Jerusalén, 14 de mayo de 1948. Hace 75 años. La Agencia Judía por la Tierra de Israel, proclamaba el estado moderno de Israel, y culminaba un largo camino que remontaba a la Segunda Diáspora (77 d.C.). Durante el cuarto de siglo anterior (1923-1948), Eretz Yisrael, el nombre abreviado y coloquial de la Agencia Judía, había sido el principal actor en el proceso de canalización del retorno judío y del establecimiento y colonización judía en Oriente Medio, y, concretamente, desde 1929 era el gobierno de facto y el interlocutor con las potencias internacionales de la comunidad judía del Protectorado Británico de Palestina. La proclamación del estado moderno de Israel, hacía realidad la máxima de la Sédder de Pessa'h (la Pascua judía): "el año que viene en Jerusalén", que, durante veinte siglos, había mantenido vivo el sueño del retorno a la tierra de los antepasados.

La Diáspora

Generalmente, asociamos el concepto Diáspora a la gran revuelta judía contra la dominación romana denominada primera guerra judeo-romana (66-73), que culminó con la destrucción de la ciudad de Jerusalén y de su templo principal. Pero, con anterioridad, ya se habían producido otras Diásporas. Las más trágicas serían los exilios —que podríamos llamar, perfectamente, secuestros— al reino de Asiria (733 a.C. – 722 a.C.) y al reino de Babilonia (597 a.C. – 527 a.C.). Incluso, hubo una formidable Diáspora décadas después de la destrucción de Jerusalén en el 73 d.C. Fue después de la tercera guerra judeo-romana (132-135) y de la terrible represión que desató el estado romano, reveladoramente ordenada por el emperador Adriano (nacido y criado en la provincia hispánica de la Bética).

El destino de la Diáspora

La Diáspora es un fenómeno que explica y que impulsa el sueño del retorno. Después de las Diásporas del 73 y del 135, el pueblo judío se dispersó por todo el mundo conocido, que, en aquella época, quería decir del Imperio romano. Pero nunca se disolvieron entre la población de acogida. Los judíos de la Diáspora tenían una tradición cultural y religiosa de una riqueza extraordinaria que se convertiría en el eje de la comunidad y en la columna vertebral de su identidad grupal. Tenemos testimonios de la existencia de comunidades judías consolidadas en todas las grandes ciudades del Imperio romano. Y en el territorio que, siglos más tarde, sería Catalunya, conocemos la existencia de comunidades judías en las ciudades romano-visigóticas de Tarraco y de Barcino (siglos II a VIII), que conservaban y transmitían su tradición generación tras generación.

Los pogromos medievales y los primeros intentos de retorno

La convivencia entre las comunidades judías y la sociedad de tradición cristiana no fue nunca fácil. Durante los siglos VI y VII, en un paisaje de crisis general producido por la desintegración del Imperio romano, la monarquía visigótica hispánica había dictado leyes discriminatorias contra la comunidad judía. Y durante los siglos XII y XIII, en escenarios locales de crisis, se habían producido persecuciones y masacres en varios lugares del continente europeo. Pero los pogromos de 1391 de la península Ibérica, en la cola de la gran crisis provocada por la Peste Negra (1348-1351), marcaron un antes y un después. Aquella brutal explosión de violencia devastó la mayoría de las juderías de las coronas castellanoleonesas y catalanoaragonesas, y a partir de 1391, la comunidad judía empezó a acariciar la idea de creación de un dominio propio en la tierra de los antepasados.

El rabino Sebi i Herzl. Fuente Enciclopedia Judía
El rabino Sebi i Herzl. Fuente Enciclopedia Judía

De Shabtai Sebi a Theodore Herzl

Sin embargo, aquel proceso fue lento. A mediados del siglo XVII aparece la controvertida figura del rabino Shabtai Sebi (Esmirna, 1626), que habría proyectado una emigración masiva de judíos residentes en el Imperio otomano hacia la tierra de los antepasados (1665-1666), y que acabó con una conversión forzada al Islam y un formidable desengaño para miles de familias judías, sobre todo sefardíes y katalanim (originarios de la Diáspora hispánica de 1492) que habían confiado ahorros y esperanzas en aquel movimiento. En este punto es importante destacar que el movimiento del rabino Sebi era de naturaleza religiosa y no tuvo nunca un componente político. No sería hasta pasados dos siglos (finales del XIX) que, con Theodore Herzl (Budapest, 1860), el viejo proyecto de retorno, se articularía políticamente y tomaría forma definitivamente.

