Hace unos meses escribía un artículo preocupada de haberme dado cuenta de que existe cierto predominio de ideas de derechas entre los jóvenes. Ciertas actitudes, ciertos comentarios, cierto coqueteo con un cierto imaginario. El estudio Culpables hasta que se demuestre lo contrarío, sobre masculinidad y violencia de género, publicado hace una semana, concluía que si bien el feminismo tiene un éxito social evidente, entre los chicos jóvenes ha calado la idea, en los últimos cuatro o cinco años, que el movimiento impone un pensamiento único; hay un retroceso entre ideas igualitarias y se niega o se pone en cuestión la violencia machista. Los que os paseáis por aulas de instituto y habéis hablado con ellos, seguramente ya os habréis dado cuenta.

Los chicos jóvenes han crecido con la revolución del me too y han visto el feminismo ganar terreno y convertirse en una idea hegemónica. Pero a la vez han sentido que, de alguna manera, el movimiento los señalaba con el dedo

Tenemos que pensar que estos chicos jóvenes han crecido con la revolución del me too y han visto el feminismo ganar terreno y convertirse en una idea hegemónica. Pero a la vez han sentido que, de alguna manera, el movimiento los señalaba con el dedo. Por ser hombre eres culpable de. Por ser hombre cargas las faltas de tus ancestros. Por ser hombre te presuponemos agresor. Tú eres responsable de mis opresiones. La reacción ha sido el rechazo. Porque, ciertamente, no es atractivo acercarte a un movimiento que solo te culpabiliza. Y estamos perdidos si el feminismo no consigue interpelarlos porque lo queremos un movimiento total, no solo del cincuenta por ciento. Seguramente, pues, con estos jóvenes la estrategia tiene que ser otra.

Lo que es básico es transmitir que la lucha feminista no se articula en contra de los hombres, sino en contra del patriarcado, de un sistema de género que también a ellos les impone mandatos y prohibiciones

Lo que es básico es transmitir que la lucha feminista no se articula en contra de los hombres, sino en contra del patriarcado, de un sistema de género que también a ellos les impone mandatos y prohibiciones y que es eficaz justamente porque subsume a todos los sujetos en las relaciones de dominación. Para estos jóvenes que llenan las aulas, que siguen youtubers con ideas profundamente retrógradas y que niegan la violencia machista, lo que quiere decir ser un hombre ya está escrito y también es un constructo que evoluciona y cambia (si no, fijémonos en la idea de virilidad del siglo XVII: pelucas con rizos, lazos y tacones). Hablan Bello Hooks y Clara Serra. En los patios de las escuelas, los maricones no son solo aquellos que desean a otros hombres, sino todos aquellos que no encajan con la masculinidad normativa: valientes como se espera, dominantes como se espera o líderes como se espera. Una masculinidad, como decía Elisabeth Badinter, basada en tres negaciones: no ser una mujer, no ser un niño y no ser un homosexual (no ser o parecer, pues, infantil, débil, dependiente). También, claro está, todo lo que se aleja del mundo cisgénero. Esta, pues, es una lucha que les incumbe porque la masculinidad ejerce una violencia también contra ellos.

Es un relato conservador, el que dice que los hombres vivían muy bien hasta que llegó el feminismo

No puede quedar fuera de los debates sobre feminismo el hecho que los hombres encabezan lista de muertes por inseguridad laboral, una mayor siniestralidad en accidentes de tráfico (relacionada con la temeridad y la valentía), una incapacidad para pedir ayuda psicológica, que conlleva un mayor aislamiento y un mayor índice de suicidio. Es un relato conservador, el que dice que los hombres vivían muy bien hasta que llegó el feminismo. Porque no es solo a cogerles privilegios, que hemos venido. Y porque quizás no sale tan a cuenta ser hombre, como nos han vendido que quiere decir serlo.

No sé si somos conscientes de cómo de preocupante es que las creencias de los chicos tan jóvenes se alineen con las de la extrema derecha, donde hay una verdadera guerra en marcha en contra del feminismo

No sé si somos conscientes de cómo es de preocupante que las creencias de los chicos tan jóvenes se alineen con las de la extrema derecha, donde hay una verdadera guerra en marcha en contra del feminismo. Leía que VOX es el partido más seguido en tiktok, un partido que ha articulado buena parte de su ideario con el antifeminismo como bandera. No se esconde. Porque sabe que convoca un voto masculino enfadado con las feministas enfadadas. Porque sabe, también, que la lucha feminista toca todos los equilibrios, porque es una lucha interseccional contra la desigualdad. Tenemos trabajo a hacer con los chicos jóvenes, en las aulas y donde sea. Y es justamente donde tenemos que hacerla más seriamente, allí donde se nos pone en duda, allí donde no se nos cree, allí donde no interesamos. Tenemos trabajo seduciéndoles desde el feminismo. Pero que sea un lugar de donde salgan más libres.