Descubrimos a Clara Queraltó con la recopilación de cuentos El que pensen els altres (2018), colección de relatos breves, con el que recibió el prestigioso premio Mercè Rodoreda, que la destacó como una de las voces destinadas a marcar el futuro (que ya está presente) de la literatura catalana. Dos años después, debuta en la novela con Et diré R (Empúries).

En su nueva obra, la escritora de El Pla del Penedès nos acerca a la vida de Lucía, una joven que se marcha de casa para intentar abrirse camino a la gran ciudad: quiere comerse el mundo y el mundo se la come. Haciendo juegos de funambulismo entre lo artístico y losocial, Queraltó nos obsequia con una historia ferozmente actual trazada con una exquisita pulsión literaria.


Clara Queraltó debuta como novelista con Et diré R. Foto: Carlos Baglietto.

Siempre he sentido curiosidad por saber cómo vivís los escritores el tiempo que pasa entre que acabáis una novela y llega a las librerías. Esa especie de purgatorio literario...
Con nervios. Et dire R. salió a la venta este miércoles 1 de septiembre, pero la acabé justo antes del verano. La empecé a escribir poco después de publicar mi recopilación de cuentos El que pensen els altres (2018). Fueron surgiendo otras historias breves, pero una de las ideas me pareció que tenía bastante trasfondo como para ser una novela corta.

Y de aquí surgió Et diré R.
En todas las entrevistas que hice para promocionar El que pensen els altres (2017), decía que seguiría escribiendo cuentos.

Pero no lo has hecho.
Surgió la idea de la que acabó naciendo Et diré R.. vi que se alargaba y lo quise probar. Me tiré de una manera muy intuitiva.

Una novela es un viaje que tienes que tener muy bien planificado

¿Por qué?
¡Es la primera novela que escribo! Tenía muy clara la estructura y qué quería explicar. Pero todo fue saliendo de una manera muy espontánea. Después sí que he ido haciendo mucho trabajo de revisión, de meter y quitar. Primero escribí muy a chorro y después me preocupé de que todo quedara atado.

¿Con los cuentos no es así?
Cuando escribes una novela, la carcasa la tienes que tener muy clara. En un cuento sólo enseñas una pincelada de un mundo que ya está creado y no tienes que explicar. En la novela este universo lo tienes que construir. Son procesos creativos diferentes.

¿Tan diferentes?
¡Mucho! En un cuento lo que importa es el momento que quieres enseñar. Una novela es un viaje que tienes que tener muy bien planificado.

¿La panificación ha sido angustiosa?
Escribir me hace sufrir. Me gusta mucho. De hecho es lo que más me gusta, pero me hace sufrir.

Escribir me hace sufrir

Es una necesidad vital.
Sí. Tienes que tener alguna cosa para decir, alguna cosa que tienes muchas ganas de explicar desde la víscera. Y cuando sale, es una sensación muy placentera, pero el proceso para conseguirlo, a mí me hace sufrir. Cuesta tomar distancia con lo que escribes, y a veces te parece que es genial y otras que es una catástrofe. Son muchos días, muchas semanas, enredada con los mismos personajes. Un cuento lo acabas y pasas al siguiente, una historia que puede distar un universo del anterior. Una novela es siempre viajar en espiral en la misma historia. Y cuando acabas, también te cuesta desprenderte.

¿También?
Y todo lo que viene después. Todo el trabajo de revisión y edición. Soy muy perfeccionista e incluso el detalle más pequeño me angustia. Pero llega un momento en el que te tienes que acabar desprendiendo de la historia, si no me volvería loca, y que sean los lectores los que decidan si gusta o no.

¿Quién es la primera persona que lee lo que escribes?
El editor y alguien de mucha, mucha confianza. Es un círculo muy reducido. De hecho, los cuentos los presenté al premio y no los había leído nadie. En mi casa no lo sabían.


Clara Queraltó ganó el premio Mercè Rodoreda con la recopilación de cuentos El que pensen els altres. Foto: Carlos Baglietto.

¿¡No!?
¡No! (risas). Recuerdo la reacción de mi hermano: "Enhorabuena por este premio por un libro que nadie sabía que habías escrito".

¿Por qué lo llevabas tan en secreto?
Para no crear expectativas, por si después no salía bien. Escribiendo me siento muy expuesta y a mí me cuesta mostrarme.

