Abadía de Corvey (ducado independiente de Sajonia, actualmente land alemán de Renania del Norte-Westfalia), 2 de noviembre de 980. Hace 1.045 años. El monje y cronista Viduquindo dejaba escrito que se había instituido la jornada del 2 de noviembre para recordar a los cristianos que habían muerto recientemente, cuyas almas vagaban en el purgatorio a la espera de alcanzar la purificación que las conduciría al cielo. El propio Viduquindo afirmaba que esta celebración se había convertido en un fenómeno general en Sajonia, sorprendentemente entre una sociedad mayoritariamente pagana. En favor de la afirmación del monje, cuenta el hecho de que la proximidad del año 1000 había impulsado una cultura apocalíptica que operaba a favor de la difusión de este tipo de celebraciones. Pero, ¿era como lo decía Viduquindo? ¿O ese seguimiento obedecía a otros factores culturales?

¿Qué fue antes, el Día de los Difuntos o el Día de Todos los Santos?
El Día de los Difuntos y el Día de Todos los Santos son dos fiestas cristianas de naturaleza funeraria que se complementan y que, por ello, las jerarquías eclesiásticas situaron correlativamente sobre el calendario. Pero las fuentes documentales revelan que primero se instituyó el día de los Difuntos (2 de noviembre) para recordar a los muertos recientes y orar por la salvación de su alma. Y después se instituyó la jornada de Todos los Santos (1 de noviembre) para honrar la memoria de los antepasados, muertos más lejanos en el tiempo, pero tan importantes como los recientes porque explican nuestra historia familiar. Ahora bien, ¿son dos fiestas de fábrica cristiana? ¿O tienen un origen que se pierde en la nebulosa del tiempo y, simplemente, fueron adaptadas al calendario litúrgico cristiano? ¿Cuál es el verdadero sustrato cosmogónico de los días de los Difuntos y de Todos los Santos?
El remoto origen de Todos los Santos
La época del monje Viduquindo coincidiría con una importante empresa evangelizadora que se desplegó en el norte de Europa. Esto explica que, a caballo del año 1000, las religiones ancestrales todavía dominaban el paisaje cultural de esas sociedades. Fue, pues, en el transcurso de esta ola evangelizadora cuando las jerarquías eclesiásticas adaptaron la ancestral y milenaria fiesta celta del Samhain al calendario cristiano. En este punto, es importante destacar que la suplantación de divinidades, mitos, cultos y celebraciones ancestrales —mal llamadas paganas— era una práctica habitual en los procesos de evangelización de las sociedades europeas medievales. El Samhain, una fiesta funeraria celta que se celebraba en el centro y el oeste del continente, fue suplantado por los días de Difuntos y Todos los Santos.

¿Qué era el Samhain?
Para la cosmogonía celta (las sociedades antiguas que poblaron el centro y el oeste del continente europeo durante los milenios II y I a.C.), el año estaba dividido en dos mitades: la época de la luz —la primavera y el verano—, dominada por días largos y soleados que simbolizaban la celebración de la vida, y la época de la oscuridad —el otoño y el invierno—, presidida por noches inacabables y frías que se interpretaban como el imperio de la muerte. Los protovascos —que aparecen en la escena europea tres milenios antes que los celtas— también habían creado un relato cosmogónico que explicaba la formación del mundo y la existencia de los seres vivos a partir de la dualidad vida-muerte. Con un ciclo cronológico más corto (el día —de la vida— egunekoak, y la noche —de la muerte— gavekoak), pero, de la misma forma, con una naturaleza claramente contrapuesta.
¿Qué pasaba en la noche de Samhain?
Según la cosmogonía celta, la noche de Samhain —que la investigación historiográfica y antropológica sitúa en la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre del calendario cristiano— era el momento en el que se producía el cambio de ciclo: el inevitable tránsito de la época de la luz y de la vida —la primavera y el verano— hacia la época de la oscuridad y de la muerte —el otoño y el invierno—. Y según el mismo relato cosmogónico, en este impasse se abrían unas ventanas que conectaban el mundo de los vivos con el de los muertos. Durante esa noche, los vivos se comunicaban con sus difuntos, tanto con los antepasados lejanos que explicaban el origen y la historia familiar, como con los que habían perdido durante el último ciclo temporal. Por lo tanto, la distinción de culto entre los antepasados lejanos y los muertos recientes (días de Difuntos y de Todos los Santos) es de fábrica cristiana.

¿Cómo vivían el Samhain?
La investigación antropológica no ve que el relato cosmogónico celta se hubiera construido para asociar la celebración del Samhain con una cultura de terror hacia el mundo de ultratumba. Si bien es cierto que existían algunos elementos concebidos para crear cierta atmósfera de misterio —como la calabaza vaciada e iluminada en el interior—, también lo es que aquellas sociedades antiguas vivían aquella celebración con naturalidad. En las sociedades neolíticas y antiguas, se practicaba el culto a los difuntos como una manera de invocar la protección que los muertos podían dispensar a sus descendientes supervivientes. Algunas sociedades neolíticas europeas —precedentes de los celtas— sepultaban a sus muertos bajo el suelo del interior de la casa familiar, ya que cultivaban la creencia de que la energía que continuaban desprendiendo protegía a los familiares que les habían sobrevivido.