El periodista Toni Soler (Figueres, 1965) publicó el año 2018 El tumor, una reflexión sobre cómo lo había afectado la muerte de su padre, cuando él sólo tenía dieciséis años. Ahora, el periodista, productor e historiador, responsable del Està passant de TV3, articulista y fundador del ARA y creador de El Món d'Ahir, se aproxima con Un bon cel (La Campana) a la vejez y la muerte tomando como excusa la historia de Joan Vila Dilmé, conocido como "el celador de Olot", responsable de la muerte de varios ancianos de la residencia de La Caritat, en la capital de la Garrotxa. Nos hemos encontrado para hablar con él del libro, que aparece en un momento en que la muerte y la fragilidad de la vida nos han golpeado de lo lindo.

Toni Soler - Sergi Alcàzar

Toni Soler / Foto: Sergi Alcazar

Un bon cel supone una continuidad con los temas que había puesto sobre la mesa en El tumor. ¿Se puede decir que es una continuación?

Tendría que escribir un tercer libro para poder completar la trilogía del mal rollo (ríe). Es verdad que son dos productos de un mismo carácter emocional, una especie de crisis de los cincuenta demasiado estirada, porque ya tengo 55 y sería hora que la superara. Quizás el hecho de dedicarme tantos años al humor hace que busque temas que me inquietan y los aborde de una manera menos frívola. Ahora, así como El tumor era un libro autobiográfico, en Un bon cel cojo como gancho un caso real, los crímenes de Joan Vila, el celador de Olot. Aunque la crónica negra no es mi género, he disfrutado mucho rascando el sumario, mirándome el juicio entero, las entrevistas a los testigos y los informes médicos... Este caso real me ha permitido tratar temas colaterales a los crímenes de Olot como el hecho de hacerse mayor, la vida y la muerte digna, Olot como escenario, mi percepción de la vejez, los recuerdos de mis abuelos, etc. Eso ha dado lugar a un engendro queridamente invertebrado, sin capítulos, hecho como un plano-secuencia, no aleatorio, sino de una manera consciente.

Sus padres murieron jóvenes. Tampoco pudo tener una relación estrecha con sus abuelos. ¿Qué relación tenía con la vejez antes de escribir el libro?

Muy poca relación. No he entrado nunca en una residencia. Por eso hay esta fascinación por un personaje que es un infeliz que encuentra la felicidad yendo a trabajar a un geriátrico, donde se siente reconocido por los abuelos a los que cuida. Un hecho que es compatible con el hecho que una determinada angustia vital, que tiene causas diversas, y una cierta frivolidad del personaje, con un narcisismo muy banal, que lo lleva a tratar a los abuelos como juguetes de sus pulsiones. Y acaba, "ayudando a morir" a algunos que estaban graves y, finalmente, matándolos directamente.

Disponiendo de la vida y la muerte como si fuera un dios.

Eso es lo que siempre atribuyen los terapeutas a los denominados "ángeles de la muerte". Un narcisismo que es la voluntad de ejercer poder: Este vive, este muere y este merece un buen cielo...

De hecho, eso de "darles un buen cielo" es lo que decía Vila para justificar sus crímenes.

La expresión es aparentemente muy tierna pero al mismo tiempo terrible: Un buen cielo lo tendrás si yo lo digo.

Como el personaje: ¡aparentemente naïf, pero responsable de once asesinatos!

Si lo oyes hablar parece una tía, porque es una persona amanerada, con problemas graves de identidad sexual que en el contexto de un pueblo de la Garrotxa en los años ochenta eran difíciles de llevar, sin duda. Pero al mismo tiempo no es el típico asesino solitario y amargado, sino que es alguien sociable, con sentido del humor, a quien gusta gustar. Y de aquí viene este narcisismo, que es el origen de todo. Además, el asesinato actúa como una droga. Cuando empiezas, no puedes parar y los crímenes son cada vez más crueles y más frecuentados. Pero al mismo tiempo, hay una enorme banalidad: las muertes no son por odio, son prácticamente casuales. Podría haber matado cualquiera en aquella residencia y haber matado a 15, 20 o 50. Eso, en cierta manera es todavía más terrible.

La expresión "Un buen cielo" que decía Joan Vila es aparentemente muy tierna pero al mismo tiempo terrible: Un buen cielo lo tendrás si yo lo digo.

Toni Soler - Sergi Alcàzar

Toni Soler / Foto: Sergi Alcàzar

 

¿Con Olot tiene un vínculo estrecho, pero cuándo empieza a interesarse por el caso de Joan Vila?

Si te tengo que ser sincero, el detonante es, como todos los malos escritores, querer copiar a otro. Si en el caso de El tumor se trataba de acercarse a Entre ellos dos, de Richard Ford, aquí se trataba de emular a El adversario, de Émmanuel Carrère. Me da vergüenza decirlo así, pero vi que me gustaría intentar esta manera de hacer crónica negra donde el autor introduce el punto de vista personal y aprovecha para explicar su vida. En el caso de Joan Vila se unían diferentes vértices a mi mente: el miedo a la vejez, la relación con Olot, que para mí es el lugar del paso del tiempo, el único lugar donde he tenido continuidad geográfica a lo largo de mi vida, y el tema de la muerte o la muerte digna. Unir estos puntos y hacer un relato era el relato coherente, era mi reto.

A diferencia del protagonista de Carrère, Joan Vila no respondió a sus cartas.

