Madrid, 21 de noviembre de 1933. Hace 90 años. El Ministerio de la Gobernación de la República española hacía públicos los resultados de las elecciones generales anticipadas celebradas dos días antes, el 19 de noviembre. Se había producido una inversión de pesos en las políticas catalana y española que anticipaba un periodo convulso. En Catalunya, la plataforma ERC de Macià y Companys sufría una importante sacudida y cedía (hoy sabemos que temporalmente) su condición de partido hegemónico (que había ganado en los comicios municipales de 1931 y que había confirmado en las elecciones generales de 1931 y las del Parlament de 1932). Y en España; las izquierdas representadas por el PSOE de Julián Besteiro, el PRRS de Marcel·lí Domingo y el AR de Manuel Azaña sufrían un descalabro que las apartaba del gobierno que ejercían desde junio de 1931.

Las elecciones de las mujeres

Antes de hacer un análisis de los resultados de aquellas elecciones hay que apuntar un dato muy importante. Las generales de 1933 fueron los primeros comicios de la historia de España donde votaron las mujeres. Hasta entonces, el voto femenino había sido limitado a consultas de alcance local. En Canet de Mar, las mujeres votaban por primera vez en la historia peninsular (16 de abril de 1933) en el referéndum para decidir la construcción de un nuevo mercado municipal. Pero, mientras tanto, en las Cortes de la República, las diputadas Victoria Kent (PRRS) y Clara Campoamor (PRR) serían duramente combatidas por sus propios partidos, y por el PSOE y por AR, con el objetivo de impedir el voto femenino. Aquellas izquierdas proclamaban que las mujeres no tenían criterio propio y que su voto estaba tan influido por el discurso de la Iglesia, que desvirtuaría las elecciones en beneficio de la derecha.

Cambó, uno de los líderes de la Liga Regionalista, votante en las elecciones de 1933. Fuente Instituto de Estudios Fotografics de Catalunya
Cambó, uno de los líderes de la Lliga Regionalista, votando en las elecciones de 1933. Fuente Instituto de Estudios Fotográficos de Catalunya

¿Qué había pasado en Catalunya?

En Catalunya se produjo un descalabro de las izquierdas. Pero por motivos diferentes de los de España. ERC y sus confluencias (Unió Socialista de Catalunya, Partit Republicà Democràtic Federal, Acció Catalana Republicana); se habían posicionado a favor de las tesis de Kent y de Campoamor. Por lo tanto, en 1933 no había un voto de castigo femenino. Pero sí que había una decepción general con las expectativas que había generado la plataforma de Macià y Companys. El gobierno de Catalunya era una olla de grillos. Las disputas entre los independentistas de Macià y los federalistas de Companys consumían las energías y el prestigio de aquel gobierno. Y eso tenía un precio: el gobierno de la Generalitat, que había sufrido derrotas políticas de gran envergadura ante el gobierno central; se mostraba como un barco a la deriva que había perdido la hoja de ruta de 1931.

La intoxicación de la política catalana: el PSOE y el Banco de Reus

El presidente Macià, sin duda el gran político catalán del siglo XX, inició su mandato con mucha fuerza. Pero hubo dos sucesos que condicionaron su agenda. Restaurado el autogobierno (abril, 1931); el presidente Macià entendió que la autonomía política (la que tenía que conducir a la independencia) no era posible sin una autonomía financiera. Así de simple, tener la llave del cajón. Y con Evarist Fàbregas, presidente del Banco de Reus (en aquel momento uno de los tres grandes bancos españoles) proyectaron convertir la entidad reusense en el banco público de Catalunya. Cuando Indalecio Prieto (PSOE), ministro de Hacienda de la República, tuvo noticias de esta negociación (y la tuvo por la ingenuidad de los dirigentes de la facción federalista de ERC), provocó la quiebra y desaparición del banco (7 de julio de 1931).

Gil Robles, Lerroux y Martinez de Velasco. Fuente Real Academia de Historia i Senat de España
Gil Robles, Lerroux y Martínez de Velasco. Fuente Real Academia de Historia y Senado de España

La intoxicación de la política catalana: la FAI española devora la CNT catalana

La prensa del primer bienio de autogobierno (1931-1933) pone de relieve el clima de gran conflictividad social que golpeaba la economía catalana y que ponía en riesgo el régimen republicano. Visto con nuestros ojos, resulta incomprensible. Pero las dudas se disipan cuando sabemos que poco después de la restauración del autogobierno (abril, 1931), se produjo un silencioso desembarque de violentísimos dirigentes de la FAI española (Durruti, Ascaso) que pasaron a controlar la CNT, el sindicato mayoritario en el mundo obrero catalán y a fagocitar a sus líderes catalanes. En este punto, es importante recordar que años más tarde, con el asesinato de Miquel Badia i Capell, uno de los fundadores de Estado Catalán y ex Comisario de Orden Público de la Generalitat (abril, 1936), se pondrían de manifiesto unos sórdidos vasos comunicantes entre la FAI y Falange Española.

