Después de estar llamando media hora larga en el portal y el piso equivocado, Queralt Lahoz nos abre finalmente las puertas de su casa, en el barrio de Gràcia. La cantaora urbana de Santa Coloma de Gramenet es la nueva protagonista de La cançó de l'estiu, el podcast estival musical de Revers de ElNacional.cat. "Gracias por haber venido". Nos recibe. Le decimos que no, que gracias a ella por dejarnos invadir por un rato su intimidad. "No, no, gracias a vosotros. Acabo de llegar de gira y tengo un montón de ropa sucia para lavar. Me da taaaaanta pereza. Vuestra entrevista es la excusa perfecta para no ponerme a hacer lavadoras".

Queralt Lahoz / Foto: Sergi Alcàzar

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Una cantaora de Santa Coloma en Gràcia

Queralt Lahoz llegó al barrio de Gràcia hace cuatro años. Vive allí en una de sus calles más icónicas. En un edificio de aquellos que todavía mantiene un ascensor de madera de inicios del siglo XX. En un piso que bien podría haber sido el plató de rodaje de Les Teresines, si no fuera por algunos detalles. Como el cuadro de Manuel Molina Jiménez, figura fundamental del flamenco del siglo XX por sus aventuras con las leyendas del rock andaluz Smash, o su periplo al lado de su pareja Dolores Montoya Rodríguez, cuando se presentaban como Lole y Manuel.

Queralt Lahoz / Foto: Sergi Alcàzar

El óleo, que preside el comedor, lo ha pintado el chico de la Queralt, un artista 360 que también toca la percusión. Él era quien ya vivía en el piso cuando ella se instaló. Dice que quizás se marchan, que todo tiene su principio y su final. Mientras tanto, aquí es donde sigue escribiendo la mayoría de sus canciones. Aquí o en alguna de las cafeterías del barrio que le gusta frecuentar o en el metro, en los largos viajes por nuestro subterráneo que la devuelven al barrio de Les Oliveres de Santa Coloma de Gramenet, donde nació. Regresa siempre que puede para ir a ver a su madre, que sigue viviendo en aquel lado del Besòs.

Entre el flamenco y la música urbana

El barrio es fundamental en la historia de Queralt Lahoz. Fue allí, en sus calles, donde, a través de la frecuencia de Ràdio Teletaxi captada por los transistores que colgaban de las ventanas, que empezó a descubrir el flamenco. Recuerda que cada año la emisora dirigida por Justo Molinero organizaba un festival en Can Zam. Allí fue donde Queralt vivió conciertos que ahora rememora como momentos epifánicos. Como el del Jairo Perera, leyenda local que eclosionó tras el nombre de Muchachito Bombo Infierno. O el de sus grandes mitos, Estopa. En las calles y plazas del barrio, Queralt también descubrió el hip hop. De la suma de referentes, lista de influencias donde es prioritario citar a la Niña Pastori, surgiría su personalidad artística.

Queralt Lahoz / Foto: Sergi Alcàzar

Queralt Lahoz trabajaba en una tienda de ropa. Cuando acababa el turno estudiaba Criminología en la Universitat Oberta de Catalunya. Después empezó a cantar (profesionalmente, porque ella siempre ha cantado). Y las agendas se convirtieron en una especie de versión personal del Tetris donde era imposible encajar todas las piezas. Dejó Criminología en cuarto. Después de militar en varios proyectos, decidió volar por libre. La descubrimos con el EP 1917. Nos cautivó definitivamente con su primer elepé Pureza. Entre la pasión del flamenco y la efervescencia de la música urbana, apuesta sonora que amplifica con un discurso no exento de carga social, Queralt Lahoz se ha convertido en una de nuestras artistas más interesantes y fascinantes. Todo pasión e intensidad, cuando ella canta los sismógrafos captan actividad. Si todavía no la conoces, ya llegas tarde.