Hay series que no puedes analizar estrictamente desde la perspectiva del género al que pertenecen. En el caso de Ciudad de sombras, que se acaba de estrenar en Netflix, hay dos aspectos capitales que merecen un comentario aparte. Primero, lo más triste, es que habrá sido uno de los últimos grandes papeles de la actriz Verónica Echegui, a quien están dedicados todos los capítulos de la serie. No es, por supuesto, su mejor personaje, pero igualmente es la enésima demostración de la versatilidad y carisma que denotó desde los inicios de su carrera. El otro tema inevitable es el hecho de que estamos ante un producto ambientado en la Catalunya de 2010 que aborda las herencias más oscuras de la Barcelona olímpica.

El creador Jorge Torregrossa y su equipo quizás caen en algunos lugares comunes y no acaba de exprimir todo el potencial político de sus premisas, basadas en una novela de Aro Sáinz de la Maza. Pero hay que reconocerle que, como mínimo, lo intenta. Sus apuntes sobre la especulación urbanística, el lado oscuro de las clases acomodadas y el sectarismo de determinados estamentos no inventan nada, pero no son tan habituales de encontrar en nuestro país. Solo por eso ya merecen un respeto. Y después hace el guiño lingüístico: de acuerdo que no es la lengua predominante de la narración, pero se oye más hablar catalán en Ciudad de sombras que en la mayoría de series de plataforma ambientadas en Catalunya. 

Puesta al día de muchas cosas

En términos de su género, el thriller con asesino en serie, Ciudad de sombras no deja de ser una puesta al día de muchas cosas. La historia arranca cuando aparece un cuerpo quemado en La Pedrera y la jueza confía el caso a un agente degradado, Milo Malart, que intuye que la pesadilla solo acaba de empezar. Hay un poco de Dan Brown (la gincana por el patrimonio, en este caso arquitectónico, de una ciudad; los crímenes rituales de connotaciones religiosas), un poco de serie negra clásica (el policía malhumorado y de vida errática, los millonarios pérfidos y llenos de secretos) y un poco de buddy movie tradicional (la pareja de investigadores de caracteres opuestos, el humor soterrado de sus interacciones). Incluso, en la línea del Nordic Noir moderno, hay una lectura social en las motivaciones del presunto psicópata.

Ciudad de sombras Veronica Echegui i Isak Ferriz Netflix
'Ciudad de sombras', el nuevo thriller de Netflix ambientado en Barcelona con Veronica Echegui e Isak Ferriz / Foto: Netflix

 

Pero lo más importante, al final, es que la fórmula funciona. No se alarga más de lo necesario, la trama está bien expuesta y Torregrossa sabe sacar partido a los escenarios barceloneses que le regala la novela en la que se basa. Además, está competentemente rodada y las atmósferas consiguen transmitir una inquietud constante. Quizás se pasa de frenada con la verosimilitud de algunos pasajes (en el clímax, por ejemplo, pasan cosas que requieren un acto de fe, nunca mejor dicho, por parte del espectador), pero siempre tiene mérito sostener la tensión hasta el final. Pero lo que le da un verdadero sentido son las interpretaciones de VerónicaEchegui e Isak Férriz. Este último, sobre todo, hace maravillas con un papel que sin su talento podría haber sido un tópico con placa.