Durante su exilio en la isla de Jersey, entre 1853 y 1855, Victor Hugo se sumió con devoción en una serie de veladas espiritistas en las que tuvo ocasión de charlar con espectros de la talla de Molière, Platón, Galileo o Shakespeare, entre otros. La transcripción de aquellas entrevistas post mortem, fue posteriormente compilada y publicada hace unos años. Hot off the press, como dicen al otro lado del canal de la Mancha, acaba de llegar a las librerías de nuestro país El mejor George Best. Mi autobiografía (Contra, 2022), y, sin ánimo de compararme con el poeta y novelista romántico francés, este humilde articulista ha tenido la ocurrencia de entrevistar a su autor, todo un Shakespeare del balón —entre sus gestas está el levantar la primera Copa de Europa del fútbol inglés con el Manchester United, en 1968—, amén de icono de la moda, primera superstar dentro y fuera del campo —le llaman "el quinto Beatle"—, coleccionista de mises universo, juerguista contumaz, dilapida-fortunas y emisor de ingeniosas y lenguaraces declaraciones a los tabloides. Para ello, no me ha quedado otra que invocar a su espíritu y conversar con él a través de una médium, pues lamentablemente George Best se retiró por completo del mundo del deporte, y del de los vivos en general, en el 2005. Crean o no en estas cosas, les animo a seguir leyendo y dejarse sorprender por los resultados del experimento. Les garantizo que, cuanto menos, es una forma singular de repasar las luces y las sombras del polémico deportista con la excusa del libro.

Cuando este entrevistador formule una pregunta, la taumaturga se dejará guiar por el espíritu y abrirá las memorias de Best por una página y un párrafo al azar, para leerlo y que interpretemos su contenido.

George Best

Con una botella de champán como preparativo de una fiesta para celebrar la compra de su casa en Cheshire, septiembre de 1972. Foto: Bentley Archive/Popperfoto vía El mejor George Best. Mí autobiografía.

—Lo primero que me ha dicho es: "Me arrepiento. Me arrepiento de algunas cosas, y de otras no". Este es su primer mensaje. También dice que el libro le pesa, no sé por qué. ¿Tiene sentido para ti?— Quien habla es Helena Matamala, mi Helena Blavatsky personal durante la reunión de esta noche, una vieja amiga acostumbrada a oficiar de mediadora entre los espíritus y los vivos. Por lo demás, es una chica muy especial.

—Totalmente —respondo—. Él declaró en una ocasión: "Cuando me vaya, la gente olvidará toda la basura y solo recordará el fútbol". Este libro, además del fútbol, deja constancia de toda la basura.

Antes de todo, hemos preparado la mesa giratoria o tabla parlante (o lo más parecido a ello que puede haber en el salón de mi casa), sobre el que la médium ha dispuesto un número impar de velas y objetos que representan los cuatro elementos. Yo he dejado fish & chips y champán para tres, mi única recompensa para ella y el plato y la bebida favorita, de conformidad con sus memorias, del futbolista. Tras el preceptivo cierre de ojos, un fondo sonoro de mantras, respiraciones profundas, y la llamada a los espíritus de todos los puntos cardinales para que nos asistan en la sesión de hoy, Helena ha requerido la presencia de George Best y ha procedido a abrir los "registros akáshicos" del libro (el acceso a las «memorias del alma», según la teosofía y la antroposofía), pues, a propuesta mía, el contacto con su alma no se realizará a través de una güija o algo parecido, sino a través del propio libro. Cuando este entrevistador formule una pregunta, la taumaturga se dejará guiar por el espíritu y abrirá las memorias de Best por una página y un párrafo al azar, para leerlo y que interpretemos su contenido. Trascribiré a continuación las respuestas de Best, en interviú exclusiva para ElNacional.cat, diecisiete años después de su muerte. Puedo prometer y prometo que los hechos y respuestas que relataré a continuación son reales y que Helena, a quien el fútbol le importa un pimiento, jamás había oído hablar del ilustre norirlandés ni tenido el libro entre sus manos con anterioridad. Tampoco es que hubiese importado.

—Podemos empezar. George Best está aquí.

