Psiquiatra, psicoanalista, militante del POUM, colaborador de la resistencia francesa y transformador de la práctica hospitalaria. La trayectoria y obra de Francesc Tosquelles es una de las más heterodoxas del siglo XX. Su tarea se extiende desde la Segunda República hasta los años ochenta y comprende lugares tanto diferentes como el Instituto Pere Mata de Reus, el Frente de Aragón durante la Guerra Civil o el hospital psiquiátrico de Saint-Alban, en la Francia rural. Tosquelles revolucionó las instituciones psiquiátricas del siglo pasado con una práctica curativa innovadora, que humanizaba a los enfermos y que vinculaba el ejercicio clínico con la política y cultura. Pero para la historia reciente parece no haber existido. Ahora, el CCCB recupera el legado en una exposición con materiales inéditos.

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La trayectoria y obra de Francesc Tosquelles es una de las más heterodoxas del siglo XX. / Archivos Familia Tosquelles

El médico de las instituciones

'Cuidar las instituciones'. Esta fue la premisa desde la cual Francesc Tosquelles (Reus 1912 – Granges d'Òlt 1994) partió para entender y desarrollar su práctica. Y es que para este psiquiatra reusense, la tarea siempre fue doble. Por una parte, como para cualquier médico, había que curar a los enfermos. Pero por la otra era necesario también transformar las instituciones que trataban de hacerlo. Es de esta manera que la tarea de Tosquelles va mucho más allá del campo de la medicina. Dispuesto a explorar los vínculos entre las enfermedades mentales y las condiciones políticas y culturales del s. XX, se empapó del espíritu colectivista de los años 30 para encontrar nuevos caminos terapéuticos, derribando, a la vez, los prejuicios que dominaban el campo de la psiquiatría y que prescribían el miedo a la locura.

El cambio fue profundo. Cuando Tosquelles empezó a ejercer, lo hizo en los hospitales psiquiátricos herederos del s.XIX, llenos de barrotes y muros, donde se aislaba a los enfermos. Después de décadas de ejercicio y de experimentación en el asilo de Saint-Alban, en Francia, había puesto las bases de la llamada psicoterapia institucional. Tosquelles, contra la herencia del s.XIX, concebía los asilos como una especie de clubs de funcionamiento colectivo, en la que los internos y cuidadores establecían contacto sin trabas y donde elementos como el teatro, el cine o la escritura eran una herramienta terapéutica básica. Centros donde se humanizaba a los enfermos y donde incluso se les implicaba y responsabilizaba de su propio tratamiento. Una forma de poner patas arriba la idea de sanatorio mental y convertirlo en una 'escuela de libertad'.

Para Tosquelles, la tarea siempre fue doble: curar a los enfermos y transformar las instituciones que trataban de hacerlo

El hospital psiquiátrico de Saint-Alban, en la Occitania francesa, fue el epicentro de la transformación médica que Tosquelles cocinó y dirigió de 1940 hasta la década de los setenta. El médico puso en práctica muchas de las enseñanzas que le había brindado su periodo como jefe de los servicios psiquiátricos del ejército republicano durante la Guerra Civil. Entre ellas, los beneficios de contratar personal amateur para evitar lo que consideraba la 'deformación profesional' de los psiquiatras formados y experimentados. Durante la guerra, había contratado a prostitutas para hacer de enfermeras en los hospitales improvisados del frente. "Como sabían las prostitutas de su trato con los hombres, todo el mundo estaba loco", decía. Y aquello era importante.

Tosquelles creó en Saint-Alban clubs de enfermos, espacios de intercambio que integraban también los cuidadores y talleres manuales y artísticos, donde se creaba el denominado 'arte sucio'. Los enfermos podían deambular, intercambiar y encontrarse con los otros y también autogestionarse en algunas de las tareas. A la vez, el hospital también fue un refugio de artistas de vanguardia exiliados como él y de miembros de la resistencia francesa. Nombres cono el artista dadaísta Tristan Tzara, el poeta Paul Élouard o el teórico de la descolonización Frantz Fanon establecieron residencia allí, escondiéndose del nazismo y del régimen de Vichy.

