Después de un año de silencio discográfico y de la parada obligatoria de los conciertos a raíz de la crisis del coronavirus, los Ebri Knight vuelven a la carga con Carrer. Un EP de larga gestación por culpa del estallido de la pandemia, que los atrapó en pleno proceso creativo. Después de un verano de escenarios vacíos y con la incertidumbre del qué pasará durante los próximos meses, el grupo de Argentona ha conseguido sacar adelante el trabajo gracias a la col·laoboració de sus seguidores, que financiaron el crowdfundig para hacerlo realidad, y empezarán la gira de presentación a finales de abril con nuevas caras sobre el escenario y esperando volver a vibrar con el público. Arnau Aymerich, vocalista de la banda, nos explica cómo ha estado toda quest proceso

¿Cómo se prepara un disco en medio de una pandemia mundial?

Hemos tenido la suerte que la situación ha hecho que el centro temático del disco coja más sentido. La crisis del coronavirus nos enganchó en un momento muy avanzado del proceso de creación, cuando ya habíamos decidido que el eje vertebrador sería la reivindicación de la calle como espacio de intercambio, de aprendizaje, de comunidad...

Una calle que nos prohibieron pisar.

Desde marzo la calle se ha devuelto un espacio hostil y lejano, de desconfianza. Mucha gente le ha cogido un poco de miedo y, por lo tanto, reivindicarla en todos sus frentes es cada vez es más necesario y urgente. Aparte, donde hemos aprendido más cosas es en la calle; donde hemos dado más conciertos; donde hemos expresado nuestras conciencias; donde ha vibrado más nuestro proyecto; dónde han nacido nuestros discos y es donde tenemos que verter nuestras esperanzas. 

Así que es un disco más centrado en la normalidad a recuperar que en la situación que estamos viviendo.

Sí, el disco grita a la comunidad. Al principio de la pandemia sacamos una canción, 'La cura', que no está incluida en el disco y que recoge nuestra etapa creativa inspirada en la pandemia. Detrás del EP hay un proceso mayor, que viene de discos anteriores y que abraza también los meses después del confinamiento.

Sois un grupo que se disfruta en directo más que en cualquier otro lugar. Sorprende que os hayáis decidido a sacar disco en un momento de tanta incertidumbre. Muchos otros artistas han detenido sus proyectos momentáneamente.

Hay dos razones. Primero, porque ahora mismo Carrer es un trabajo vigente y si nos esperábamos corríamos el riesgo que dejará de serlo. Y, después, porque nosotros no entendemos la vida sin música. Seguro que llegará un momento que necesitaremos parar un tiempo o de manera indefinida, pero cuando se vaya recuperando la normalidad nosotros queremos estar. La primera fase creativa del disco la teníamos prácticamente terminada cuando estalló la pandemia y podíamos esperar, pero no mucho. Hemos decidido retrasar la salida medio año, no más.

Una de las canciones más sorprendentes del disco es 'Supervivència' con KeTeKalles, un grupo en las antípodas de Ebri. ¿Cómo surgió la colaboración?

Las veces que hemos hecho directos explicando el disco siempre preguntábamos a nuestros seguidores con quienes creían que colaboraríamos. Nos dijeron 50 grupos y nadie lo adivinó. Y la verdad es que estamos muy contentos. Buscábamos una colaboración insólita, pero que fuera coherente con el EP y lo que ha pasado es muy bonito. Nos propusieron que colaborará toda la banda y han dado una vuelta más a la canción. Eso le ha dado mucha identidad en su parte: suena más a KeTeKalles que a Ebri. Creo que es una de nuestras canciones preferidas del disco.

También habéis vuelto a añadir una canción en castellano, 'La pacha'

Siempre hemos intentado que nuestras canciones estén arraigadas a colectivos mayores, episodios concretos, momentos de nuestras vidas... En La voz dormida nos adentramos en el universo de los poetas de la guerra civil y con 'La pacha' hemos hecho lo mismo en un momento de reivindicaciones de raíz en Latinoamérica. Empezamos a escribir este tema coincidiendo con el golpe de estado a Bolivia y las protestas en Chile, es una canción que bebe de este universo de actualidad.

¿Os sentís cada vez más cómodos con el castellano?

Sin dejar de ser un grupo que canta fundamentalmente en catalán, nos sentimos muy cómodos cambiando la lengua para hablar de la realidad de unos países donde el idioma común es el castellano. No sé si será una constante en los próximos discos. Las canciones salen una en una, pero esta la tuvimos muy clara desde el principio, era una temática que nos llamaba la atención en aquel momento y realmente creo que es uno de los mejores temas que hemos hecho nunca.

El que está claro es que la música de Ebri tiene recorrido más allá de los Países Catalanes.

Estamos en un momento en que se ha desacomplejado mucho este tema y cada vez se escucha más música en euskera, gallego y catalán. Depende a quién se lo expliquemos, si le contamos que tenemos oyentes en Madrid o Salamanca no nos creerá, pero yo recuerdo con mucha estima conciertos a todo el Estado español e incluso hemos hecho tres giras en Alemania. Además, el punk rock siempre nos ha abierto puertas y se consume mucho más a escala europea. Cuando empezamos a tocar pensábamos que si hacíamos este tipo de música en catalán, habría más grupos también empezarían, pero no ha sido así. Y eso nos beneficia, claro está.

