Llega diciembre y con él el frío, las luces de Navidad, el calendario de adviento y por descontado, las estadísticas de Spotify Wrapped. Desde hace unos años, se ha convertido en ritual – a la altura de poner el árbol de Navidad, el pesebre o el tió - compartir con todos nuestros seguidores cuál ha sido la música y los artistas que más hemos escuchado este año. Así pues, sólo entrar diciembre, Instagram y Twitter se nos llenan de estas imágenes, como si a los otros les generara algún tipo de interés lo que escuchamos.

Una de las diversas estadísticas que nos proporciona Spotify son los géneros musicales que más hemos escuchado; reguetón, indie, trap, pop y, como no podía ser de otra manera, música catalana. Porque toda la música en catalán suena exactamente igual, y de hecho, ya nos advertían eso de que el catalán ha dejado de ser una lengua para empezar a ser un género musical cuando nos decían "no me gusta la música en catalán".

Este imaginario común que ahora también ha reafirmado Spotify – aplicación que por cierto, no está disponible en catalán -, es un ataque más a la cultura catalana, porque nos limita y nos hace pequeños, porque los catalanes hacemos cosas pero hacemos de muy diversas.

Quieren que nos creamos que lo que hace Manel es lo mismo que hacen Lildami o Kop

Nos encontramos frente a un estado que cancela conciertos por la lengua con la que se canta - porque utilizar nuestro derecho lingüístico resulta ser una provocación a la extrema derecha -, con una problemática lingüística muy preocupante y ahora quieren que, además, nos creamos que lo que hace Manel es lo mismo que hacen Lildami o Kop. Y paralelamente, los medios de comunicación tampoco nos hacen ningún favor delimitándose a preguntar persuasivamente a todos los artistas el porqué de su elección al hacer música en catalán, como si hacer música en su lengua no fuera nada más que normalización lingüística y no un fenómeno extraordinario.

Es verdad sin embargo, que hacer música en catalán es muy necesario en este contexto de opresión, pero hasta que no entendamos que debe ser una cosa normal y dejemos de utilizar la etiqueta "catalán" o "defensa lingüística" en todo aquello hecho en nuestra lengua, no empezaremos a verla como lo que realmente es: una lengua de uso común. El catalán va mucho más allá de todo aquello politizado, institucional y burocrático, por eso es más importante que nunca crear y escuchar música que se aleje del catalán académico que ya hemos aprendido en la escuela, un catalán políticamente incorrecto que hable sobre sexo y drogas, y que se permita el lujo de existir en la cotidianidad y marginalidad de nuestras vidas porque hasta ahora le hemos otorgando este privilegio al castellano.