Una decepción detrás de otra

La bancarrota provocada del Banco de Reus, destinado a ser el motor financiero del autogobierno y que condenaría a la Generalitat al papel de eterno pedigüeño, representó una gran decepción para la sociedad catalana. Todo lo que vino después, no era más que una consecuencia de aquel fracaso. El gobierno de Catalunya, sin recursos económicos propios, no podía implementar las leyes progresistas que habrían dejado sin argumentos a los "submarinos" de la FAI. Pero la correlación recursos-políticas se pondría especialmente de manifiesto con la negociación del Estatuto de 1932. El texto inicial, aprobado por casi todos los ayuntamientos del país y refrendado por el 99% de la ciudadanía; sufrió la erosión del cepillo en las Cortes de Madrid, porque Catalunya no tenía fuerza politico-económica para defender el techo estatutario que había decidido el país.

Pasquín anti estatuto de Catalunya (1932). Fuente Wikimedia Commons
Pasquín anti estatuto de Catalunya (1932). Fuente Wikimedia Commons

El preludio del batacazo

No obstante, aquella situación subordinada, impensable durante las semanas inmediatamente posteriores a la proclamación de la República (abril, 1931), tenía unos efectos perversos para todos los actores de la escena. El fragmentado Gobierno (PSOE, PRRS, AR) tenía cierta dependencia de los diputados de ERC; que, en la medida de sus escasas posibilidades, acondicionaban la agenda política española. Y la derecha española (CEDA, PRR, Partido Agrario) lo convirtió en munición. En la campaña electoral de 1933, la derecha española prometió derogar el autogobierno catalán y abortar los procesos estatutarios vasco, valenciano y gallego. En Madrid organizaron un mitin anti-Estatuto de Catalunya en la plaza de toros de las "Ventas"; que era la concentración mayor de la historia de la capital española.

El batacazo

La plataforma del gobierno de Catalunya se presentó a los comicios con el corazón en la mano, que no impidió que Macià y Companys vieran cómo los 31 escaños de las generales de 1931 se reducían a 18. Pero lo peor fue ver cómo la monárquica y conservadora Lliga Regionalista, que durante el bienio 1931-1933 había desplegado una política de "palos en la rueda" al gobierno progresista de Catalunya; multiplicaba por cinco su representación en las Cortes: pasó de 4 diputados en 1931 a 24. En España, el PSOE —el principal partido de la izquierda— perdería la mitad de su representación (de 115 a 58); y las fuerzas ganadoras que formarían gobierno serían el tripartito de la plaza de toros de las "Ventas": la CEDA, de Gil-Robles (115 diputados); el PRR de Lerroux (104 diputados) y el Partido Agrario Español, de Martinez de Velasco (36 diputados).

Un colegio electoral de Játiva. Un grupo de mujeres vota en las elecciones de 1933. Fuente Ayuntamiento de Játiva
Un colegio electoral de Játiva. Un grupo de mujeres vota en las elecciones de 1933. Fuente Ayuntamiento de Xàtiva

El error que costó el batacazo

El error del gobierno de Catalunya fue confiar en España. Y todavía, siguieron confiando en los Hechos de Octubre (1934), el fracasado intento de reformar la arquitectura política del estado, que se saldaría con la intervención de la Generalitat y el encarcelamiento del gobierno. Siguieron creyendo en estallido de la Guerra Civil (1936); confiando en la CNT-FAI; que, derrotados los militares golpistas, perpetraría su propio golpe de estado e impondría un régimen de terror. Y en las postrimerías de la Guerra Civil (1938), cuando la Sociedad de Naciones y la Cruz Roja propusieron la creación de una zona desmilitarizada de administración internacional entre la Tordera y el Pirineo, y el presidente Companys lo rechazó argumentando que Catalunya se debía a la República española para ganar la guerra. Con las tropas rebeldes que ya habían saltado el Ebro.