Ya en la cola se escuchan dos claves del espectáculo: "Llevo oyendo el programa desde el principio" y "¿es esto un deja vu?". La primera hace referencia a la mala salud de hierro de La Vida Moderna: sus fieles son muy fieles, pero el programa de la Cadena SER no suma nuevas audiencias. Tanto es así que el espacio radiofónico, para mofa de sus propios presentadores (David Broncano, Ignatius Farray y Héctor de Miguel), pende de un hilo desde antes de la pandemia. La temporada pasada estuvieron a punto de dejarlo, pero su bajón en el EGM no fue suficientemente pronunciado. Pasaron a 40.000 oyentes, pero no se quedaron a cero, como querían para plegar. En Youtube mantienen medio millón de suscriptores y cientos de miles de visitas a los programas, eso sí.
La vida (no tan) moderna
La Vida Moderna alcanzó su prime hace ya algún tiempo; las banderas de ese Estado ficticio que es Moderdonia cogen ahora polvo en algún rincón de las habitaciones –definen en la introducción del show en Barcelona del pasado jueves sobre los oyentes del programa– “de parejas que duermen en camas separadas, preppers y aquellos que van a terapia”. Con todos estos ingredientes puede pensarse que La Vida Moderna dejó de hacer gala a su nombre hace algún tiempo. Para más inri, suena rock viejuno en la entrada del Sant Jordi. Pero al contrario: el programa demuestra en directo por qué fue un fenómeno del humor, paradigma de la despreocupación de Youtube adaptada a los medios convencionales.
Puede pensarse que La Vida Moderna dejó de hacer gala a su nombre hace algún tiempo
Más allá de audiencias, algo amenaza esta vez al programa, algo serio. De ahí la segunda pregunta en la entrada. La supervivencia del espacio de radio se complica por motivos no autoimpuestos: Ignatius Farray no anda fino. Humor y salud mental, qué combinación más jodida… Y más productiva. El mismo escenario donde hace una semana miles de feligreses se tuvieron que dar la vuelta porque el cómico canario sufrió un ataque de ansiedad que acabó en sirenas de ambulancia en Sants nada más bajar del AVE, hoy ríe con bromas sobre la salud mental. "Con un poco de suerte veis morir a Ignatius hoy", dicta, jocoso, Broncano.
Humor y salud mental, qué combinación más jodida
Farray asume el reto y suelta chistes desternillantes que sorprenden… Le sorprenden incluso a él. Lo hace muy muy lento, hasta arriba de ansiolíticos. Hay dos shows. El padre del grito sordo desarrolla el propio. La salud mental no es el único tema sobre el que asume riesgos: "Un musulmán puede alquilar una furgoneta… y ser cirujano", alega respecto al atentado del 17A. No hay límite: all right. Quequé saca el “fachaleco” rojo. Broncano dicta: "Déu n'hi do. Cuando esto sea una nación en 2080, los de Lleida vais a ser los nuevos andaluces".
Todo es contexto
Los integrantes de La Vida Moderna son tales genios del humor que aseguran su supervivencia en base a poder hacer burla creativa de prácticamente todo. Una idea de desenfreno humorístico y arte improvisatorio de la que fueron paradigma y que ha cristalizado en otras propuestas más en la picota como La Resistencia, dirigida por el propio Broncano. Después de un repaso por muchos de sus highlights y algunas nuevas incorporaciones: de cómo Broncano mandó 120 condones a Miquel Montoro por error, de cantar el 'Bella Ciao' y acto seguido una salva a UPyD, como si de un mítin se tratase; de la aparición de “pollita de Troya” contra una asistente, o de cómo Ignatius presentó el partido Aburrimiento Incesto Necrofilia y Suicidio (AINS) y recordó el "fantástico margen" que da el público a los cómicos. Hasta llegar al punto de soltar un "gracias Adolf Hitler, desde la comedia". Y la gente vitoreando. Todo es contexto. "¡Viva España!", eso se celebra solo medio medio. Todo es contexto.
Los integrantes de La Vida Moderna son tales genios del humor que aseguran su supervivencia en base a poder hacer burla creativa de prácticamente todo
El espectáculo acaba y el público guarda en la pechera la entrada. Hay una gran cantidad de gente que trae los tickets impresos. Un bonito recuerdo. No es un buen símbolo de modernidad eso de imprimir, pero es que lo moderno es algo que no se puede atrapar para siempre. Pero con humor entra mejor asumir que nos hacemos viejos y que todo acabará algún día.