¿Pero hasta qué punto lo que escribes forma parte de lo que realmente eres tú?
Dicen que si rascas siempre acabas encontrando alguna cosa. Pero yo creo que no mucho.

Cuando escribes una novela, los personajes te viven en los dedos

En el otro extremo, escribir una novela te permite ser un Dios que hace lo que quiere con los personajes que ha creado.
Eso es maravilloso. Cuando escribes una novela, los personajes te viven en los dedos y a veces los impulsas a hacer cosas que no habrías imaginado nunca. Es justamente eso, inventas un mundo con personajes que toman decisiones, que sufren, que disfrutan... Este hecho es muy poderoso.

¿Cobran vida, hablas con ellos?
Viven mucho en mí. En Et diré R. hay un capítulo en el que la protagonista, la Lucía, va de parto. Todo lo que pasa en aquel capítulo: el que sienten los personajes, lo que viven, lo que se dicen, el piso en el que pasa... Todo eso para mí acabó siendo mucho real. Yo he vivido en aquel mismo piso. Escribir una novela es vivir una vida paralela.

¿Ganar el premio Mercè Rodoreda con El que pensen els altres fue un empujón o, contrariamente, te supuso un grado de presión a la hora de sentarte a escribir de nuevo?
Fue una entrada muy bonita en el mundo editorial. Una oportunidad genial... ¿Presión? También, pero yo ya me autopresionosin ganar premios. Yo sufro por todo. Pero he ido con calma. Han pasado tres años y medio desde que lo gané, el premio. Además, yo soy profe y eso de escribir lo hago como uno más además. Es complicado vivir exclusivamente de la escritura: tienes que publicar mucho y yo soy mucho lentorra.

La literatura sirve para muchas cosas y a mí me gusta que también sirva para exponer y reflexionar

En Et diré R. está muy bien equilibrada la voluntad creativa con una vertiente mucho más social, casi reivindicativa: la maternidad en solitario, el feminismo, la precariedad laboral...
La literatura sirve para muchas cosas y a mí me gusta que también sirva para exponer y reflexionar sobre los problemas que se puede encontrar actualmente una chica joven. La Lucia, sí, es una chica embarazada, que no tiene dinero, que sale de una relación amorosa supertóxica... Me gusta filtrar hechos como estos y que el lector saque sus conclusiones. Al final, escribimos lo que nos gustaría leer.

¿Haces este ejercicio?
Sí, siempre me pregunto si lo que escribo me gustaría como lectora. Si la respuesta es afirmativa, sigo adelante.

¿Has vuelto a tus cuentos o a la novela? ¿Los has vuelto a leer una vez publicados?
No. Una vez los he publicado ya no sirve de nada porque ya no puedo cambiar ni una coma. Soy de las que seguiría haciendo cambios y cambios y más cambios eternamente.

El uso del idioma está muy bien trabajado. El tuyo es un catalán muy actual pero al mismo tiempo eres muy cuidadosa. Se percibe una pulsión literaria.
Es un equilibrio muy difícil. No es fácil sonar natural y espontánea, captar como hablarían dos chicas jóvenes actualmente, pero al mismo tiempo tener una voluntad literaria. En el caso de Et dire R., en los diálogos utilizo una lengua más rota. Mientras que las reflexiones que ella, la Lucia, se hace, tienen mucho más vuelo literario. Sí, es un equilibrio muy complicado de alcanzar.


Et diré R. es historia ferozmente actual trazada con una exquisita pulsión literaria. Foto: Carlos Baglietto.

"Jo hauria volgut que les coses anessin d'una altra manera". Una primera frase genial para empezar una novela.
Yo le doy muchas vueltas a las primeras frases de mis historias y esta, concretamente, hace tiempo que la escribí. Y la última frase también estaba muy clara

La escritora siempre necesita lectores y lectoras para sentirse realizada.
Ummm... Ostras, no lo sé. Si nadie leyera Et diré R. acabaría siendo una novela olvidada. Aunque también llevo muy mal el hecho de estar expuesta.

¿Cómo lo hacemos, entonces?
Yo entregaría el libro a los lectores y ya. Que nadie me preguntara nada. Con los cuentos tuve la sensación de que se me miraba muy adentro. Y aquello que mostraba no era yo sino mis cuentos.

