Madina Maiurca (actualmente Palma); 22 de agosto de 1114. Hace 908 años. Un ejército aliado, formado por los dominios independientes de Barcelona, Narbona, Montpellier, Nimes, Niza, Pisa, Florencia y Lucca; desembarcaba en la bahía y sitiaba la ciudad. Aquella operación militar, que duró ocho meses y que culminaría en abril de 1115 con la devastación de la ciudad y la destrucción de todas las infraestructuras navales de la isla (de la temible piratería musulmana mallorquina); motivaría la redacción de una crónica —obra de Henricus Pisanus— que, hasta la actualidad, es la constancia documental más antigua que tenemos del sustantivo Catalunya y del gentilicio catalanes. En aquel Liber Maiolichus se dice que Ramon Berenguer III, conde independiente de Barcelona, y sus huestes son catalanensis que proceden de Catalania. ¿Sin embargo, cuál es el origen del nombre Catalunya?

Mapa de la Marca de Gòtia en el siglo IX. Fuente Archivo de ElNacional
Mapa de la Marca de Gotia en el siglo IX. Fuente: Archivo de ElNacional

La hipótesis GOTHALANIA>CATELANIA

La hipótesis que hace derivar el nombre Catalunya de Gothalania (tierra de los visigodos) tuvo cierta predicación durante el siglo XX; pero algunas investigaciones recientes revelan que esta hipótesis tiene un largo recorrido que remonta a mediados del siglo XV, en una época, todavía, dominada por la tradición legendaria medieval (la que divulgó las leyendas de Otger Cataló y los siete barones de la fama; o la leyenda de las barras de sangre de Guifré el Pilós (el Velludo) sobre el escudo del rey Carlos II de Francia).

Argumentos a favor:

Cuando, a mediados del siglo VIII —después de la conquista árabe de la península ibérica— los francos iniciaron la recuperación de la antigua provincia visigótica de la Narbonense (el actual Languedoc), denominaron aquel territorio Marca de Gotia. A finales del siglo VIII (775-785), el emperador Carlomagno expandió aquella Marca en el sur de los Pirineos (extremo nordoriental del viejo Conventus Tarraconensis de la época romana y visigótica (siglos V en VIII) y creó los condados carolingios de Rosellón, Cerdanya, Urgell, Empúries, Girona, Osona y Barcelona; la Catalunya vieja. Desde el 801, Barcelona —la plaza más meridional de los dominios carolingios— fue la capital de la Marca de Gotia; y sus condes (por lo menos, durante el siglo IX) fueron siempre, también, marqueses de Gotia. Por lo tanto, tiene cierto sentido que la Marca de Gotia se convirtiera en Gothalania.

Argumentos en contra:

No hay ningún documento de la época que relacione el topónimo Gothalania con la Marca de Gotia. Tan solo, en algunos documentos cartográficos posteriores, asocian este topónimo a una región de la península escandinava. Volviendo al sur de Europa, diríamos que la Gothalania extensa o la Gran Gothalania (entendida como el antiguo dominio de los visigodos en el Mediterráneo occidental) tendría que referirse a buena parte del territorio de la península ibérica: los dominios de la monarquía visigótica hispánica (siglos V a VIII) —que se desintegró con la conquista árabe (711-724)—, iban mucho más allá de las provincias Narbonense y Tarraconense que mecieron la Marca carolingia de Gotia; y abarcaba la Cartaginense (valle del Segura y submeseta sur), la Bética (valle del Guadalquivir) y la Lusitania (valles bajos del Tajo y del Guadiana).

Mapa de las diócesis catalanas (1679). Fuente Cartoteca de Catalunya
Mapa de las diócesis catalanas (1679). Fuente Cartoteca de Catalunya

La hipótesis LAKETANIA>CATELANIA

Esta hipótesis fue postulada y defendida por el lingüista Joan Coromines i Vigneaux (Barcelona, 1905-1997), figura bandera de la filología catalana y autor del Onomasticon Cataloniae, obra cumbre de la etimología catalana, fruto de más de sesenta años de investigación (1931-1994); y que recoge el origen y explica la evolución de más de 400.000 topónimos vivos en el conjunto de territorios de los Países Catalanes. Esta hipótesis ha sido ampliamente divulgada y aceptada por el mundo académico catalán.

