamente los callejones idílicos que existen entre la antigua muralla y el río Onyar. O entre el parque de la Devesa y la estación de tren, como mucho. Por eso esta edición tan esperada del Temps de Flors, titulada «A cel obert», es más especial que nunca, ya que tiene una particularidad importante: ampliar la belleza de Girona a todos los barrios de la ciudad, desde el Mercadal a Santa Eugènia pasando por Sant Daniel, Fontajau, Carme, la Devesa o el Eixample.

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La vista des de la Plaça dels Apòstols, a la Catedral. (@quadern_tactil)

Oxigenar Girona para ahogar los contagios

Hay flores en todo Girona, no sólo en la Girona que florece permanentemente en Instagram. La edición de este año del Temps de Flors ha repartido ochenta y tres espacios por toda la ciudad con el fin de evitar aglomeraciones, descongestionar las calles más concurridas y minimizar el riesgo de contagio. Evidentemente en el Barri Vell es donde más muestras florales hay, pero existen tres rutas más con muestras en otros espacios más periféricos, permitiendo de esta forma a los gerundenses redescubrir Girona en su plenitud. Y, sobre todo, permitiendo a los no gerundenses descubrir que más allá de la Girona de película, también existe la Girona que no sale en las guías turísticas: la que más que interesar a los productores de Juego de tronos, quizás habría interesado a Pier Paolo Pasolini. La Girona normal y corriente donde la belleza no radica en el paisaje arquitectónico, sino en los vecinos y comerciantes que lo habitan. Con flores o sin ellas.

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Pedalear una bicicleta es una buena opción para descubrir todos los espacios del Temps de Flors «A cel obert» de este año. (@quadern_tactil)

El mapa, tu arma secreta

La Ruta 1, correspondiente al Barri Vell - Mercadal - Sant Daniel, es la única zona controlada con puntos de acceso de entrada y salida con el fin de evitar aglomeraciones. Hay calles con sentido único de circulación, aunque la mayoría son de doble sentido. Las dos frases más escuchadas entre los visitantes son "oh, ¡qué preciosidad!" y sobre todo "¿ahora hacia dónde vamos"?, ya que entre la Catedral, los Jardines de los Alemanes y Sant Pere de Galligants se concentran la mayoría de muestras florales. Podría parecer que el arma más preciada ante la preciosidad de las flores es una cámara de hacer fotos, ¿verdad? Pues no. En realidad, en esta ocasión la mejor arma es un mapa, sea en formato móvil o en formato papel: hay auténticos profesionales en el arte de desenfundar su teléfono para abrir la aplicación del Ayuntamiento de Girona con toda la información del Temps de Flors, abrir el mapa interactivo, situarse y escoger el destino al cual dirigirse. Y todo, en menos de dos segundos y treinta y siete centésimas. Como un cowboy en medio del desierto. De un desierto florido.

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No lo dice Joan Margarit, sino nosotros: la libertad también es moverse por Girona sin mirar el mapa. Y sin miedo de perderse. (@quadern_tactil)

Flores, plantas, hierbas y leonas

Se entre por donde se entre a la ruta del Barri Vell, muy pronto descubrirás que Girona no es el far west, sino más bien la selva. Dudarás, entonces, si tu arma secreta es un mapa o realmente tendría que ser un machete. ¿Por qué? En algún momento u otro llegarás a las escaleras de Sant Feliu, donde la naturaleza fluye en su aire, o al Puente de las Peixeteries Velles, donde la naturaleza invade nuestro aire. La diferencia entre un verbo y el otro es importante, pero en los dos casos ya te avisamos de que la sensación es que algún niño gerundense ha hecho una partida de Jumanji y que toda la ciudad se está convirtiendo en una jungla indomable. Estas dos intervenciones, que juegan con el concepto de la naturaleza en libertad, te harán sentir en una Girona postapocalíptica en la cual la naturaleza le ha ganado la partida a la humanidad, quizás por eso tendrás la sensación de que de un momento a otro puede aparecer un animal salvaje en medio de la calle Ballesteries. No será así, sin embargo. Por desgracia, el único elemento apocalíptico real es otro animal salvaje, pero en este caso tan adorable que incluso apetece hacerle un besito en el culo: la leona de Girona, estatua a la cual no se puede acceder por culpa del coronavirus. El fin del mundo es ir a Girona y no poder sellar con un beso que devolverás pronto, supongo.

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Si Gustave Eiffel viera esta foto del puente que diseñó pensaría que los gerundenses son unos dejados, pero por suerte es arte. (Ayuntamiento de Girona)

Soñar con el Pulitzer de fotografía es gratis

Hemos hablado del mapa, hemos hablado de un machete y hace falta que hablemos de la auténtica arma sin la cual el Temps de Flors parece no poder existir: una cámara de fotos, sea móvil, analógica, digital, réflex o alquilada a la NASA para poder hacer una foto que decore el interior de la Estación Internacional con una estampita de la Pujada de la Catedral engalanada de flores. Sería bonito pensar que, si nunca contactamos con una civilización extraterrestre, lo primera que verían de la Tierra sería una calle florida de Girona, pero sólo hay una cosa menos probable que eso: encontrar a algún visitante del Tiempo de Flores que no haga una sola foto en su paseo. La culpa no es nuestra, de los visitantes, sino de los participantes y la innegable calidad artística de sus intervenciones. Nosotros, mirándolo bien, no hacemos nada más que capturar aquello que nos cautiva. Quizás para recordarlo más adelante, como hace con las flores el proyecto L'empremta, els miralls de la memòria expuesto en el Pati de les Magnòlies. O quizás para compartirlo en las redes sociales, incluso cuando no salen flores en la foto, como pasa con el poema La llibertat de Joan Margarit que Òmnium ha escrito con letras gigantes en la Plaça del Vi. O quizás, sencillamente para fliparnos un poco demasiado y creernos Joan Fontcuberta por un día, ya que soñar es gratuito. Atascar un espacio y generar una cola para hacer una foto, por desgracia, también.