Mapa de Palestina (1598). Font Enciclopedia Judía
Mapa de Palestina (1598). Fuente Enciclopedia Judía

Los judíos en Palestina

La mayoría de los historiadores coinciden en la estimación que en la Palestina del rabino Sebi (siglo XVII), los judíos, entendidos como practicantes de la confesión mosaica, eran una minoría. Las Diásporas de la antigüedad y las conversiones forzosas al cristianismo y al Islam de la edad media, impuestas durante las dominaciones, bizantina (siglos V a VII) y árabe (siglos VII a XII), habían limitado el elemento judío a una categoría puramente testimonial, que dificultaba enormemente los proyectos de retorno. Sin embargo, si bien era cierto que la empresa de Sebi había fracasado, entre otras cosas, a causa de estas dificultades, también lo era que había despertado algunas conciencias y había impulsado pequeñas iniciativas, que dos siglos más tarde (finales del XIX) justificarían la proclama de Herzl: "Jerusalén no es más que un reducto de fanáticos religiosos".

Mapa de los establecimientos judíos en 1878. Font Enciclopedia Judía
Mapa de los establecimientos judíos en 1878. Fuente Enciclopedia Judía

El sionismo

El 3 de septiembre de 1897, dieciocho siglos después de la destrucción de Jerusalén, un grupo de notables judíos se reunían en Basilea y fundaban la Organización Sionista Mundial, que se imponía el objetivo de crear un estado judío en Palestina. Este proyecto, de naturaleza claramente política, en contraposición a las iniciativas anteriores, implicaba diluir los grupúsculos integristas de Jerusalén, los "fanáticos religiosos", y crear una sociedad moderna, formada de campesinos, comerciantes y fabricantes de todo el mundo, que emigrarían a la tierra de los antepasados y se convertirían en la base y en el impulso de aquel formidable proyecto político. Theodore Herzl, contemporáneamente considerado "padre del estado de Israel" proclamó "Hoy hemos alumbrado el estado de Israel. Quizás tardaremos cinco años, o quizás tardaremos cincuenta en verlo. Pero el camino es irreversible".

Declaración de Balfour (1917). Fuente Birtish Library
Declaración de Balfour (1917). Fuente Birtish Library

Los otomanos y los británicos

El camino no fue fácil. La región de Palestina continuó bajo dominación otomana hasta 1918 (lo estaba desde el siglo XV). Y las relaciones entre los asentamientos judíos y las autoridades otomanas estuvieron, siempre, muy tensas. En la actualidad, todavía se rememora la leva de jóvenes judíos forzados a combatir en la Primera Guerra Mundial (1914-1918) con el uniforme otomano. Pero después de aquel conflicto, el mapa de Oriente Medio fue sustancialmente alterado. El Imperio otomano, derrotado y humillado, tuvo que ceder Palestina al Imperio británico, y el proyecto de Herzl recibió un formidable impulso. El 2 de noviembre de 1917, el gobierno británico de Lloyd-George firmaba la Declaración de Balfour, que daba apoyo a los asentamientos judíos en Palestina que tenían como finalidad la creación de un "hogar nacional" para el pueblo judío.

Conferencia de Biltmore (1942). Font The Israel Forever Foundation
Conferencia de Biltmore (1942). Font The Israel Forever Foundation

El Holocausto y Biltmore

Iniciada la II Guerra Mundial (1939-1945), las noticias que relataban la detención, saqueo y asesinato de centenares de miles de personas de condición judía en los campos de exterminio nazis (acabarían siendo seis millones de personas) acelerarían el proceso Balfour. El 11 de mayo de 1942, la Organización Sionista Mundial se reunía en Nueva York, y los elementos más dinámicos de la institución, liderados por un joven David Ben Gurion, impulsaban una estrategia para trasladar, de forma inmediata, a tres millones de personas en Palestina y forzar la materialización de la Declaración de Balfour. Aquella estrategia, denominada Declaración de Biltmore (el nombre del hotel donde se celebró la reunión), impulsaría una formidable emigración, incluso antes de la conclusión del conflicto, que pondría las bases para la proclamación de Eretz Israel.

Eretz Israel

La II Guerra Mundial había concluido con la derrota del régimen nazi alemán y con la revelación de los campos de exterminio. Y eso lleva a la tentación de pensar que la creación del estado de Israel fue una compensación por el sufrimiento y dolor infligido al pueblo judío. Pero, en cambio, la historia revela que la etapa entre el fin del conflicto mundial y la proclamación del estado de Israel no fue un camino de rosas. El Imperio británico, arruinado por el conflicto, tocó campanas de réquiem y abandonó el Protectorado de Palestina sin haber conseguido un acuerdo entre judíos y musulmanes para el reparto del territorio (1947). Sería el coraje de los judíos (de los dirigentes y del pueblo), dispuestos a asumir los costes de aquella proclama (humanos y materiales), lo que les conduciría a la culminación de un camino iniciado siglos antes. Hoy hace 75 años.

Mapa de Israel (1948). Font Enciclopedia Judía
Mapa de Israel (1948). Fuente Enciclopedia Judía