El puerto de Barcelona se va llenando de veleros... Este domingo diez embarcaciones grandes y medias a vela, y algunas más pequeñas, acompañarán el Santa Eulàlia, el barco del Museo Marítim que este año hace 100 años, en una salida hasta Sete: el Vaixells a Port. Al mediodía se harán a la mar todos juntos hacia la ciudad occitana, y la salida se podrá ver desde el litoral barcelonés. Hasta entonces, los barceloneses podrán contemplar en el puerto de la ciudad algunas de las más elegantes embarcaciones de vela, entre ellas el Kruzhenstern, el magnífico buque escuela de la armada rusa, el segundo mayor velero del mundo.

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El buque escuela Kruzensenshern.

Una fiesta merecida

Esta es el actiividad que abre las festividades del centenario del pailebote Santa Eulàlia, que se prolongarán durante todo este año. Las embarcaciones que participan en la fiesta podrán ser visitadas el sábado de 16h a 19h, en el Moll de la Fusta y en el Moll d'Espanya (tras el Maremagnum) donde están amarradas. El domingo, de 12h a 13h, habrá un concierto de despedida que pasará por los diferentes veleros, a cargo de la Banda de Música del Colegio Padre Manyanet. La Asociación de Acuarelistas de Catalunya aprovechará el encuentro para hacer obras de arte con los barcos como referencia. Hacia las 13h30 emprenderán, todos los barcos juntos, la marcha hacia Sete, siguiendo el llamado ruta de los cítricos, que llevaba tradicionalmente naranjas peninsulares hacia Francia. Simbólicamente, el Santa Eulàlia llevará hasta Seta 150 kg de naranjas, cedidas por la empresa Sanahuja. En la salida a mar, también participarán embarcaciones privadas, y las embarcaciones del Museo Marítim: el yate Far Barceloneta, el laúd mallorquín Far Formentera, el laúd de recreo Patapum y el laúd de pesca Lola.

Queche Ciudad de Badalona Museu Marítim

El queche Ciudad de Badalona.

Los invitados

El buque escuela ruso Kruzenshtern originariamente se llamaba Padua y fue construido inicialmente en Alemania para una compañía naviera privada. Tiene 114,6 metros de eslora y en estos momentos es el segundo velero más grande del mundo. Cuenta con 4 palos y con 3.4000 metros cuadrados de velas. Tras la Segunda Guerra Mundial fue entregado a la marina rusa como parte de las compensaciones de guerra alemanas. Fue destinado a buque escuela de la flota soviética, y se le dio el nuevo nombre en honor al oficial Adam Johann von Kruzenshterne, el primer ruso que dio la vuelta al mundo en barco. El queche Ciutat de Badalona, emblema de esta ciudad, es un barco de 24,7 metros de eslora construido en 1929 en Dinamarca. Hoy en día se usa como buque escuela para enseñar la navegación tradicional. Está amarrado en Torredembarra pero es propiedad de Marina de Badalona. El Sirius, como el Santa Eulàlia, fue construido durante la Primera Guera Mundial. Ha sido usado como en barco de cabotaje, como pesquero, y como barco de recreo, por eso ha sufrido muchas modificaciones. La fragata Shtandard es un barco nuevo, del 1999, construido como réplica de la primera fragata rusa, del siglo XVIII. Tiene tres palos y una eslora de 34,5 metros.

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La fragata Shtandart en el puerto de Barcelona.

El canto del cisne de los barcos de vela

El Santa Eulàlia fue construido en 1918, en Torrevella. Fue en el último momento de gloria de los grandes barcos de vela. La mayoría de los vapores de los países combatientes habían sido requisados para las necesidades militares y las empresas buscaban desesperadamente barcos para transportar sus cargas. Los veleros no eran una mala opción, en un momento en que ya incorporaban algunas innovaciones técnicas que les permitía ahorrar mano de obra (por ejemplo, se doblaban y desplegaban las velas con molinillos mecánicos, y eso permitía navegar con menos tripulación). Barcos como el Santa Eulàlia se utilizaban, sobre todo, para la navegación con cargas de poco valor. Y algunos de ellos continuaron en funcionamiento durante algunas décadas. El barcp de vapor tardó casi un siglo, desde su aparición, en imponerse por completo al de vela.

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El bergantín Sirius.

Una pieza de museo, en el mar

El Santa Eulàlia es uno de los barcos más antiguos conservados en el Estado español. Aunque sufrió grandes transformaciones mientras estuvo en servicio, cuando lo compró el Museo Marítim quiso que recuperara su aspecto original, y se llevó a cabo un proceso minucioso de restauración gracias a un trabajo ingente de documentación. Gracias a eso el pailebote obtuvo el aspecto soberbio que tiene hoy en día (rechazaron convertirlo en una cosa diferente a lo que era, y por eso no se incorporaron camarotes: sigue teniendo una bodega de mercante. Pero la dirección del Marítim no quería que esta preciosa pieza de Museu restara varada expuesta a la curiosidad de los visitantes. "El lugar de los barcos es el mar. Si se quedan amarrados se convierten en momias", reflexiona Enric Garcia, jefe de colecciones y de investigaciones del Museu. Ahora bien, la gran dificultad era conseguir que el barco mantuviera sus características originales y, además, cumpliera las estrictas normativas que se requieren para obtener el certificado de navegabilidad por parte de las autoridades correspondientes. Al fin, se consiguió y el barco insignia del Museu, no sólo permanece en el puerto durante buena parte del año, sino que también de vez en cuando hace salidas como la de este domingo a Sete.

 

Foto de portada: pailebote Santa Eulàlia. Foto: Pere de Prada.