—Hola, George, gracias por venir. Espero que disfrutes de la cena. Antes de entrar al trapo, permíteme una broma tonta para romper el hielo. Como comprenderás, estoy un poco nervioso… Además de goles increíbles, nos regalaste cantidad de declaraciones fanfarronas del estilo "Si yo hubiera nacido feo, no habrían oído hablar de Pelé" o "Si tuviera que elegir entre driblar a 5 jugadores y anotar desde 40 yardas en Anfield o tirarme a Miss Mundo, sería una elección difícil. Afortunadamente, he hecho ambas cosas". Me hace gracia que sigas siendo un fantasma.

—¡Ja, ja, ja! ¡Burrrrp!

Tanto la risa como el eructo de la segunda onomatopeya parecen venir de la médium, y no necesariamente del espectro. Según parece, para quien ejerce de médium, los eructos son tan frecuentes durante las conexiones con espíritus como en cualquier pub inglés durante una retransmisión de la Premier League.

—Quisiera empezar hablando de la infancia, que es una parte de tu vida muy relevante en el libro. ¿Además del fish & chips, qué otra cosa comías en esa época?

La ocultista cierra los ojos y pasa rápidamente las páginas del libro hasta que su mano se frena en seco:

—A parte de Waggy y yo solo había una pareja de tíos en el bar. Estaban sentados en lo que tomé por una banqueta; sin embargo, si te fijabas un poco descubrías que la banqueta eran dos cajas de naranjas. Pero el interiorismo era lo de menos porque Bill era un gran anfitrión. "¿Tenéis hambre, chavales?", nos preguntó en mitad de la noche en cuanto nos pusimos a hablar. "¿Os apetece comer algo?". Acto seguido la esposa de Billy, Leila, apareció con un par de chuletones. (pág. 123)

—Tomo nota para la próxima vez. George, te criaste dando balonazos por las calles de Cregagh, una barriada de Belfast, en Irlanda del Norte, en una época de grandes conflictos religiosos entre protestantes y católicos. En el libro explicas que nunca le has dado mucha importancia a la religión, sin embargo eras creyente. ¿Cómo es el cielo? ¿Te has encontrado con Dios?

—Me dirigí al lugar y el tipo tuvo una pequeña charla conmigo. Me pidió que le dijera cómo me sentía en una escala del uno al diez. Menos mal, porque en aquel momento me sentía alrededor de seis bajo cero. Después de la charla, me ofreció un brebaje que nunca supe qué era, y acto seguido me sentó en una silla provista con unos auriculares y me dijo: "Te dejo solo un rato". (pág. 283)

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Un pasoliniano George Best en Old Trafford, circa 1968. Foto: Bob Thomas Sports Photography vía El mejor George Best. Mí autobiografía.

—El inglés y las matemáticas eran las asignaturas que mejor se te daban en la escuela, y al parecer fuiste un alumno bastante brillante. ¿A qué crees que te habrías dedicado de no haber triunfado como deportista?

—13 de diciembre: Nombrado doctor honoris causa por la universidad de Queen’s, en Belfast. (pág. 411)

Tras unos segundos de estupefacción, sigo chutando:

—Si volvieras a nacer, ¿serías futbolista?

—¿Qué te parecería abrir un bar a medias? (pág. 237)

—¡Guau! Hay un par de pasajes del libro que, por filias personales, me interesan especialmente, en los que relatas tus noches en el Twisted Wheel, lugar de peregrinación para mods y uno de los primeros clubs en pinchar Northern Soul

—¡Burrrrp!

—… Dices que jamás tuviste curiosidad por las drogas, ¿nunca te metiste anfetas para aguantar bailando en aquellos maratonianos allnigthers?

—A principios de 1998 toqué fondo: creo que nunca había caído tan bajo. (pág. 339)

—La prensa te apodó "el quinto Beatle" por tu corte de pelo y llegar a ser, en tu época, y como diría John Lennon, más popular que Jesucristo. En realidad, te imagino más de los Kinks. Ray Davies, tu amigo y compañero de correrías nocturnas, hasta te dedicó una canción. Pero volviendo a los Beatles: ¿cuál es tu disco favorito de ellos?

—Siempre había deseado tener otro perro, y ahora que había dejado el alcohol nos compramos un nuevo cachorro de setter pelirrojo al que llamé Red. (pág. 359)

—Supongo que eso significa que el Red Album, la compilación de 1962-1966. A la par de ídolo futbolístico con maneras de estrella del rock, fuiste un icono de la moda. Incluso tuviste una tienda de ropa masculina llamada Edwardian. La imagen de ti más recordada es la de un guaperas con largas y espesas patillas, peinado mop top y vestido siempre con ropa estilosa de la época. ¿Actualmente, mantendrías esa estética o llevarías tatuajes y el pelo teñido de rosa a lo Neymar?