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La intervención de Ariadna Plana conjuga las flores y los espejos para reflexionar sobre las huellas. (@quadern_tactil)

¡Grabar un "Que bonito!" y evitar quedarse afónico

¡Ahora que las nuevas tecnologías están al alcance de todo el mundo, una recomendación bien firme es grabarse en casa diciendo "que bonito!" y así ahorrar trabajo: una vez llegues a Girona, ante cada intervención floral sólo hará falta que desenfundes el móvil (una vez más), pulsesel botón de play y tu propia voz registrada horas antes diga "que bonito"!. Es un truco la mar de útil, sobre todo para evitar afonías indeseables, ya que es francamente complicado no tener ganas de decir "que bonito!" ante casi toda la retahíla de flores que se pueden apreciar en el recorrido gerundense. Haciéndolo, sólo habrá que gastar la voz cuando lo que toque decir sea "¡no lo sabía"! o "¡que interesante"!, como por ejemplo en el punto 69 del recorrido, dentro de la Ruta 4: el Hort del convent de les adoratrius, un magnífico montaje a cargo de la Asociación de Vecinos y Vecinas del Eixample para homenajear el huerto del antiguo convento de las monjas adoratrices, ubicado en la actual plaza Miquel Santaló, delante del Hotel Carlemany y justo entre un H&M y un Zara. Una plaza donde antes las personas se abastecían de verduras y frutas de kilómetro cero y donde ahora, en cambio, nos abastecemos de pantalones y camisetas hechas en Bangladesh. "¡Quién lo diría!", más que "¡que bonito!".

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Un limonero y unas tomateras delante del Hotel Carlemany, donde hasta hace treinta años había el huerto de un convento. (Ayuntamiento Girona)

Virgilio y Baudelaire en la ciudad de Comadira

Delante de la Catedral, la intervención titulada Riuada, obra de la Asociación de Amigos de las Flores de Girona, es posible que te haga venir hambre: en medio de las monumentales escaleras, una mesa entre flores da ganas de sentarse, abrir una botella de vino, coger tenedor y cuchillo y zamparse un festín compartiendo mesa con Narcís Comadira, por ejemplo, aunque la comida también haría las delicias del mismo Charles Baudelaire, que quizás escribiría una variación de Las flores del mal titulada Las flores del bien. O un pequeño cuaderno titulado el Spleen de Girona, quien lo sabe. Hemos dicho que soñar es gratuito, y hacer historia ficción, también ya que se puede tener alergia en el polen, pero nunca alergia a las fantasías. Este es otro aspecto a tener en cuenta: la cursilería que provoca el Temps de Flors, tal como muestra este artículo. Asume que es fácil ponerse bucólico en el Temps de Flors y remitirse a los clásicos para comprenderlo, ya que seguramente si Virgilio levantara la cabeza, enviaría a tomar por el saco a Dante cuando este le rogara ser su guía por el Infierno. Virgilio sería un buen guía por las calles de Girona, sin duda, que sólo son infernales en una hora del día: cuando llega la hora de comer y encontrar mesa en un restaurante es más difícil que encontrar a alguien leyendo las Bucólicas en un vagón del Avant entre Barcelona y la capital gerundense.

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¿Las escaleras de la Catedral o el set del rodaje de una película de Albert Serra sobre el poeta Virgilio? (@quadern_tactil)

Reservar mesa: las flores no son comestibles

Para acabar, acordarte de que hay decenas de buenos restaurantes en Girona, pero conviene no olvidar que, como tú, también hay miles de visitantes a quien tarde o temprano les cogerá hambre y querrán comer, igual que tú, por lo tanto nuestro último consejo en esta Guía sentimental del Temps de Flors es simple: reserva mesa. ¿Le Bistrot? ¿El München? ¿El Om? ¿Massana? ¿Divinum? Como se te habrá fundido la batería del móvil mirando el mapa y haciendo trescientas cuarenta y ocho fotos, te ahorramos el trabajo de buscar restaurante mirando webs recomendadoras y te proponemos un sitio en el cual acertarla en la primera: el restaurante Draps, en la calle de la Cort Real. ¿Por qué? Por su ubicación céntrica, su fusión de tradición y modernidad, la selección esmerada de los productos de temporada y, evidentemente, como también gustaría a Baudelaire, por su delicadeza en la carta de vinos. Por eso nos gusta: no sólo por el muslo de pato confitado sobre uno cremoso de garbanzos y salsa de Pedro Ximenez, un plato tan adorable como una calle cosida de margaritas encarnadas, sino porque sentarse en la mesa no sólo quiere decir comida, sino que es sinónimo de aventurarse en una experiencia fascinante. Tan fascinante como recorrer Girona florida.