Un thriller lleno de tensión y giros de guion donde no vemos nada de lo que ocurre, sino que lo sentimos a través de las llamadas al servicio de emergencias de la policía, al 911.

Esta era la premisa con la que el danés Gustav Möller debutaba como director, obteniendo muy buenas críticas y reconocimientos como el premio del público en el Festival de Sundance.

Y como siempre que una obra europea funciona así de bien, los norteamericanos no pueden evitar hacer su particular remake. Para aportar qué? En este caso, muy poca cosa.

Ni guion ni dirección

Las líneas generales del guion de Culpable (The Guilty) son las mismas que en la original danesa, pero con un cierto endulzamiento de la historia. Porque ya se sabe que en Hollywood no tienen el mismo estómago por depende de qué horrores que el que tienen en el norte de Europa.

En cuanto a la dirección, Antoine Fuqua no tiene mucho espacio por la creatividad encerrado dentro de la sala del servicio de emergencias. Al film no se le ve ningún rasgo personal más allá de algún plano que busca ser diferente para que no se haga visualmente monótono.

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Culpable, un thriller lleno de tensión y giros de guion donde no vemos nada de lo que pasa.

Y es que la voluntad de entretener el máximo posible al espectador es otra marca de la casa de los remakes yankees. La obra, en este caso, buscar ser mucho más intensa y llamar más la atención, lo que le hace perder algunas sutiliezas respeto a la obra original.

Ni guion ni dirección, pues, parecen mejorar en ningún sentido el resultado que habían conseguido los daneses, pero hay un aspecto donde sí que lo hace: la interpretación de Jake Gyllenhaal en el papel del policía protagonista.

Gyllenhaal lo da todo

Gyllenhaal es uno de los mejores actores de su generación. Desde Brokeback Mountain a Nightcrawler, pasando por Prisoners o Zodiac, observamos un enorme compromiso del actor con sus roles, sumergiéndose profundamente en cada uno de ellos.

En Culpable no hace una excepción. Gyllenhaal lo da todo en un papel que se lo exige. Porque todo el peso dramático recae encima suyo. Y este dramatismo es tan elevado que si el nivel interpretativo no fuera elevado, el filme caería fácilmente en el melodrama exagerado.

Fuqua es consciente del talento que tiene entre manos y lo explota. Por eso busca centrarse más en las reacciones del protagonista, obligando al actor a expresar muchas más emociones que las que le vemos a Jacob Cerdegren en una interpretación más sutil.

Más impacto, pero menos profundidad

Y sí, el aumento en la intensidad ayuda a brillar al actor, pero no necesariamente ayuda a la historia. Cada detalle es subrayado, cada emoción es remarcada, cada giro es verbalizado y, al final, el resultado acaba siendo más superficial.

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Jake Gyllenhaal, protagonista de Culpable, lo da todo en un papel que se lo exige

Si la obra de Möller era un lento descenso hacia la tragedia, esta es un golpe mucho más seco. Consigue más impacto, pero menos profundidad.

Al fin y al cabo, este tipo de productos son los que suele buscar Netflix. Que impacte y que enganche. Y funciona. Por eso, ahora mismo, Culpable es del más visto en la plataforma.