Pau Freixas sostiene que le hace más miedo estrenar una serie, que estrenar la segunda temporada de una serie que ha tenido éxito con la primera. "Si hacemos una segunda es porque ha tenido un seguimiento por parte del público". Es el caso de Todos mienten, producción de Movistar + firmada por el creador catalán, autor de títulos ya fundamentales en nuestra historia catódica como Pulseres vermelles, Cites o Benvinguts a la família.
Todos mienten nos tuvo enganchados durante su primera temporada. Afortunadamente, dos años después, nos reencontramos con los habitantes del aparentemente apacible urbanización costera de Belmonte, un casting de lujo donde figuran nombres como Irene Arcos, Leonardo Sbaraglia, Natalia Verbeke, Juan Diego Botto, Miren Ibarguren, Ernesto Alteiro o Eva Santolaria (también guionista y la otra interlocutora en esta entrevista que puedes ver íntegramente en el vídeo de este artóculo). Allí todo el mundo guarda un secreto, que deriva en mentiras, que acaba con un asesinato. Un thriller perfectamente modulado que en esta segunda temporada nos plantea el dilema de qué seríamos capaces de hacer si descubriéramos que nuestro hijo ha matado a alguien. "De alguna manera tienes la sensación que tienes unos cómplices, que es el público, que le ha gustado. Si disfrutaron la primera temporada hasta el final; esta segunda tiene que ser más divertida y más entretenida. Además, cuando haces una segunda temporada los actores están más seguros, porque tienen la autoestima de haber funcionado la primera, los directores estamos más seguros, los creadores estamos más seguros y los guionistas estamos más seguros".
Las mentiras nos rodean
Ya lo decía el genial Doctor House, todo el mundo miente. Lo tenemos que admitir, las mentiras nos rodean. Constantemente estamos mintiendo a nuestros familiares, a las parejas, a los colegas, en el trabajo... "Y no lo hagamos con malicia, lo hacemos para que todo funcione, porque si empezamos a decir verdades es posible que se desmonte el chiringuito", admite en un ataque de sinceridad Pau Freixas. Eso es lo que pasa en Todos mienten, que cuando la mentira se ha convertido en una herramienta esencial de convivencia, empieza a flotar la verdad y todo acaba por implosionar. "El problema es cuando sobrepasas la mentira piadosa". Una línea, esta, muy frágil, que marca el tiempo de esta segunda temporada. "Es una de las claves de los nuevos capítulos: ¿hasta dónde mentirías por un hijo? Es un debate interesante. Y aunque la serie no deja de ser un juego de entretenimiento, hay una verdad de fondo. Nosotros ejercemos la idea de que las ficciones pueden ser metáforas de la vida".
Ya fue uno de los factores destacados de la primera temporada y lo vuelve a ser en esta segunda: Todos mienten brilla en la colectividad de su repertorio: no hay personajes principales y figuras secundarias, todos son importantes en el relato (de la misma manera que, o quizás por eso, todos los intérpretes hacen un trabajo sensacional). "Todos los personajes tienen identidad de protagonista", apunta a Freixas. "Esta es una historia con un equilibrio muy bueno entre las escenas dramáticas, las de thriller y las de comedia, y todo bien mezclado. Y estos actores son capaces de eso, de darte la mejor comedia, pero también el mejor drama y el mejor thriller. Así es como hemos conseguido esta coralidad tan particular".
Una coralidad, también, de gente muy emblemática, porque todos ellos: Irene Arcos, Leonardo Sbaraglia, Natalia Verbeke, Juan Diego Botto, Miren Ibarguren, Ernesto Alteiro y Eva Santolaria, entre otros, son actrices y actores que forman parte de nuestro imaginario pop colectivo. "A mí eso me parece que era una de las cosas más bonitas de la serie, porque amplifica la conexión con el espectador", indica la actriz y guionista Eva Santolaria. "Más o menos todos formamos parte de la misma generación y el espectador nos tiene identificados como grupo por películas como Dias de fútbol, El otro lado de la cama o series como Compañeros. De hecho el otro día pensaba que la Miren y yo no habíamos trabajado nunca juntas, pero como ella había hecho a Aida, y yo, Siete vidas, era como si hiciera años que compartiéramos proyectos. Eso lo consigue la tele y es muy chulo: hemos entrado dentro de las casas y del recuerdo emocional de la gente, convirtiéndonos casi en parte de la familia".
Pau Frexias no se puede desenganchar de sus series
"Si acabas viviendo en una serie, quizás no sales", advierte Pau Freixas sobre el peligro de que un creador acabe estableciéndose emocionalmente a su creación. Y entonces recuerda Fellini 8 ½, aquella película de Fellini que finaliza con el protagonista, que no deja de ser una representación del mismo cineasta italiano, viendo pasar por delante de él a todas las personas importantes de su vida: la mujer, la exmujer, la madre, y todos los personajes que, al ser un director de cine, ha creado".
"Nunca te desenganchas del todo de tus series y películas. Las hay, sin embargo, que han hecho un viaje muy conclusivo y que ya no volverán, y otras que no puedes evitar pensar, hostia, este personaje creo que todavía podría andar un poco más. Pero tanto en un caso como en el otro no te acabas de quitar nunca del todo de la cabeza la historia. Es como un recuerdo de alguien bonito que has conocido". Por tópico quizás tocaría hacerlo, pero no lo hago, no le pregunto si habrá tercera temporada de Todos mienten o la soltará. Seguro que me mentirá.