¿Ha vuelto a pasarte con la novela?
Vengo de un pueblo pequeño, El Pla del Penedès, y alguna de las cosas que explicaba en  los cuentos, aunque llevadas a la ficción, habían sucedido realmente. Ahora cuando pasan cosas, la gente ya me pregunta si lo utilizaré como material para mis historias. La Llucia Ramis dice que escribimos para estar en el otro lado, pero, en el fondo, escribir no deja de ser un gran acto de exposición.

¿Cómo influye el entorno de un creador en su obra?
No sería la misma escritora si hubiera nacido en Barcelona. Los cuentos, que son el primero que escribí, tienen una mirada muy rural. El pueblo y su manera de vivir se filtraron en mi escritura. Vivir en un lugar pequeño es muy bonito pero también tiene una cosa perniciosa: todo el mundo sabe què haces y què no haces, de dónde vienes, de dónde sales... Ahora hace años que vivo en Barcelona y estoy con un pie en cada mundo.

La novela me ha permitido alejarme de mi mundo rural

Et dire R. es un una novela urbana.
Este ambiente rural ya lo había expuesto y ahora quería situar el relato en una gran ciudad. Tengo la sensación de que si hubiera seguido escribiendo cuentos, mis historias habrían tenido de nuevo esta esencia rural. La novela me ha permitido alejarme de mi mundo rural.

En ningún momento lo dices en la novela, pero la ciudad es Nueva York. Cuando menos, es la que he imaginado yo.
Para mí también es Nueva York. Hay gente a quien ha molestado que no lo haya citado explícitamente. A mí me ha parecido que no hacía falta. Todos tenemos una gran ciudad en la cabeza. Para mí era Nueva York, pero cada uno puede transportar la historia donde quiera. Las concreciones también pueden jugar en contra del relato.


Clara Queraltó es una de las voces destinadas a marcar el futuro de nuestra literatura. Foto: Carlos Baglietto.

Pero para ti era Nueva York.
Mi hermano hace mucho que vive en los Estados Unidos. Pasó unos años en Nueva York y fui a vivir unos meses con él, a estudiar inglés. Nueva York es una idea. Es un lugar increíble. Te sobrepasa. Es LA CIUDAD, en mayúsculas. Era muy joven, tenía veintipocos y el impacto fue muy fuerte. Tenía ganas que saliera, aunque fuera como un personaje secundario, en una de mis historias. La he acabado colando en la novela.

Tampoco específicas de dónde sale la protagonista: llega a una gran ciudad pero sin saber de dónde viene.
De un pueblo de mar, dejando atrás a su madre y con ganas de empezar su propia vida. En el fondo, Et dire R. es una novela iniciática. Es aquella sensación de cuando eres joven, que te piensas que te comerás el mundo pero el mundo se te acaba comiendo. Una historia que tiene momentos de impacto, pero con este final que viene a decir que todas las vidas acaban pareciéndose.

También esto pasará, que dice MIlena Musquets.
Todo. Incluso aquello que creemos que nunca en la vida conseguiremos superar, eso también acabará pasando.

¿Para escribir es importante haber vivido mucho?
Es muy importante haber leído mucho.

Los escritores crecemos con la vida y nuestra voz cambia con ella

La literatura es la único muestra creativa donde se da por cierto que eres mejor cuanto más mayor eres.
Parece que la vida te da una sabiduría y que como más leas mejor sabrás explicarte. Pero también hay autores que han firmado grandes primeras novelas. Los escritores crecemos con la vida y nuestra voz cambia con ella. Yo no soy la misma de hace cinco años y de aquí a 10 no me pareceré a quien soy ahora.

Hay alguna escritora que te haya marcado en este tiempo que has dedicado a escribir Et diré R.
Me metí de pleno en las novelas cortas de Natalia Ginzburg. Quería escribir una novela corta y quería que mis lecturas fueran por aquí, también. Y me explotó la cabeza con La azotea de Fernanda Trias. Una novela que crea una atmósfera asfixiante brutal.

¿Ya estás escribiendo de nuevo?
Sí, pero de alguna manera también estoy de luto. Todavía tengo muy presente las dos protagonistas de Et dire R., no he conseguido desprenderme de ellas. Las tengo que echar. Tengo cosas en la cabeza. hay ideas que ya me bailan, pero tengo que dejar pasar una pizca de tiempo más.