La pandemia y el disco os han cogido en un momento de reestructuración de la banda, con la salida de dos componentes y la entrada de dos mujeres músicos en un equipo completamente formado por hombres. ¿Ha sido difícil encajar las nuevas piezas con el confinamiento de por el medio?

Las hemos encajado. Hemos tenido la suerte de encontrar a dos personas que nos han sorprendido gratamente a todos los niveles. Tanto Alba, la flautista, como Laia, la batería, han aportado una energía nueva y no tenemos ninguna duda que cuando podamos volver a dar conciertos y recorrer el país se intensificará todavía más este compromiso de equipo.

Habéis explicado que la decisión de priorizar la entrada de mujeres en el grupo surge de un proceso interno que empezó en el 2018. Sería muy fácil no haber hecho este trabajo de reflexión, más en un mundo tan masculinizado como la música donde los grupos no mixtos están muy aceptados.

Pero cada vez lo está menos. Estamos en un momento donde a todos los sectores nos han puesto un espejo delante con respecto a la brecha de género, también en el mundo de la música. Roba Estesa ha hecho muchísimo trabajo en este sentido y son un referente para nosotros. No nos queremos poner una medalla, pero queremos ser sensibles a la realidad de nuestro entorno y consideramos que la ideología de nuestro proyecto nos obliga a emprender acciones que permitan dirigirnos hacia un mundo más justo. Por eso teníamos claro que en el momento que uno de los espacios de la banda ocupado por un hombre quedara libre lo teníamos que ceder a una mujer. Así lo hemos hecho y hemos encontrado a dos personas que han encajado muchísimo y han expandido nuestra perspectiva musical.

Está muy bien hacer los escenarios más diversos, pero también tenemos un problema con los espacios de fiesta donde hay muchas agresiones machistas. Y eso también pasa en espacios que nos son presentados como "de izquierdas" y seguros.

Ahora que somos un equipo mixto, es importante que de los temas relacionados con el género hablen cada vez más Alba y Laia, pero es evidente que eso pasa. La pandemia nos ha dado una hora del patio para revisar nuestras relaciones sociales, económicas, hábitos de consumo... que a menudo se acentúan en los espacios de fiesta. Nosotros hace tiempo que ponemos el acento en el consumo de drogas, por ejemplo.

¿Entonces?

Yo creo que tenemos que ser cada vez menos pasivos a la hora de convivir con estos episodios. De la misma manera que es muy importante que hagamos un consumo crítico y consciente de todas las sustancias que tenemos a nuestro alcance, también lo tenemos que hacer con las relaciones que tenemos a nuestro alrededor, sobre todo dentro de los círculos próximos, que es donde se legitiman. Si una persona que no conoces de nada te hace una crítica, puede tener relevancia, pero no tanta como si lo hace un amigo. Especialmente en los grupos de hombres.

¿Y desde los escenarios como lo tenemos que hacer?

La escena musical es un medio para dar mensajes y dar ejemplo.  Para nosotros el simple hecho de haber cedido espacios a dos mujeres músicos ayudará a tener más referentes a las personas que las siguen. Es un paso, y todos los que podamos dar como banda hacia a unas relaciones más sanas, tendrían que ayudar que la gente que es fan de Ebri a hacer el mismo camino.

Sois uno de aquellos grupos que forman parte de la primera línea de politización de muchos jóvenes, pero lleváis tocando juntos desde 2005. ¿Podréis seguir saltando la distancia generacional con los primeros oyentes?

No lo sé, la verdad. Hemos tenido la suerte de hacer la música que nos gustaba desde el principio y tener cada vez más público. Es una suerte. Si sacamos un disco y vemos que nos sigue a menos gente, quizás tendremos que replantearnos las cosas. O no, si seguimos pudiendo vivir de tocar. Más que llenar un Sant Jordi, este es el sueño de cualquier banda. Queda mucho bien decir que haces lo que te gusta y das conciertos masivos, pero todos buscamos un equilibrio entre nuestra esencia y aquello que es comercial. Nosotros intentamos ser coherentes y esperamos que nos siga a bastante gente para sentirnos acompañados y vivir de la música, aunque sea con salarios discretos.

Es un momento complicado para la protesta. Las únicas grandes manifestaciones que hemos visto en los últimos meses han sido por el encarcelamiento de Pablo Hasel.

Hemos empezado el disco con una canción que escribimos al principio de las protestas por la sentencia de los presos políticos y que quiere combatir el relato de la violencia. La resistencia ideológica y política se criminaliza desde la mayoría de medios e instituciones y no se ataca la raíz del conflicto, el hecho de que hay unas generaciones al límite del colapso y con un futuro muy oscuro. Las protestas ponen de manifiesto que hay gente que pierde el miedo y para nosotros esta es una actitud que se tiene que normalizar.

¿Queríais crear un himno?

No somos pretenciosos en este aspecto, pero sí que hemos querido acompañar. Gracias a que hay colectivos, asambleas, un montón de gente que organiza espacios de fiesta alternativos, nosotros hemos podido tocar por todos los Països Catalans, pero también conocer luchas compartidas y formarnos políticamente.

¿Veis próxima la posibilidad de volver a dar conciertos?

Hemos hecho un planteamiento muy honesto y hemos preparado uno directo muy explosivo y eléctrico que es lo que creemos que defiende mejor nuestra música. No sabemos que pasará, pero hemos hecho una apuesta por dar continuidad a nuestra música pase lo que pase y tenemos muchas ganas de tocar y cantar nuestras canciones con el público. Para nosotros los conciertos son gasolina y nos inyectan energía y confianza.