Burgos, 24 de julio de 1936. Hace 89 años. Hacía una semana que se había producido la insurrección de Melilla (17 de julio), punto de partida del golpe de Estado contra la legalidad republicana. Hacía cuatro días que el golpe de Estado había fracasado y desembocado en una Guerra Civil (20 de julio) I hacía, también, cuatro días que el general Sanjurjo, "hombre de consenso" de las diversas facciones que integraban aquel golpe de Estado, había muerto en accidente de aviación cuando, desde el exilio de Portugal, se dirigía a tomar el mando de la rebelión. En aquel contexto de crisis, se constituía y reunía, por primera vez, la Junta de Defensa Nacional, el gobierno de facto del bando rebelde durante el conflicto civil español (1936—1939).

Funeral de Sanjurjo en la catedral de Pamplona (1939) / Fuente: Portal Digital de Cultura. Gobierno de Navarra
Funeral de Sanjurjo en la catedral de Pamplona (1939) / Fuente: Portal Digital de Cultura. Gobierno de Navarra

Sanjurjo y sus uniformes de gala

El 20 de julio de 1936, el piloto Juan Antonio Ansaldo (un experimentado aviador) y el general Sanjurjo se encontraban en el hipódromo de La Marinha (sí, sí, hipódromo) de Cascais (Portugal). Mola había ordenado embarcar Sanjurjo y volar hasta Burgos en un Havilland Puss Moth —de matrícula británica, como el Dragon Rapide de Franco y contratado a propósito. ¿Según la versión oficial, Ansaldo observó un gran baúl a bordo y comentó que aquel bulto era excesivamente pesado (???) y que ponía en peligro la navegación. También, según la versión oficial, la respuesta de Sanjurjo fue que no volvería a España sin los uniformes de gala que había en el interior de aquel bulto (???).

El extraño accidente de Sanjurjo

Pero la investigación moderna desmiente la versión oficial, y lo atribuye a una suma de factores. El primero, realmente el sobrepeso. Pero no de los uniformes de Sanjurjo, sino de un depósito de combustible auxiliar —de 80 litros— misteriosamente adosado al fuselaje. Y el segundo, la ausencia de criterios mínimos de seguridad. Ansaldo nunca se cercioró de que Sanjurjo estuviera sentado en una zona segura de la cabina y con el cinturón de seguridad puesto. Ni nunca se ha probado que Franco, el gran beneficiado del resultado de aquel siniestro, o Mola, el "director" que ordenó aquel viaje, o el mismo Ansaldo, responsable de aquel accidente, hubieran urdido aquel accidente, pero enseguida se dispararon las sospechas. Sanjurjo sería la única víctima mortal de aquel siniestro.

Cabanellas y Fal Conde, ninguno de los carlistas, con el busto en memoria de Sanjurjo tocado con una boina carlista (1936) / Fuente: Archivo Nacional de Polónia
Cabanellas y Fal Conde, ninguno de los carlistas, con el busto en memoria de Sanjurjo tocado con una boina carlista (1936) / Fuente: Archivo Nacional de Polonia

El gobierno de los golpistas

En aquella primera junta de Burgos, habría podido pasar que el general Mola —el "director" y arquitecto del "movimiento" (la conspiración y el golpe de Estado en la terminología de los golpistas)— hubiera sustituido al desaparecido Sanjurjo. De hecho, en aquel entorno, era el mejor situado para ejercer la función de jefe político y militar de la rebelión. Pero no pasó porque los vocales de aquella junta (los generales Saliquet Zumeta, Dàvila Arrondo, Montaner Canet, Moreno Calderón, y Ponte y Manso) hicieron caso omiso al presidente, el general Cabanellas Ferrer, partidario de entregar el liderazgo a Mola. El "director" estaba presente en aquella reunión pero, en cambio, Franco no estaba. No le hacía falta. Ganaba terreno simplemente con los errores de sus rivales.

Una dirección militar bicéfala

El golpe de Estado que había planificado el "director" había fracasado y desembocado en la división del territorio en dos bloques y el estallido de una inesperada guerra civil. Y el retorno de Sanjurjo se había saldado con un resultado trágico. Y eso pesó en la decisión de la junta golpista, que pondría freno a la ambición de Mola y crearía una dirección militar bicéfala: el cuestionado "director" recibía el mando del ejército del Norte y Franco, la nueva estrella rutilante del universo golpista, el del Sur. Cabanellas diría: "Ustedes no saben lo que han hecho (...) porque no le conocen como yo (a Franco), que lo tuve a mis órdenes en el ejército de África (...) Si ustedes le dan España, va a creerse que es suya y no dejará que nadie lo sustituya en la guerra o después de ella, hasta su muerte".