Argumentos a favor:

El cuadrante nordeste peninsular fue intensamente romanizado (siglos III a. C. a V a. C.); pero la composición étnica de la población no se vio alterada. Incluso en las ciudades del territorio (Tárraco, Emporiae, Bárcino, Dertusa, Ilerda, Gerunda, Egara) los indígenas fueron, siempre, el elemento cuantitativamente dominante. Según los historiadores Josep Maria Nadal y Modest Prats, de la Universidad de Girona y autores de la "Historia de la lengua catalana"; aquella sociedad precatalana, a pesar de haber sido sometida a una larga e intensa romanización, habría conservado la memoria de un pasado indígena, formado por un rompecabezas de pequeñas naciones norteibéricas y protovascas. No en balde, los límites de las diócesis catalanas —trazados después de la dominación romana—, coinciden, sorprendentemente, con el mapa de las naciones indígenas prerromanas.

Argumentos en contra:

Eso explicaría la conservación de ciertos topónimos indígenas, por lo menos para identificar los "países" (una expresión que, en el mundo rural catalán todavía se utiliza para referirse a una comarca). Según Coromines, el topónimo laketania (del "país" de los antiguos lacetanos, que, en la etapa de formación de los condados carolingios catalanes, fue una zona de activa colonización) habría sufrido una alteración silábica, muy habitual en aquel proceso evolutivo del latín vulgar al catalán primigenio, y habría dado como resultado el topónimo Katelania. Pero esta hipótesis, que es más sólida que la anterior, sufre del mismo mal: no hay ningún documento coetáneo que lo corrobore. Y además, en aquel momento (siglo IX), la antigua Lacetania, era una zona periférica y fronteriza de la Gotia, que difícilmente podía representar una identidad más allá de su propio territorio.

Mapa de las naciones pre romanas del norte este peninsular. Fuente Universidad de Lisboa
Mapa de las naciones prerromanas del noreste peninsular. Fuente: Universidad de Lisboa

La hipótesis CASTELANIA>CATELANIA

Entre los siglos VIII y XII (la etapa durante la cual la frontera con el mundo árabe se desplazó, lentamente, desde la desembocadura del Ter hasta la del Ebro), el territorio que prefiguraba Catalunya fue un país de castillos. Y destacados historiadores medievalistas actuales, como el profesor Flocel Sabaté, de la Universidad de Lleida, sostienen que el topónimo Catalunya tiene una relación directa con aquel estado de conflicto permanente; y, sobre todo, con aquel paisaje de construcciones militares.

Argumentos a favor:

Los condados carolingios catalanes (siglos VIII e IX) fueron un territorio en movimiento permanente, que obligó a sus dirigentes a articular a la población a partir de construcciones militares defensivas. Los castillos amojonados (el edificio y su zona de influencia) se convirtieron en referencias indispensables para la colonización del territorio; y en la génesis de la mayoría de pueblos y villas de la Catalunya vieja. Poco después (siglos X y XI), la mal llamada Revolución Feudal, impulsaría la figura del castlà (el propietario del castillo delimitado) que alcanzaría un protagonismo absoluto en aquella sociedad. Con la instauración del régimen feudal, el castlà (el barón feudal) usurpó la pequeña propiedad y se convirtió en el único propietario del castillo y término. Usurpó el bien público y se convirtió en el policía, el general, el fiscal, el juez y la hacienda del castillo y término.

Argumentos en contra:

Según el profesor Sabaté, la dimensión de la figura del castlà tuvo un efecto extraordinario en la Marca de Gotia, hasta el extremo de que se identificó el territorio como "tierra de castlans" que derivaría en "Catelania". No obstante, este argumento nos revela el dibujo de una sociedad extremadamente encuadrada y militarizada que no sería demasiado riguroso. Aunque es cierto que el empuje colonizador (la disposición de la población y la creación de un aparato productivo) fue, en buena parte, promovido por el poder condal y baronil —los castlans—; también lo es que en aquel proceso jugaron un papel importantísimo otros actores; como los monasterios y las abadías, impulsores de formidables "rompudes" (deforestación de los bosques y conversión en cultivos); o las colonizaciones espontáneas, formadas por grupos que actuaban al margen del poder.

A pesar de que la última hipótesis (Tierra de Castlans>Catelania) parece la que, actualmente, tiene más aceptación entre la comunidad académica; todavía hay grupos importantes que defienden, sobre todo, el origen "indígena" del nombre Catalunya (Laketania>Catelania). Este carece de consenso, lejos de representar un problema, alimenta un debate enriquecedor que quiere suscitar un misterio de mil años de antigüedad: el origen del nombre de nuestra patria.

Página del Liber Maiolichus donde aparece el sustantivo Catelania. Fuente Biblioteca Universtària de Pisa
Página del Liber Maiolichus donde aparece el sustantivo catelania. Fuente Biblioteca Universtaria de Pisa

Imagen principal: Mapa de Catalunya (1696). Fuente: Cartoteca de Catalunya.