Se reeditan, tras muchos años sin encontrarse más que en las librerías de viejo, algunas obras de Elisabeth Mulder (Barcelona, 1904-1987), una original escritora que había caído al olvido. Ni siquiera era fácil comprar La historia de Java (1932), su obra más emblemática, una novela corta que no se había reeditado en los últimos 30 años. La Fundación Banco Santander ha presentado hoy Sinfonía en rojo. Prosa y poesía selecta, publicada en la colección Obra Fundamental, que recupera a grandes autores olvidados nacidos a finales del siglo XIX o inicios del siglo XX. Las obras de Mulder han sido compiladas por Juan Manuel de Prada, que también ha realizado el prólogo de la obra. Hoy este libro se ha presentado a la prensa en el Liceu, donde también se hará la presentación al público del libro. De Prada ha querido comparar la obra de Mulder a la de Katherine Mansfield, para destacar su calidad.

Elisabeth Mulder. Cuadro de Rosario de Velasco, 1950

Elisabeth Mulder. Cuadro de Rosario de Velasco, 1950.

Una catalana sin fronteras

Mulder, hija de un padre castellano de familia holandesa, y de una madre medio corsa medio puertorriqueña, fue una escritora a la que, en vida, no se le hizo muchos reconocimientos públicos. Era una mujer con un extraordinaria erudición: De Prada destaca que tenía un gran conocimiento de la literatura europea, excepcional entre escritores de la época. Ahora bien, Mulder había tenido una formación especial, porque se había educado en casa, con preceptores, y recibió clases en muchas lenguas, pero nunca escribió en catalán a pesar de hablarlo. Formaba parte de las familias de la alta burguesía catalana que consideraban el catalán como una lengua no esencial.

Éxito efímero

Mulder tuvo mucho éxito antes de la guerra, cuando se dedicaba a la poesía. Dicen, incluso, que Azaña, antes de salir de Barcelona para ir al exilio, envió a un motorista a casa de la escritora para buscar un ejemplar de su última obra. Pero Mulder siempre quiso mantenerse ajena a las modas y a los cenáculos literarios. Ni siquiera entró en la dinámica de los premios. Eso provocó que poco a poco fuera apartada de los círculos intelectuales, aunque publicaba textos y relatos en diarios como La Vanguardia o ABC, o en revistas como Lecturas, Destino o Ínsula (Sinfonía en rojo recoge algunos de sus artículos sobre temáticas literarias). En los últimos años de vida perdió la vista y dejó de escribir, y eso hizo que cada vez fuera más marginada del mundo literario. Cuando se murió, la prensa catalana casi ni hizo mención de su defunción.

Carrera desde la Bonanova

Dicen los que la conocieron que Mulder vivió siempre en el Paseo de la Bonanova, aunque viajó mucho. Había varias leyendas urbanas sobre ella: desde la que afirmaba que había estado en la Columna Durruti, hasta la que hablaba de un exilio dorado en Suiza, pero ninguna de ellas es cierta. De hecho, se casó siendo muy joven, con diecisiete años, con Ezequiel Dauner y enviudó con treinta años; en conjunto tuvo una vida plácida. Empezó escribiendo poesía, en un estilo que no tenía mucho que ver con lo que se escribía en aquella época. De Prada apunta que "Su poesía tiene que ver más con el modernismo que con la generación del 27, con la que coincide temporalmente". De hecho, el antólogo destaca que Mulder no se encuadró con ningún estilo de moda, y que eso contribuyó a su aislamiento. También se dedicó a hacer incursiones en la literatura infantil, y traducciones de grande autores anglosajones como Joseph Conrad o Lawrence de Arabia.

Elisabeth Mulder. Retrato realizado miedo su padre, Enrique Mulder, 1920

Al margen de ideologías

De Prada afirma que Mulder conocía bien la literatura feminista europea, pero que ella no hizo una literatura feminista como tal, aunque ponía en el centro de su narrativa a personajes femeninos, que intentaban escapar del destino que les reserva la sociedad. El antólogo ha querido dejar claro que la obra de Mulder no fue nunca militante, y eso resultó muy difícil en unos momentos tan difíciles como los de la posguerra... Mulder formaba parte de una generación "escindida", con escritores en catalán y en castellano, separados por el trauma de la guerra y por los posicionamientos políticos. De Prada considera que el hecho de no haberse alineado con nadie contribuyó a relegarla, porque no fue reivindicada por ningún grupo de críticos literarios.

De la poesía a la narrativa

Mulder fue una escritora muy precoz: empezó a publicar con 20 años... Sacó muchos libros de poemas siendo muy joven, con un estilo vehemente, contundente. Pero más tarde se pasó a la narrativa, y su estilo se transformó, con una obra muy introvertida, muy equilibrada, de gran madurez. De Prada afirma que para él fue una gran sorpresa descubrirla: "Cuando la leí por primera vez me quedé perplejo para que esta autora no figurara entre los grandes de su época, me quedé perplejo para que no fuera tan poco conocida". Afirma que en ciertos momentos recuerda la habilidad de Chejov, y que es una maestra de la narración.

Un compendio diverso

Sinfonía en rojo quiere ofrecer una panorámica de la obra de Mulder, con mayor predominio de su narrativa, que es lo más destacado, pero también incluyendo su poesía y su producción periodística (empezó a publicar artículos antes de la guerra civil). Incorpora incluso una novela larga, El vendedor de vidas, y también el más emblemático de sus relatos: Historia de Java, la historia de una gata en busca de su libertad. Y entre sus poesías tanto incluye las más tempranas, como las obras de madurez, que la situarían más cerca de la Generación del 27.

 

Foto de portada: Elisabeth Mulder en un retrato aparecido en Nova Imatge de 1973.