Francesc Tosquelles(2) ©Arxius familia Tosquelles Reproducción fotográfica Roberto Ruiz (1)
Francesc Tosquelles revolucionó la psiquiatría del siglo XX. / Archivos Familia Tosquelles

El psiquiatra olvidado

¿Cómo es, pues, que después de su influencia Tosquelles parezca haber sido olvidado? "Los exiliados y su poder creativo son los que han desaparecido. No se explica lo que hacen", responde Joana Masó, la artista e investigadora que ha comisariado la exposición del CCCB junto con Carles Guerra. El médico se tuvo que enfrentar al silencio que impuso el franquismo y que condenó las personalidades comprometidas que abandonaron España. Sólo así es posible entender que se haya diluido su figura y una trayectoria original y fascinante. "Para la historia reciente de la psiquiatría española, Tosquelles no ha existido. Y todavía menos la memoria de su legado", dice Guerra.

Joana Masó, artista e investigadora comisaria de la exposición del CCCB: "Para la historia reciente de la psiquiatría española, Tosquelles no ha existido; y todavía menos la memoria de su legado"

Ahora, el CCCB se propone recuperarla a través de una muestra que quiere reivindicar su figura y su importancia para el "relato de nuestros modernidades, civiles y políticas". La exposición, que se podrá ver hasta finales de agosto, aporta documentos médicos internos, fragmentos de las películas que él mismo filmó en Saint-Alban y más 600 cassettes que suscitan su metodología terapéutica. Ha sido fruto de un proceso largo y de investigación metódica, que ha tenido también que superar los obstáculos que ha puesto la pandemia. En la muestra se reconstruye el paisaje que acompañó a Tosquelles durante su vida: las imágenes icónicas y rebeldes del surrealismo, los carteles y las premisas del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) en el que militó, la catástrofe de la guerra y la eclosión de los fascismos en Europa. La exposición también se adentra en la Francia rural, en qué se levantaba en Saint-Alban y en su condición de exiliado y de extranjero, que él mismo consideraba clave para ser un buen psiquiatra.

¿Cómo miramos a la locura?

Pero quizás lo más interesante de Tosquelles es su intento por sacar el estigma de las enfermedades mentales, humanizar a los enfermos y acercarse a ellos. La locura, que siempre ha sido un tabú, un territorio ajeno y extraño del cual huir, era para él un aspecto más de la vida. Había que evitar trazar una frontera entre normales y locos, defendía siempre. Y en esta sólida convicción se le sumaban las confusiones políticas sobre la 'normalidad' en la Europa de los fascismos. ¿En una sociedad enloquecida, como la del nazismo, como evitas volverte loco?, parecía preguntarse. "Hay sociedades tan enfermas que uno mismo tiene que estar bien enfermo para poder adaptarse", escribía Georges Devereux, psicoanalista francés, sobre el periodo.

Jose García Tella
Obra de José García Tella

Tosquelles hace suyas las reflexiones críticas sobre aquello normal y aquello patológico y las traslada al funcionamiento del asilo. Para él, encerrar a los enfermos mentales no era una forma de proteger a la sociedad 'normal' de su presencia disruptiva. Funcionaba al revés. "Los muros protegían a los enfermos de los perjuicios de la familia y la sociedad", afirmaba. Sin estas presiones, en un espacio de práctica de libertad y de colectivismo inspirado por el marxismo, la curación era mucho más fácil.

La locura no está al margen de la política, ni nunca lo estará; se sirve de los esquemas culturales preexistentes. Tosquelles consideraba que en el marco de la cultura dominante de la primera mitad del s. XX era imposible que se pudiera entender adecuadamente un fenómeno como el de la enfermedad mental. Y este era el porqué de la necesidad de transformación. Había que adentrarse en la cultura dominante y en la enfermedad, en las dos, con el espíritu pragmático que siempre lo caracterizó, para encontrar una vía para cuidar neurosis y delirios y no simplemente cronificarlas a través de la institucionalización de los enfermos. Y también había que hacerlo con humor y sin miedo de ensuciarse. "Si no trabajamos con la mierda, la mierda nos ganará", lo cita la exposición. "De la mierda y las meadas, la psiquiatría y los catalanes hemos hecho grandes cosas".