—Logré adelgazar hasta quedarme apenas un par de kilos por encima de mi antiguo peso ideal, sesenta y ocho, y conservo una fotografía que me sigue complaciendo enormemente porque estoy igual que en mis días de esplendor. (pág. 308-309)

¿En un presente en el cual el fútbol femenino empieza a ser reconocido, puedes imaginarte a una mujer futbolista glorificada por la prensa para disfrutar de un historial de amantes tan infinito como el tuyo?

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En sus días de esplendor mod en Manchester, circa 1965. Foto: Bob Thomas Sports Photography vía El mejor George Best. Mí autobiografía.

—OMFG! Vale, esta pregunta me la ha pedido un buen amigo, del Sporting de Gijón para más señas: ¿Es verdad que le fracturaste el pómulo de un codazo a Enrique Castro "Quini" en una jugada? El Brujo asturiano se negó siempre a hablar de lo ocurrido. No parece propio de ti. Tú solo les propinabas cabezazos a los policías que te detenían por conducir ebrio…

—Capítulo 18: "Carne de ingreso". La primera mañana que pasé en la unidad hepática del hospital Cromwell, en febrero de 2000, me quedé desconcertado tras recibir una carta firmada por unas quince personas que me deseaban una pronta mejoría. El sobre venía sin remitente ni sello. (pág. 353)

—Me lo tomaré como un "no lo hice con mala intencion". Hablemos ahora de tu merecida fama de womanizer. De haber vivido unos pocos años más, quizá hoy circularían memes tuyos como los de Julio Iglesias. En un presente en el que el fútbol femenino comienza a ser reconocido, ¿puedes imaginar a una mujer futbolista glorificada por la prensa por gozar de un historial de amantes tan infinito como el tuyo?

—No te lo tomes a mal, no te lo digo en plan grosero, pero me parece que no es lo mismo ni de lejos. (pág. 328)

—Fuiste el precursor de un modelo de futbolista-fiestero que ha tenido sucesión en jugadores como Ronaldinho, Maradona, Julio Alberto, Romario… El Barça ha sido la casa de muchos de esos magos del balón de día y de la copa de balón de noche. ¿Recibiste alguna oferta culé? ¿Te hubiera gustado jugar en el FC Barcelona y la liga española?

—Claro que sí —le respondí. (pág. 350)

            A estas alturas, espero que los lectores se hayan vuelto más hooligans del espiritismo que Victor Hugo.

—A modo de despedida, mientras estabas conectado al respirador artificial de un hospital, pediste ser fotografiado por el semanario News of the World para difundir un mensaje dramático sobre las consecuencias del alcoholismo: "No mueran como yo". Ronnie Wood dijo que se conocen las consecuencias fatales de la fama, pero no las secuelas de no tenerla porque su decadencia no saldrá en las portadas. ¿Cómo y dónde hubieras preferido acabar tus días?

—Era uno de esos modernos clubes multidisciplinares que tenía pista de baile, un bar en la planta de arriba y un casino, y no tardó en convertirse en lo más. (pág. 113)

—De juerga y con las botas puestas, claro. Muy apropiado para un jugador que se refería a sus botas como «mis zapatos de baile». Incluso se estrenó un emotivo musical inspirado en tu vida que llevaba ese título, Dancing Shoes. ¿Qué le dirías a un chaval o una chavala que hoy se quiera dedicar al fútbol?

—¿Crees que estás en condiciones para jugar hoy, George? /Mejor será que nos olvidemos —respondí yo. O algo parecido. (pág. 254)

—¡Brutal!… Última pregunta: ¿Puedo presumir de haber entrevistado realmente a George Best en mi casa? ¿Puedo apuntarme ese tanto?

—¡Burrrrp! —responde la médium, y tras pasar las páginas del libro a toda velocidad hasta detener una de ellas con su dedo, lee el título que la encabeza: —"El retorno de los fantasmas". (pág. 217)

—¡¡No me lo puedo creer!!

Tras la despedida, la espiritista acompaña al alma hacia «la Luz». Yo creo en la hipótesis física de la existencia de múltiples dimensiones y universos paralelos, y prefiero pensar que donde vuelve es al Estadio da Luz, a aquella mágica jornada de 1966 en la que George Best tocó el cielo con las manos y con las botas, con sus zapatos de baile, para seguir marcando goles eternos.