Empezaré de una forma un poco rara. Empezaré hablándoles de Laura Del-Rivo, una novelista a quien nadie habrá leído —como servidor hasta hace literalmente cuatro días—, a través de Ida Kar, una fotógrafa a quien algunos conocerán gracias, probablemente, a la repercusión que tuvo la exposición que la National Portrait Gallery le dedicó hace más de una década. Estos retratos se localizan en una época (la posguerra), un escenario (Londres) y uno (sub)mundo (la bohemia intelectual), donde Kar se movía como pez en el agua. Algunos de los personajes que fotografió son bien reconocibles, como Jean-Paul Sartre. Otros, por contrario, pese a sentir devoción por el existencialista francés, son escritores y artistas que ni escribían ni pintaban mucho, más bien vagaban por el Soho a ritmo de jazz sincopado, entre caffs mugrientos y speakeasy bars subrepticios, como Terry Taylor o Laura Del-Rivo. Dos jóvenes “exis” que, además de haber atraído la mirada de la fotógrafa, comparten el hecho de ser autores ignotos y misteriosos, recientemente recuperados por la editorial Colectivo Bruxista

Hoy hablaremos sobre Laura Del-Rivo y su West 11, “la gran novela de culto del Londres de los sesenta”, publicada originalmente en 1961. Otra trufa literaria que solo una ávida nariz como la de estos editores —como ellos mismos aseguran, “duermen poco”— podía encontrar. Y lo haremos junto al ínclito Kiko Amat, escritor y espeleólogo de la cultura popular, probablemente el único en nuestro país que había leído el libro que ha prologado.

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Portada de la edición de West 11 publicada por Colectivo Bruxista

Del-Rivo escapa de una familia middle class para descubrir los antros del Soho, cuando este barrio era sinónimo de sordidez, batiburrillo racial, artistas hambrientos y escritores airados en ciernes

Eruditos del subsuelo

En Londres hay una tradición de excavadores y eruditos del subsuelo —comienza explicándome Kiko—, como Iain Sinclair o Stewart Home, de novelas ignotas, tanto de subcultura como de kitchen sink y otras cosas inglesas un poco raras. Novelas desaparecidas, vaya, que no se han reeditado nunca y que son muy difíciles de encontrar. La mayoría de estos libros los leí cuando vivía en Inglaterra, y, después, New London Editions, de Five Leaves, reeditaron algunos como Baron’s Court, de Terry Taylor, o West 11, de Laura Del-Rivo, dos libros parecidos en muchas cosas que aquí han publicado Colectivo Bruxista. Mucha gente está marcada por, que sé yo, Holden Caulfield o Susan Hinton. A mí, el cambio de niño a adolescente, me pilló con Absolute Beginners de Colin McInnes. Lo leí con catorce o quince años y me flipó. Pero durante la adolescencia lo releí mil veces y pensé que a su protagonista le faltaba algo… Y creo que lo que me faltaba es, precisamente, lo que tienen los personajes de West 11: una especie de alienación asqueada mezclada con ira permanente y con este deseo, un poco flipado, de trascendencia heroica con posibilidades de acabar siendo ridícula.”

Mucha gente está marcada por, que sé yo, Holden Caulfield o Susan Hinton. A mí, el cambio de niño a adolescente, me pilló con Absolute Beginners de Colin McInnes

Una habitación amueblada en Notting Hill

Pero, como dijo Jack el Destripador (figura fetiche de Colin Wilson, uno de los protagonistas de esta historia, como pronto verán): “vamos por partes”. A finales de los años cincuenta, Laura Del-Rivo (Surrey, 1934 – Londres, 2022), escapa de una familia middle class para descubrir los antros del Soho, cuando este barrio era sinónimo de sordidez, batiburrillo racial, artistas hambrientos y escritores airados en ciernes. En uno de esos caffs conoce a Colin Wilson, quien enseguida se enamora de la joven beatnik suburbial. Ella le da calabazas, pero le corresponde intelectualmente, embebiéndose de la visión y cultura del joven artista. De golpe y porrazo, Wilson se hace famoso con su ensayo The Outsider (1956), y abandona su pequeño apartamento en el 24 Chepstow Villas del barrio de Notting Hill (apartado de correos W11), que pasará a ser ocupado por Del-Rivo. Será entre las paredes de este cuchitril amueblado donde la joven escribirá The Furnished Room, novela adaptada al cine con relativo éxito en 1963, por Michael Winner (tráiler aquí), con el título de West 11, el escogido para su traducción al castellano.

