Me duele y me quema, però ayer Els Pets no dieron su mejor concierto. Quizás fue por este coño de tiempo, ya otoñal y lluvioso. Quizás fue porque era un espacio demasiado grande y nos hicieron sentar en sillas (con la seguridad del Tarraco Arena repitiéndonos canción tras canción que no nos alteráramos mucho: como si no hubiéramos tenido suficiente con dos años de pandemia y directos encajonados en sillas de plástico incómodas, mascarillas y distancia de seguridad). Quizás fue por la hora, las ocho de la noche: demasiado pronto para ser tarde, demasiado tarde para ser pronto. Quizás fue por un repertorio que fue uno sí pero no. Seguramente fue por la suma de todo.
🎤Lluís Gavaldà (Els Pets), el cantante de pop que no quería juzgar con euforia
Una gran oportunidad
Como cantarían sus discípulos Cala Vento, ayer la oportunidad era grande y los motivos importantes. Els Pets no sólo jugaban en casa, en Tarragona, sino, que además, lo hacían coincidiendo con Santa Tecla. Ven a la fiesta... "Tocar en Tarragona parece fácil pero no lo es. Aquí somos muy puñeteros. Al día siguiente vas a comprar el pan y el panadero te recuerda que a aquella canción te equivocaste dejándote una corchea", soltó Lluís Gavaldà con aquel humor agradablemente ácido tan suyo.
Los de Constantí recalaban en la Tarraco Arena para presentar su último disco, 1963, toda una delicia pop que afianza una discografía plusquamperfecta desde que el año 1999 reivindicaran todo su talento con el muy notable Sol -genialidad para modular vueltas incontestables que ya habían empezado a evidenciar a Brut Natural (1994) y Bon dia (1997). Catálogo inapelable que seguirían ampliando con Respira (2001), Agost (2004), Com anar al cel i tornar (2007), Fràgil (2010), L'area petita, y aquella pequeña gran obra maestra nuestra que es Som (2018).

A pinceladas
Los primeros compases de la noche estuvieron dedicados a decodificar en directo los sencillos de su último artefacto sonoro. Sonaron de maravilla, impecables, pero el tiempo, el espacio, las sillas, la hora, la presión de jugar en casa... Alguna cosa no acababa de funcionar del todo fina. Nuevo repertorio que poco a poco fue cediendo espacio a canciones que ya no son suyas sino nuestras.
No tiene que ser difícil, sino casi imposible condesar trenta y muchos años de carrera y un muestrario rebosante de temas que son la banda sonora de un tiempo y un país en escasas dos horas. Con un público intergeneracional que reunió abuelos y abuelas, padres i madres e hijos e hijas, Els Pets optaron por repasar a pinceladas todas sus etapas, desde ''Aquest cony de temps', 'Tantes coses a fer', 'La vida és bonica (però complicada)', 'Hospital del mar', 'Agost', 'Blue Tack'... para despedirse con aquello que allí todo el mundo quería escuchar: 'Bon dia' y 'Tarragona m'esborrona', que tocaron enfundados en las ya icónicas chaquetas quatribarrades onduladas tarraconenses. La coda vino con 'Bon nit', que aunque preciosa fue, solo con Lluís Gavalà y los guitarristas Jordi Bastida y Marcel Cavallé sobre els escenario, una manera un poco difuminada de acabar la noche.
Y sí, me duele y me quema, pero ayer Els Pets no dieron su mejor concierto. Sin embargo... una mala noche de Els Pets (el tiempo, el espacio, las sillas, la hora, la presión de jugar en casa...) siempre es mucho mejor que una buena noche sin ellos.