Tengo que admitir que me sentía obligado a intentarlo, pero me daba un poco de pereza conocer al personaje. Lo intenté, pero cuando dijo que no yo ya había tenido acceso al sumario y podía ver todo el juicio, todos los interrogatorios, todos los informes médicos, todas las declaraciones de testigos (compañeros de trabajo, familiares de las víctimas, etc.) y podía reconstruir el día a día de Joan Vila y de sus víctimas. Tenía tanto material que vi que lo podía hacer. Entiendo que con el testigo reciente de él habría tenido más valor periodístico, pero para lo que yo quería explicar no era imprescindible.

No es un libro sólo sobre el celador de Olot, sino que reflexiona sobre el temor a la vejez, a la muerte, etc.

¡Por eso quise poner este subtítulo, porque cuando vi la prueba de la portada parecía una novela! (ríe). Quería avisar al lector de que estaba ante un ensayo.

De adolescente decía que se suicidaría con treinta y pocos años...

¡No era original, eso lo decíamos todos!

Y ahora dice que está viviendo la crisis de los cincuenta. La relación con este pacto con la vida que es seguir cumpliendo años a cambio de pequeñas cesiones, ha sido compleja.

Los cincuenta son una edad complicada, no sólo porque empiezas a notar la decadencia física, sino porque también te empieza a asediar la duda, empiezas a preguntarte si has aprovechado bien la vida. Los cincuenta son la edad de los que hacen cambios: cambiar de trabajo, cambiar de pareja, de país... montar un negocio o lo que sea. A la gente le coge la angustia del ahora o nunca. Yo tengo una muy mala relación con el tiempo. Soy cronofóbico. Quizás por eso estudié historia. El paso del tiempo, tanto en sentido colectivo como individual, es un material de primera tanto para bien como para mal.

Dice en algún momento del libro que le asusta la imposibilidad de controlar el tiempo.

Estamos programados para vivir la vida, no para aprovecharla. A los cincuenta años te entra la paranoia de aprovechar la vida que te queda. Estamos programados para vivir al día y es bueno que sea así. Vivimos como si fuéramos eternos y cuando alguien de repente nos dice que a los sesenta y cinco te jubilarás y a los setenta y cinco no sabes cómo estarás, ves que no estás preparado para eso.

Yo tengo una muy mala relación con el tiempo. Soy cronofóbico. Quizás por eso estudié historia

Toni Soler - Sergi Alcàzar

Toni Soler / Foto: Sergi Alcàzar​

La Covid-19 se ha ensañado especialmente con las personas mayores y las residencias. Compara el coronavirus con Joan Vila, que atacaba a los más indefensos.

Pienso que si en Vila empezara su carrera criminal este año, la Covid-19 lo hubiera eclipsado y eso de sentirse como un Dios se habría acabado pronto. Habría sido un Dios menor comparado con la Covid-19. Lo comparo con ETA, que cuando apareció el terrorismo yihadista quedó eclipsada. Ahora, le tengo que dar las gracias al coronavirus: El confinamiento me ha dado la oportunidad de acabar el libro antes de tiempo.

Las muertes en las residencias también tendría que provocar una reflexión sobre unos espacios en los cuales las generaciones de antes tenían pánico de acabar.

Las residencias serán necesarias, pero hay que pensar en cómo hacer buenas residencias que permitan acompañar, acoger y tener una vejez activa y bien cuidada. La atención a las personas mayores será una pata indispensable del estado del bienestar, porque cuando los boomers nos jubilemos nos encontraremos con cohortes de personas mayores con veinte o veinticinco años por delante que necesitarán que el sector público las ayude. Mi experiencia, sin embargo, es que de joven todo el mundo es muy valiente y piensa que cuando sea mayor se irá a la residencia para no dar trabajo a los hijos. Pero cuando se hacen mayores de verdad, les cuesta estar lejos de la seguridad de casa. La frialdad de una residencia les da miedo y respeto. Que las residencias estén preparadas para combatir este temor es uno de los retos del siglo XXI.

Habla del concepto de vida y muerte digna. De la eutanasia, que es aquello que pensaba Joan Vila que estaba ayudando a hacer.

Cuando me pongo en la piel de las víctimas pienso ¿puede ser que cuando llegues a una edad te vayas a dormir y pienses que ojalá que al día siguiente no te levantaras? ¿Que ojalá alguien te pudiera ayudar a hacer que pasara? No quiero exculpar a Joan Vila, que tenía unos argumentos banales y terribles, pero hay unas edades en que vivir es muy jodido pero matarse es muy complicado. Quizás llega un momento que después de noventa años estás cansado de vivir, que no te quedan amigos de tu edad, y quizás tienes ganas de dejarlo correr. Y entonces crees, ojalá hubiera un Joan Villa que, sin tener ni que pedirlo, sin dar explicaciones, me ayudara a morir.

¿Qué ha aprendido escribiendo este libro?

Me alivia escribir sobre estos temas, porque no soy una persona expansiva en estos temas, pero una vez hecho no le doy más vueltas. Aquí queda.

¿Cree que lo leerá Joan Vila?

Según me ha dicho su abogado, Carles Monguilod, Joan Vila no tiene mucho interés en revivir el pasado. Me parece muy juicioso por su parte y, por lo tanto, no creo que tenga interés.

Si Vila empezara su carrera criminal este año, la Covid-19 lo hubiera eclipsado

Toni Soler - Sergi Alcàzar

Toni Soler / Foto: Sergi Alcàzar​