Angle Editorial, dentro de la campaña de sus 25 años, ha realizado una reedición de 10 títulos emblemáticos de la casa. Entre ellos figura un libro que cuando salió, en 2014, tuvo muy buenas críticas y grandes elogios de los lectores, pero no consiguió elevarse a las listas de los más vendidos: El franctirador, de Albert Pijuan. Ahora, con su reedición, la editorial quiere dar una nueva vida a un libro que considera que merece otra oportunidad. Así, esta novela negra con la trama situada en la Polonia de los noventa, vuelve a estar presente en las mesas| de las librerías.

Más allá del crimen

El franctirador es una novela negra dentro de los cánones del régimen: hay varios asesinatos y la trama se encamina hacia el descubrimiento del responsable de las muertes... Hay investigadores que persiguen a los sospechosos y que se dejan llevar por pistas reales o verdaderas. Pero esta trama sirve para hacer un retrato de la sociedad polaca donde aparecen elementos críticos de esta sociedad pero, también, de la condición humana. Este es un libro que nos habla de los problemas básicos de la transición polaca: el papel de los poderes fácticos, la eclosión de la religión, el mantenimiento de formas autoritarias, el rencor generado por la transición... Pero, en el fondo, estas cuestiones nos remiten a problemas comunes a toda la especie humana: la soledad, la solidaridad, la familia, el mal, la marginación...

Lejos del Raval

Pijuan es de los que opina que los escritores tienen que buscar referentes para sus obras, también, lejos de sus experiencias inmediatas (ironiza que, si no, la literatura sólo contaría historias de profesores y periodistas deprimidos). El franctirador es todo un ejercicio de proyección: Pijuan sitúa la acción en un país muy lejano. Asegura que se ha documentado exhaustivamente. Es probable, porque|para los que no conocemos Polonia la historia nos resulta harto verosímil. Si non è vero è ben trovato. El universo novelesco de Pijuan, se corresponda o no a la realidad, consigue que el lector se sienta plenamente sumergido en él. Y, en realidad, el autor de Calafell consigue una narración muy cinematográfica. El franctirador tiene algunos elementos similares a los de las mejores series de ficción, con una cambio rápido de escenarios, personajes muy variados, relaciones turbulentas entre ellos...

El precio del pasado

En El franctirador el pasado tiene la clave de buena parte de lo que pasa al presente. Lo que habían hecho los personajes en el pasado pesa como una losa sobre ellos: no encontrarán forma de escapar al castigo por sus malas acciones y no podrán olvidar y superar los problemas pasados y contruir su felicidad. Los que tienen cuentas pendientes son muy variados: un hombre casado que engañó a su mujer hace algunas décadas, un torturador de la policía secreta de la dictadura, un hombre con problemas de relaciones sociales que sufrió bullying a la infancia, una mujer que se considera responsable de la anormalidad de sus hijos, una adolescente que espía a su vecino, por el que se siente atraída de forma enfermiza... Al fin, todos se verán perseguidos por las violentas consecuencias del pasado, y la sangre seguirá corriendo.

Sin esperanza

No hay salida, en El franctirador. Frente a las historias simplistas en qué los malvados obtienen grandes beneficios de sus delitos, en la novela de Pijuan nadie sale ganando de sus crímenes. No es una historia de ganadores, de empresarios enriquecidos, de mafiosos con glamour, de políticos victoriosos... Todos los personajes de El franctirador se encuentran pillados en unas vidas mediocres, oscuras, sin esperanza... Ni en el ámbito personal, ni en el familiar ni en el profesional tienen la menor dignidad. Son personajes sometidos al miedo, al odio, al complejo, al sentimiento de culpabilidad... Vidas cargadas de amargura. Para algunos la única opción es huir de Polonia. Pero la novela nos descubre que ni esta alternativa existe, porque incluso la mítica Escandinavia tiene los mismos problemas que Polonia. No hay salida.

Hablar de Polònia

Albert Pijuan (Calafell, 1985) en su primera novela nos sitúa en la Polonia de Lech Walesa, cuando el comunismo deja paso al capitalismo. Pero tras esta realidad tan alejada de nosotros en el tiempo y en el espacio, hay una serie de referentes que inevitablemente parecen terriblemente próximos a los catalanes: una iglesia con un poder inmenso que culpabiliza a la gente; unos curas con una sexualidad más que dudosa; una policía que no acaba de ser depurada; una sociedad que muestra su hostilidad hacia los más débiles... El franctirador es una novela negra que gustará, sobre todo, a los que quieran alguna cosa más que una entretenida historia de policías y ladrones para leer en la playa porque esta novela es, sobre todo, una reflexión redonda sobre el mal.