La historia del jazz es un relato extraño en el que una mayoría silenciada, los norteamericanos afroamericanos, comienzan a gestar la llamada Música del Siglo XX, es decir la que para muchos ha sido la aportación más importante de la música popular a la música culta (si es que hoy en día tiene sentido hablar de esta distinción).

Existe cierto consenso en considerar a Buddy Holden el primer músico de jazz propiamente dicho. Pese a que no existen grabaciones de él, esa mezcla primigenia de ragtime y blues se considera el caldo el cultivo del jazz posterior. Así, en sus orígenes, el jazz era una música jovial y festiva, muy alejada de la imagen intelectual que proyecta en la actualidad.

Durante la primera mitad del siglo XX, comienza a enriquecerse con aportaciones de muy distinto tipo, ya sean armónicas, melódicas, tonales… Incluso el público blanco caucásico comienza a apreciar este tipo de música. Su producción y distribución por los canales de mercado se disparan y surgen artistas tremendamente populares como Fats Waller, Bix Beiderbecke o el más famoso para el público general: Louis Armstrong, figura seminal en la evolución del jazz.

La imagen del jazz comienza a cambiar de forma radical a partir de las décadas de los años 40 y 50. Los arreglos, las interpretaciones y la calidad de las grabaciones se tornan más refinados gracias al trabajo de artistas como Duke Ellington o Earl Hines.

Su creciente aceptación y valoración por la intelectualidad y la comunidad artística europea perfilan la actual imagen sofisticada del jazz. En paralelo, se inicia un camino que culmina en los años 60 con la inclusión de elementos conceptuales y, sobre todo, de reivindicación en cuanto a la negritud y vehículo de expresión para artistas discriminados en EE.UU. por el color de su piel como Charles Mingus, Thelonious Monk o Max Roach.

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Al Di Meola y Chick Corea en Rochester, 1976 (Tom Marcello)

Contracultura y consolidación

Es en este proceso de sofisticación y reivindicación en el que resulta vital la aparición de un joven, Armando Anthony Corea (“Chick”), nacido en Massachusetts en 1941 en el seno de una familia de origen italiano. A mediados de la década de los 60, el joven Corea comienza a dar sus primeros pasos con grandes nombres del jazz de la época. Por citar solo algunos: Lionel Hampton, Herbie Mann o Stan Getz.

En unos años se hace un nombre en el panorama del nuevo jazz, y logra llamar la atención de Miles Davis, que lo incluye como pianista primero y como teclista después en su famoso e influyente quinteto. La cantera de músicos a los que Miles Davis dio visibilidad daría para otro artículo, pero en cuanto a pianistas y teclistas se refiere, además de Chick Corea, en aquella época pasaron por su grupo Joe Zawinul, Herbie Hancock y Keith Jarret, todos ellos convertidos en referentes musicales tras su paso por el grupo de Davis.

El genio estético de Davis y la visión estratégica que tenía del negocio de la música le llevan a darse cuenta de que la música eléctrica con elementos de rock y del incipiente funk es hacia donde debe conducir al quinteto. En la segunda mitad de los 60 comienza a introducir instrumentos eléctricos en el grupo y logra dos cosas: disgustar a los críticos de jazz tradicional y ganar un creciente público entre los jóvenes blancos consumidores de discos.

Este proceso de popularización del jazz tiene un punto de inflexión con la publicación de In a Silent Way, en 1969 y, sobre todo, de Bitches Brew en 1970. Ambos discos suponen un gran éxito a todos los niveles y la popularidad de esta formula llega a casi todo el mundo. El jazz conquista así la cultura popular de masas, y genera de paso un nuevo estilo el llamado jazz rock, jazz-fusion o crossover.

Return to Forever Chick Corea, Rochester, NY, 1976 (Tom Marcello)

Return to Forever, 1976 (Tom Marcello)

El éxito del Jazz Rock

A principios de los años 70 casi todos los músicos que pasaron por la banda de Miles Davis forman sus propios grupos. No obstante, hay tres agrupaciones que desarrollan su fórmula musical con gran éxito e influencia: la Mahavishnu Orchestra (liderada por el guitarrista John Mclaughlin); Weather Report (con Joe Zawinul al piano y teclados, y Wayne Shorter a los saxos) y Return to Forever (liderada por Chick Corea).

Chick Corea había debutado como solista en 1966 con el disco Tones for Joan’s Bones, con gran éxito de crítica. Pero no es hasta estos años en que consolida su carrera. Partiendo de un sonido deudor del grupo de Davis, los primeros discos de Corea asientan su sonido y le hacen embajador de dos nuevos instrumentos de novedosos sonidos: el sintetizador, y sobre todo del piano eléctrico. De este último se convierte sin duda en el intérprete más famoso de aquella época: el cálido sonido de este instrumento se convirtió en seña de identidad del género. La electrificación progresiva de su sonido culmina con el disco Romantic Warrior (1976), que supone un punto de inflexión a partir del cual Corea comienza a experimentar con otras estéticas.

Lo ya dicho sería suficiente para situar a Corea en el podio del jazz. Pero durante parte de los 70 y 80 graba una serie de discos al piano acústico y eléctrico como protagonista, que lo sitúan como un referente: Piano Improvisations 1 y 2 de 1971 y 1972; Crystal Silence de 1972 (junto al vibrafonista Gary Burton); An evening with Chick Corea y Herbie Hancock & Friends de 1978. No faltan grabaciones con otros formatos de grupo donde caben también las orquestaciones, como el caso de The Leprechaun de 1978 o Lyric Suite for Sextet (de nuevo junto a Gary Burton) de 1982.

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Chick Corea en el Zelt Musik Festival, 2019 (Ice Boy Tell)

El corazón español de Chick Corea

Otro aspecto que aporta valor a la obra de Corea es su gusto por fusionar el jazz con otras músicas. Desde muy pronto declaró su amor hacia la música latina y muy especialmente hacia el flamenco. Ya en 1972, su tema La Fiesta daba buena fe de ello. Bien conocida era su admiración hacia Paco de Lucia, con quien colaboró en varias ocasiones, así como otros músicos cercanos a este estilo como Carles Benavent, Jorge Pardo o Niño Josele. En muchas ocasiones declaró su amor por España y cómo, a su manera, sentía que tenía corazón español, dejando testimonio en uno de sus discos más conocidos y notable como es My Spanish Heart de 1976.

Chick Corea, fallecido este 9 de febrero a los 79 años, ha sido una figura compleja y rica, con un legado e influencia importantísimos en las nuevas generaciones de músicos y en la difusión del jazz, el mestizaje musical y la tecnología musical. Acaso sirva este extracto de su despedida en redes sociales para tener una idea de su visión de la música y el mundo: “Mi misión siempre ha sido traer la alegría de crear a todos los lugares que pudiera, y haberlo hecho con tantos artistas que admiro; esta ha sido la riqueza de mi vida”.

Jorge Marredo Rosa es profesor asociado en la Universidad Internacional de Valencia. Artículo publicado originalmente en The Conversation.

 

Fotografia principal: Chick Corea en el Festival Internacional de Jazz de San Javier de 2018