En septiembre de 1935, en el punto central de la segunda legislatura de la Segunda República, saltó un escándalo de corrupción monumental que afectaba al presidente del Gobierno y a altos cargos del ejecutivo. Aquella crisis se cerró con unas elecciones anticipadas, la desaparición del partido del gobierno y la derrota electoral de sus socios parlamentarios. Una crisis que tocó de muerte a todo el espectro parlamentario de la derecha y, de rebote, a las principales instituciones de la Segunda República.