Cortejo fúnebre y traslado de los restos de Primo de Rivera en el Valle de los Caidos (1959) / Fuente: EFE
Cortejo fúnebre y traslado de los restos de Primo de Rivera al Valle de los Caídos (1959) / Fuente: EFE

Primo de Rivera

Cuatro meses después de aquella primera junta golpista; un tribunal de la República condenaba a muerte Primo de Rivera (era recluido en el penal de Alicante acusado de actos violentos y de conspiración contra la legalidad republicana) y un pelotón militar lo fusilaba (20 de noviembre de 1936). Desde un primer momento, la prensa republicana —por una parte— y las bases falangistas —por la otra— afirmarían que Franco —particularmente— se había negado a incluir a "el Ausente" (el nombre que el "movimiento" había asignado a Primo de Rivera) en un intercambio de prisioneros. Primo de Rivera no murió en un accidente de avión; pero desapareció por la ausencia, muy probablemente interesada, de una perspectiva aérea (una visión política de altura).

El decreto de unificación

La desaparición del "Ausente" —en contraposición al concepto "presente" característico del "movimiento" guerracivilista y del régimen nacionalcatólico— abrió las puertas a la disolución de Falange, de la Comunión Tradicionalista carlista y de los sindicatos católicos confesionales dentro de un partido único: el Movimiento (ahora sí, este término-concepto tomaba un carácter institucional). En cambio, y muy reveladoramente, los monárquicos alfonsinos fueron totalmente ignorados, como si ni siquiera existieran. Como también resulta muy revelador que esta operación, que los golpistas llamaron Decreto de Unificación (20 de abril de 1937) fue promovida y conducida personal y exclusivamente por Franco. En esta operación, Mola tuvo un papel secundario.

Cortejo fúnebre de Mole. Pamplona, 1937 / Fuente: EFE
Cortejo fúnebre de Mola. Pamplona, 1937 / Fuente: EFE

Las extrañas desapariciones

Franco sería el gran beneficiado de las desapariciones de Sanjurjo y Primo de Rivera. La primera (julio, 1936) lo impulsó a la codirección de la rebelión y le abrió las puertas de la Junta de Defensa Nacional, donde encontró aliados como los generales Saliquet Zumeta, Ponte y Manso, Dávila Arrondo o Orgaz Yoldi, y desde donde pudo controlar el grupo de oponentes, partidarios de Mola, formado por los generales Cabanellas Ferrer y Queipo de Llano. Y la segunda (noviembre, 1936) le garantizaría que el civil con más proyección dentro del universo golpista, a pesar del sobrenombre del "Ausente" que, con más o menos fortuna, le habían colgado, ya no le podría disputar el poder.

El mando único: el "generalísimo"

La bicefalia impuesta por la primera junta golpista (julio, 1936) se demostró una solución transitoria para superar la crisis por la desaparición de Sanjurjo. Y, con el transcurso de las semanas posteriores, se demostraría que Mola no podía capitalizar en beneficio propio la herencia de Sanjurjo por su cortejo con los carlistas. El 21 de septiembre de 1936 (dos meses después del golpe de Estado, del estallido de la guerra y de la desaparición de Sanjurjo y con el ejército rebelde cerca de Madrid), la Junta de Defensa Nacional —reunida en Salamanca— liquidaba la bicefalia y creaba un mando único en la figura de Franco, que pasaba a ser "generalísimo". El "director" que, de nuevo, se había estrellado —esta vez contra la resistencia vasca— quedaba relegado a un segundo término.

Franco y Juan Carlos de Borbón (1969) / Fuente: EFE
Franco y Juan Carlos de Borbón (1969) / Fuente: EFE

El extraño accidente de Mola

En la junta de Salamanca (septiembre, 1936) Franco exhibió músculo político, con los apoyos que ya acreditaba anteriormente y con el de figuras ascendentes en el universo golpista, como los generales Kindelan (amigo de Alfonso XIII) o Millán-Astray (fundador de la Legión). El "partido" de Franco era muy heterogéneo y, por lo tanto, muy manipulable a los intereses del nuevo "generalísimo". Pero cuando se confirmaría que Cabanellas tenía razón sería cuando desaparecería Mola, en un misterioso accidente de aviación. El 3 de junio de 1937, un avión Airspeed Envoy —de matrícula británica— que conducía Mola de Burgos a Vitoria, se estrellaba a medio camino, oficialmente a causa de las malas condiciones meteorológicas: bancos de niebla en la "meseta" al inicio del verano (???).

¿Franco, autor de la muerte de Mola?

La investigación moderna tampoco ha podido probar la relación entre Franco y la desaparición de Mola. Pero, al mismo tiempo, la investigación moderna apunta que estas desapariciones —que, pasado casi un siglo, continúan cubiertas por la sombra de la sospecha— tienen una gran trascendencia. Sin esta cadena de hechos, Franco no habría sido nunca el jefe de la rebelión (el "generalísimo"), ni el jefe del Movimiento (el "caudillo"), ni el jefe del régimen dictatorial nacionalcatólico (el "jefe del Estado"), que gobernaría esta gran jaula denominada España durante cuatro décadas. Ni habría podido perpetuar el régimen resultante de la Guerra Civil —oportunamente maquillado— en la figura y en la tradición de un interesado rey Borbón. "Todo atado y bien atado".