Hay películas de miedo y hay películas de miedo. Para entendernos: hay un cine de terror basado en sustos, en chorros de sangre y en vísceras, en psicópatas enmascarados y en fantasmas y espíritus juguetones y cabronazos. Y hay otras aproximaciones al género que conectan directamente con las heridas emocionales de sus personajes y que provocan un horror mucho más profundo. Devuélvemela, que ha llegado esta semana a las salas de cine, pertenece claramente a este segundo grupo. No os libraréis de sobresaltos, piel de gallina y repentinos escalofríos, pero es cierto que la capacidad inquietante del film no se queda en las inevitables reacciones epidérmicas. Va más allá, mucho más allá.
La premisa de la nueva película de los hermanos Danny y Michael Philippou, revelados con la notable Háblame (2022), sigue a dos adolescentes que acaban de perder a su padre: un joven a punto de cumplir los 18 años y, por tanto, de tener la capacidad legal para ocuparse de su hermanastra, ciega y mucho más joven. Ambos terminan en una casa de acogida, la de una terapeuta especializada en niños que perdió a su hija y que tiene bajo su protección a otro niño que parece tener algún tipo de discapacidad cognitiva que le impide pronunciar palabra y que le provoca comportamientos difícilmente comprensibles. Mejor no contar más de un argumento perverso y retorcido, sorprendente y sí, con giros de guion. Pero fundamentalmente sostenido por todo lo que va por dentro: de la dueña de la casa, de la pareja de hermanastros y del otro menor habitante del hogar. Desde este punto, Devuélvemela reflexiona sobre los traumas, esas heridas del alma imposibles de curar, y casi se convierte en un tratado sobre asuntos como la pérdida y el duelo, y los abusos a los niños. Y todo lo encara con un coraje insólito, en la escritura y en la puesta en escena, porque los Philippou se atreven a lo que escasos cineastas han osado plantear. Y con una capacidad para perturbar a la audiencia que muy pocos han logrado.

Las caras del terror
De algún modo, Devuélvemela juega en la misma liga que la magistral Amenaza en la sombra (Nicolas Roeg, 1973), en la de Déjame entrar (Tomas Alfredson, 2008) o en la de las películas de Ari Aster, Hereditary (2018) y Midsommar (2019). También conecta con títulos como Sola en la oscuridad (Terence Young, 1967), donde Audrey Hepburn era una mujer ciega acosada, como le sucede en algunos momentos a la adolescente del film que nos ocupa. E incluso hace un guiño al cine de Michael Haneke y a la brutalidad extrema del horror venido de Francia a principios de este siglo (de Martyrs a Frontière(s) pasando por À l’intérieur). Hablamos de una rama del género que rompe moldes con valentía, que no teme cruzar líneas rojas, pero que nunca hace nada gratuitamente.
El uso poco adecuado de un cuchillo de cocina (¡virgen santa, qué escena!), unas viejas cintas de vídeo sobre los ritos de una especie de secta, una piscina vacía, un congelador que no guarda precisamente ni guisantes ni pizzas, un beso en un funeral… son algunos de los ingredientes que ponen a prueba la tolerancia del público y contribuyen a estremecerlo. Impactantes golpes de efecto que forman parte, y están siempre al servicio, de una tesis mucho más compleja. Como Hansel y Gretel intentando sobrevivir a los pasteles de la bruja, los hermanastros protagonistas de Devuélvemela tratan de superar un empacho de chupitos de whisky, una borrachera tremendamente catártica que marcará un punto de inflexión.
Desasosegante y poderosa, la magnífica segunda película de los hermanos Philippou los confirma como una estimulante realidad llegada para sacudir las bases de un género demasiado abandonado a las fórmulas
Es justo destacar el trabajo de los actores. Por un lado, los jóvenes Billy Barratt y Sora Wong, una joven debutante con discapacidad visual que, sin experiencia previa, dejó boquiabiertos a los directores en el casting. Y por otro, la reconocida Sally Hawkins. Nominada al Oscar por Blue Jasmine (2014) y por La forma del agua (2018), Hawkins hace toda una exhibición de recursos, de la empatía a la desesperación, de la ternura a la reacción volcánica. Qué trabajo tan extraordinario, el de la actriz británica.
Desasosegante y poderosa, la magnífica segunda película de los hermanos Philippou los confirma como una estimulante realidad llegada para sacudir las bases de un género demasiado abandonado a las fórmulas. La audacia de los cineastas, la cantidad de ideas narrativas y formales, y la aproximación temática que proponen, convierten Devuélvemela en una de las experiencias más malrolleras, y también sobrecogedoras, que encontraréis en una sala de cine. ¡Avisados estáis!