Hijos del divorcio es un disco raro”, advierte Lucas Vidaur, el artista detrás de Confeti de Odio. Si Tragedia española, su debut revelación, era una autoparodia rodeada de tristeza y exageración, en su nuevo disco, Vidaur aborda el dolor causado y recibido no solo por la separación de sus padres, sino por otras relaciones amorosas y de amistad, tanto las suyas como las de la gente que le rodea. “El disco habla de cómo nosotros entendemos el amor con unas referencias igual de perdidas que nuestros padres. Cuando creces, ves que los padres son igual de torpes que tú, que no son esos dioses que creías, y eso relaja. Ahí te das cuenta de que no estás tan perdido”. Y eso es raro: aunque muchos artistas hablan del dolor que sienten, el músico madrileño sale de esa figura del sadboy para hacer autocrítica: “No me gustan los artistas que basan sus canciones en el daño que les han hecho, me parece muy falso. El ser humano es de un constante dar y recibir”.

Cuando creces, ves que los padres son igual de torpes que tú, que no son esos dioses que creías, y eso relaja. Ahí te das cuenta de que no estás tan perdido

Los niños del coro

Tan solo empezar, la potencia del coro infantil en 'El coro de los hijos del divorcio' sacude por completo al oyente. Cuenta Vidaur que esa fue la primera idea que escribió del disco, “cuando Tragedia Española tenía dos semanas de vida”. Pero a dos semanas de mandar el disco a fábrica, el artista todavía no había encontrado a las voces ideales: “Me estaba volviendo loco. Escribí como a treinta o cuarenta coros y de milagro un colegio accedió. Fue la leche: yo cantaba una frase, ellos la cantaban de vuelta, y luego Juan Pedrayes (batería de Carolina Durante y productor del disco) lo juntó todo en el ordenador y lo dejó bonito”. ¿No temía que los profesores o los padres se enfadaran por el contenido de la letra? “El profesor era superguay y entendió el concepto de la canción. Los niños creo que no se quedaron ni con la mitad. Pero tenía que ser cantada por un coro porque tiene más efecto que si la canto yo”, cuenta. Y añade: “Si en las películas de terror hay personajes niños, no tenía que ser complicado encontrar coro, pero al final sí lo fue”.

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Hijos del divorcio es el segundo disco de Confeti de odio / Foto: Sharon Lope

Confeti de Odio ha preparado una silueta de canciones cargada de potencia, madurez y desesperanza en base al amor en todas sus formas

Hijos del divorcio no solo sorprende por el tipo de mensaje, sino por la mezcla de sonoridades. El punk pop de su debut ahora se entrelaza con sintetizadores, baladas e incluso autotune. “En este disco, me he forzado a hacerlo un poco más divertido porque escucho cosas nuevas todo el rato. Luego al final todo sonará a Confeti de Odio”, confiesa Vidaur, que quería conseguir algo más dinámico que su anterior disco. Desde 'Estrella', una visión a las doble caras de las relaciones de la mano de sus guitarras habituales, a 'En la oscuridad', con toques disco, Confeti de Odio ha preparado una silueta de canciones cargada de potencia, madurez y desesperanza en base al amor en todas sus formas.

Confeti de odio - 'El coro de los hijos divorciados'

Un disco de película

Acogido por Sonido Muchacho, en este disco todo se ha vuelto más profesional para el artista: “Para el debut, no tenía ningún tipo de urgencia”, y lo contrapone a la presión de este segundo trabajo: “Me gustó porque la presión a veces saca lo mejor de ti. Ha sido simplemente mejor todo: ya tenía el concepto muy claro y lo hice con Juan, como siempre, así que eso no cambió porque estaba la misma buena química y entendimiento”. Además, añade que las dos semanas de grabación en el estudio de Borja Pérez en Barcelona “fueron de lo mejor que he vivido como persona”. Ser el guitarrista de la banda en Axolotes Mexicanos junto a su productor, debutar en la literatura con El tejido de las cosas (Libros Walden) o tener pasión por el cine de terror no le hace entremezclar temas: “Me centro muchísimo y no me desconcentro con la otra cosa. Estoy escribiendo el segundo libro y quiero hacer el segundo corto de terror. Intento que las cosas que hago no se parezcan entre sí para no contaminar”.

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Punk pop millennial y películas de terror, el universo particular de Confeti de odio / Foto: Sharon Lope

Estar mal es horrible, quieres salir de ahí y no es nada en lo que recrearse

Como buen director de cine, Lucas concibió este disco como uno de sus proyectos visuales: “Cuando hago un disco, lo pienso como una película: quería que tuviera un principio, un nudo y un desenlace. No quería que fuesen simplemente muchas canciones juntas, sino que se pudiese disfrutar al completo”, confiesa. Consciente de las etiquetas que recibió con el primer disco, Confeti de Odio sigue fiel a sus raíces: “Ser explícito es mi marca de la casa. Se me tilda de melancólico y triste, y lo asumo, pero creo que hay mucha gente que romantiza la tristeza, y yo lo hago de manera menos sexy. Estar mal es horrible, quieres salir de ahí y no es nada en lo que recrearse”. El artista madrileño tendrá la oportunidad de poner en escena su nuevo trabajo el próximo 18 de noviembre en l’Espai Zowie de L’Hospitalet de Llobregat.