Su hábitat son los mugrientos cafés del Soho, llenos de bohemios, prostitutas a media jornada, estafadores y ladrones, criptofascistas alucinados y teddy boys violentos.”

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 Lura Del-Rivo en su habitación amueblada en Notting Hill, el año 1961. Foto: Ida Karr

Esta novela es una odisea existencialista a través del fascinante Londres de posguerra. Una historia de angustia vital de resonancias sartreanas y camusianas, narrada a ritmo de mod jazz. Joe Beckett, el protagonista, es un joven alienado que deambula por los bajos fondos. Malvive en la antedicha habitación arrendada en Notting Hill y encadena trabajos soporíferos. Sufre una fuerte sensación de irrealidad aliviada por las epifanías ocasionales, el sexo esporádico y las conversaciones con su vecino, un viejo místico y medio loco. Su hábitat son “los mugrientos cafés del Soho, llenos de bohemios, prostitutas a media jornada, estafadores y ladrones, criptofascistas alucinados y teddy boys violentos”. Una noche de borrachera conoce a Dick Dyce, un oportunista que le ofrece cometer un asesinato y repartirse el botín. Para Joe, el crimen puede ser la oportunidad de salir del círculo vicioso de apatía y nihilismo en el cual vive. Como dice Amat: “La náusea + Extraños en un tren + Absolute Beginners = West 11”.

Uno de los atractivos que tiene el libro es que no intenta ser estrictamente un manual existencialista de angustia callejera, sino que le añade una trama criminal al estilo de Ruth Rendell o Patricia Highsmith

Sigue el prologuista: “Uno de los atractivos que tiene el libro es que no intenta ser estrictamente un manual existencialista de angustia callejera, sino que le añade una trama criminal al estilo de Ruth Rendell o Patricia Highsmith que hace paladeable toda perorata sobre ‘aplastar el tedio’ y ‘la angustia interior’ que exhibe Joe Beckett, el protagonista. La autora inyectó (muy inteligentemente) una trama de crimen y homicidio, de forma que, sin ser exactamente autobiográfica, sí que retrata a un tipo de gente y un mundo muy parecido, por no decir un retrato fiel, al entorno en el cual vivían Del-Rivo, Collin Wilson y toda esta peña.”

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Club de Fans de Laura Del-Rivo, para eruditos del subsuelo. Foto: Colectivo Bruxista

Una parada en el mercadillo de Portobello

“Evidentemente, es un retrato histórico de aquella bohemia londinense, pero decir solo eso es casi un insulto”, retoma el escritor su proverbial verborrea. “Este libro es mucho más que arqueología. Refleja una visión del existencialismo muy inglesa, menos histérica que la de los beats americanos, y menos sesuda y ensimismada que la de los existencialistas franceses. Aunque fuese una filosofía y un modo de ver el mundo, la forma en la cual alguien de diecinueve años se acerca a todo esto es desde la militancia en un culto un juvenil. Ella lee a Sartre, pero también quiere ponerse jerséis de cuello alto o unas medias concretas que le hagan parecer más parisina, con toda la banalidad guay y pop que ello comporta. Y finalmente, es que es una buena novela, joder: está bien construida, bien trazada, mantiene una sobriedad y una sencillez en el estilo y la manera de narrar las cosas que no decae, te crees a los personajes y les pillas cariño… Como sucede con muchos de estos libros ingleses raros de los 50 y 60, es como topar con una joya. No es fácil acceder a esto. Algunas de estas obras son piezas de coleccionista, con precios hasta ahora inaccesibles. Si no fuera porque los Bruxistas están chiflados…”

Refleja una visión del existencialismo muy inglesa, menos histérica que la de los beats americanos, y menos sesuda y ensimismada que la de los existencialistas franceses

Tras conseguir cierto éxito con West 11, como ha ocurrido con tantas escritoras de talento, Del-Rivo desapareció progresivamente del mundo de la cultura. “No es que se olvidaran de ella, es que hizo un esfuerzo consciente por desaparecer del mundo literario. Publicó una segunda novela, Daffodils on the pavement (1967), mucho más experimental, y al mismo tiempo cogió un estand de ropa vintage y cachivaches de segunda mano en el mercadillo de Portobello, y se dedicó a ello hasta poco antes de su muerte. Del-Rivo era, en sus propias palabras ‘no muy prolífica’. Muchos años más tarde publicó Speedy and Queen Kong (2004) y el libro de cuentos Where is my mask of an honest man? (2013). Aquello le proporcionó toda la creatividad y todo el placer que necesitaba, y no quiso mezclarse con el mundillo literario. Esto contribuye al hecho que nadie la conozca, lo cual le añade aun más encanto al libro.”