Natàlia Regàs, enamorada del cine y, sobre todo, del cine en pantalla grande, se quedó impresionada en 2012 cuando cerraron las puertas del Cine Renoir Les Corts. Desde entonces, y hasta 2018, estuvo documentando las salas de cine que han bajado sus persianas para siempre. Fruto de eso es el documental Cinema mon amour, que se estrena este viernes. El estreno tendrá lugar en el Cine Maldà con la presencia de todo su equipo, y en esta sala se ha programado el documental hasta el día 27.

10 persianas bajadas

Este es un documental que se cocinó a fuego lento, y durante el tiempo de grabación se cerraron, sólo en Barcelona, 10 salas de cine. Algunas de ellas emblemáticas, como el inmenso cine Urgell, com 1.800 butacas. El documental de Regàs hace un seguimiento al cierre de estas salas, con momentos de gran emotividad. Incluso muestra como ella misma pone en marcha la última proyección de una sala de cine, con tan sólo tres personas en la platea. Graba como se baja la persiana en el suntuoso Cine Alexandra, de la Rambla Catalunya, en una noche lluviosa (acabaría convertido en tienda de ropa). Se cuela durante una okupación en el Palacio del Cine, de la Via Laietana, para deambular entre las paredes en ruinas de la antigua sala de exhibición. Incluso visita el interior del APSI, que se mantiene fosilizado en el tiempo, pero con las puertas cerradas. Y pasa por el impresionante cementerio de aparatos abandonados de distintos cines, donde se depositan los proyectores que probablemente nunca nadie volverá a utilizar.

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El toque de esperanza

Pese a todo, Natàlia Regàs apunta cuatro rayos de esperanza en el mundo de las salas de exhibición de cine: los renovados Texas, que ofrecen una programación de arte y ensayo a precio económico y en catalán; la sala Phenomena Experience, que quiere revivir el cine tal como se veía antes; el Zumzeig, que nace con una filosofía renovada; y sobre todo, el Cine Maldà, la sala donde Regàs trabaja, decidida a ayudar a la pervivencia del cine en pantalla grande.

Las complicidades

Cinema mon amour es un documental que incorpora las voces de muchos personajes del mundo del cine: exhibidores, gerentes, proyeccionistas, pintores de carteles... La joven Natàlia Regàs, pese a la diferencia generacional, sabe captarse la simpatía de estos personajes y compartir con ellos algunos momentos de amor al cine. Muchos entrevistados se sienten dolidos, resignados los otros, esperanzados los menos... Todos ellos se sienten vinculados todavía, pese a todo, al cine como gran espectáculo. Al cine de las grandes salas.

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¿Una crisis inevitable?

Regàs muestra que el cierre de los cines es una consecuencia directa del mal funcionamiento económico del sector. José Batlle, exconsejero delegado de Cinesa, no lo puede decir más claro: algunas salas funcionan gracias a la venta de palomitas. Los entrevistados no dejan de preguntarse el porqué de esta crisis. Y la lista de motivos es larga. Hablan de la tendencia al oligopolio del mundo del cine, controlado cada vez más por grandes grupos que hacen inviables las pequeñas salas (las nuevas tecnologías de proyección han facilitado la concentración del sector). Apuntan que las crecientes diferencias sociales impiden a algunos sectores de la población ir el cine. Critican la piratería y la falta de acción contra esta. Pero, sobre todo, apuntan al cambio en los hábitos de ocio, y al hábito de verlo todo en el móvil y de forma individual. Censuran el hábito de ver el cine en pantallas pequeñas, donde no se puede captar su grandiosidad: "El mejor sitio para ver una película es el cine", explica J.A. Bayona, que en el documental confiesa que su primer recuerdo de infancia es de cuando vio volar a Superman, a los tres años, en el Cine Urgell. Pero también se muestran críticos con el hecho de que la gente prefiera el ocio en solitario. Nacho Cerdà apunta que es urgente recuperar el cine como "experiencia social", como "ritual" y como vivencia "de complicidad colectiva".

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Pasión por el cine

Natàlia Regàs hace un documental muy personal. Como directora, no quiere mantenerse oculta, sino que se hace presente en todo momento, hasta el punto en que incluso se autoentrevista. Y la clave de su documental es transmitir esta pasión por el cine que ella vive (en la estela de Cinema Paradiso, como reconoce en algún momento). Cinema mon amour está impregnado de nostalgia por un tiempo que la directora no vivió. Y, sin duda, removerá las tripas en todos aquellos que, por generación, el cine marcó sus vidas. Sin duda, mucha gente disfrutará viendo Cinema mon amour, aunque, probablemente, la gran mayoría acaben viéndolo en una pantalla pequeña.