Thrillers hay a espuertas, y de series que miran con espíritu crítico hacia la situación política mundial, también. Pero no siempre se consigue la necesaria armonía entre fondo y forma, porque a veces priorizar la acción y el suspense va en detrimento de la contundencia del discurso y, por el contrario, hay ficciones que se empeñan tanto al ser explicativas que se acaban cargando su ritmo narrativo. La producción noruega Furia, estrenada a Filmin, obra el milagro de no fallar en ninguno de los dos frentes.

Diagnosis terrorífica

Sobre el papel, Furia es una intriga política de manual, con la historia de dos policías, una mujer y un hombre, que intentan desarticular un grupo de ultraderecha que prepara una acción terrorista durante las elecciones alemanas. Pero en la práctica va mucho más lejos. Primero, porque altera la estructura tradicional de este tipo de thrillers y parte de un retrato más íntimo y próximo de los personajes para ir ampliando el foco hasta un relato coral que te hace consciente que este problema, al del auge del fascismo, nos afecta en todas y todos igual.

Furia no empieza con un buen piloto y se va desinflando. Todo lo contrario, cuanto más profundiza en la trama y los personajes, más interesante se devuelve

También está la constatación de que, a diferencia de la mayoría de series, esta no empieza con un buen piloto y se va desinflando en medida que avanza, sino todo al contrario. Como más profundiza en la trama y los personajes, como más detalles y revelaciones aporta, más interesante, tajante y tensa se vuelve. De hecho, sus ocho episodios, que se hacen incluso cortos, cristalizan en un clímax casi irrespirable que sirve como perfecta síntesis de su mencionada y principal virtud: la conciliación entre un policíaco directo, pero lleno de matices con una terrorífica diagnosis de lo que puede suponer la ultraderecha para nuestras vidas.

Foto Furia 2
Furia, el thriller frenético que denuncia del auge de la ultraderecha y que ya podéis ver a Filmin

Que no decaiga

Los responsables de Furia consiguen convertirla en una de las grandes series de su género gracias a diferentes elementos muy bien conjugados. Para empezar, un guion de hierro, que a pesar de ir al límite en numerosos pasajes, alcanza hacer creíbles buena parte de sus situaciones y trabaja muy bien cada claroscuro de sus personajes. Aparte que, en esta apuesta para empezar por un incidente local e ir analizando su onda expansiva está haciendo una radiografía nada convencional de qué mecanismos tiene el monstruo para alimentarse y no parar de crecer.

Furia te crea tanta adicción como indefensión, porque sus personajes no son superhéroes ni nunca tienen el control de los acontecimientos

Por otro lado, está su habilidad para situarnos en un mundo muy verosímil en el que llega a dar la sensación que puede pasar cualquier cosa. Furia te crea tanta adicción como indefensión, porque sus personajes no son superhéroes ni nunca tienen el control de los acontecimientos; sangran y te hacen dudar de sus capacidades. Un buen ejemplo de eso son sus escenas de acción y muy en particular las coreografías de las peleas: nunca estás del todo seguro de quién las ganará, porque la realidad que nos dibuja es incierta y susceptible de romperse. Porque el horror, como se apunta constantemente durante el desarrollo de la historia, es una latencia que tenemos más cerca de lo que nos pensamos y que habita tras el rostro de personas que son parte de nuestra comunidad. Y finalmente la serie debe mucho a su gran reparto, sobre todo este prodigio de recursos dramáticos que es Ine Marie Wilmann. Furia no decae, pero cuando ella está en pantalla todavía sube más el nivel.