Todo el mundo desafina cuando va al karaoke. Es un espacio donde beber, reír y pasárselo bien, de forma que no clavar algunas notas está totalmente permitido. Ahora bien, quien no se puede permitir no clavarla es TV3 con su apuesta de serie de ficción para el “prime time” de lunes por la noche.

Tal como decía el director de la cadena, Vicent Sanchís, en la presentación de la serie, “empiezas a ser un canal importante cuando emites series buenas”. Y tiene toda la razón. Esta TV3 en crisis necesita una ficción que le haga recuperar oyentes y prestigio - cosa que Crims ha conseguido en el terreno de la no-ficción -, pero no parece que con L’úlitma nit del karaoke haya afinado tanto. Y ahora veremos por qué.

No encuentra su tono

De entrada, la premisa de la serie parece interesante: diferentes historias entrecruzadas en una noche, la última, en el Karaoke Imperial del Sr. Wang. Sobre el papel todo bien, pero es cuando se ejecutan las piezas que se desafina. Y los motivos pueden ser dos: o no se acierta en el tono, o fallan algunas notas. En L’úlitma nit del karaoke ocurren ambas cosas.

Y es que el principal problema de esta producción de El Terrat es que no tiene claro cuál es su tono. Es una comedia? Es una ficción de intriga y misterio? Si es una comedia, no tiene suficientes momentos que hagan gracia, y si es un misterio, el de quién es el responsable del fuego que quemará el local al final de la noche, no es un motor lo bastante fuerte como para cargar con todo el peso de la serie.

El motor de la ficción tendría que ser de carácter emocional, para estimular el interés del espectador respecto a los personajes de la historia. Pero hay tantos personajes y hay tantas historias que ninguna nos llega a importar lo suficiente. Y el ejemplo más claro es que en los dos primeros capítulos no hay ni un solo momento que consiga emocionar.

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TV3 no da ha encontrado el tono con su nueva ficción La última noche del karaoke

Fallan algunas notas

Y en una serie con tantas notas - interpretaciones, personajes, historias - es difícil que todas estén a su lugar. Y este es el segundo motivo de la desafinación.

En el caso de las actuaciones, el resultado general es satisfactorio, pero hay claras diferencias entre algunos actores y actrices. No hay que poner nombres de quienes no están a la altura, pero sí que podemos decir que Roser Tapias está impecable en el papel principal y que Elisabet Casanovas y Artur Busquets iluminan las escenas en las que aparecen.

Ahora bien, ¿eran necesarios sus dos personajes? Hay una regla en el mundo del guion que dice que si un personaje no es imprescindible para la historia, hay que eliminarlo. Y la camarera y el ayudante de cocina no parecen aportar mucha a ninguno de las tramas de la serie, que son muchas.

Y de la multiplicidad de tramas también salen desajustes. Una chef que aspira a algo más o un propietario que tiene que pretender que todo va bien mientras lo extorsionan son historias que entretienen y enganchan. Pero no todas son así de interesantes. Y en algunos casos te preguntas: cuál es su propósito, que quieren aportar?

De hecho, si hay alguna temática que una las tramas es la de las mentiras. Pero estas se convierten en un recurso excesivamente explotado que genera constantes situaciones incómodas y acaba cansando, porque escena tras escena tenemos que ver como alguien se inventa una excusa para esconder la verdad.

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Roser Tapias está impecable en el papel principal de L'última nit del karaoke

Los peores tics de TV3

La última crítica que se le puede hacer a la serie es que, aun estando ambientada en un karaoke exótico - grabada en el antiguo Cine Astoria de Barcelona y en la sala Razzmatazz -, tiene algunos de los tics más negativos de las ficciones de TV3.

Hablamos, por ejemplo, de la falta de sutilidad de los guiones. Todo es muy explícito, todo muy masticado para que el espectador no tenga que pensar. La clásica idea de escribir para que lo entienda tu abuela pero llevada demasiada al extremo. Un problema habitual que el canal tendría que superar.

También es un tic de TV3 que las canciones que suenen en los dos primeros episodios sean de Buhos y Els Catarres en lo que parece más un acuerdo con la empresa de management que las lleva (la más influyente de Cataluña) que no una decisión de guion. Porque ya me diréis en qué momento un grupo de amigos de 40 años se va al karaoke a cantar Fins que arribi l’alba y no Dos hombres y uno destino o I will survive.

Pero acabaremos la crítica con una nota positiva. La de la dirección de Pedro B. Abreu, que ofrece mucho dinamismo a través de los planos y los movimientos de la cámara. Visualmente consigue hacer que La última noche del karaoke sea más interesante, y aunque hayamos encontrado desafinaciones, es un elemento que se suma a buena parte de las tramas e interpretaciones para que merezca la pena seguirla mirando.