Barcelona, 1511. Hace 512 años. El diplomático Francesco Guicciardini, nombrado embajador del ducado independiente de Toscana ante la cancillería hispánica, viajaba hasta Toledo para presentar sus credenciales al rey Fernando el Católico. En el transcurso de aquel viaje, Guicciardini escribió Redazione degli Spagni ('Redacciones de las Españas'), que sería una descripción de lo que sus ojos vieron. A su paso por Catalunya, dejó escrito que los catalanes eran de estatura baja, de piel morena, de pelo y ojos oscuros, y que eran muy perezosos y descuidados, y extremadamente violentos. Podemos catalogar la descripción de Guicciardini como subjetiva. Incluso despreciarla. Pero es la única que tenemos y, por lo tanto, merece una atención y una pregunta: ¿por qué aquellos catalanes eran tan diferentes de como los hemos imaginado siempre?

Guicciardini y Ferran el Catolic. Fuente Galería de los Oficios, Florència y Museo de Arte, Viena
Guicciardini y Fernando el Católico / Fuente: Galería de los Oficios, Florencia y Museo de Arte, Viena

¿Cuál es la base étnica de los catalanes?

Las primeras sociedades organizadas sobre el territorio del actual Catalunya serían las naciones protovascas que, procedentes del Cáucaso, arraigaron en los valles pirenaicos entre el VII y el V milenio a.C. Pero la verdadera población y explotación del país se produciría a partir de la llegada de los pueblos norte-ibéricos que, procedentes de los Balcanes y del Mar Negro, se establecieron y desarrollaron en el territorio entre los siglos VI y II a.C. La reconstrucción facial en 4D del chico de Untikesken (unos restos humanos localizados al yacimiento ibérico de Ullastret, Baix Empordà), obtenida a partir del ADN del cráneo y de las piezas dentarias, nos revela una apariencia que nos resulta muy familiar: pelo castaño ligeramente rizado, ojos color avellana y piel curtida o morena. Aquellos primeros catalanes ya tenían una traza física que se aproxima a la descripción de Guicciardini.

Reconstrucció en 4D de los rasgos faciales de un chico de la ciudad norte ibèrica de Untikesken / Fuente: Museo d'Història de Catalunya
Reconstrucción en 4D de los rasgos faciales de un chico de la ciudad norte-ibérica de Untikesken / Fuente: Museu d'Història de Catalunya

El falso mito romano

La invasión y ocupación romanas cambiaron para siempre la historia del territorio. El largo dominio de la Loba Capitolina (del II a.C. en el V d.C.) impuso una romanidad rampante en forma de lengua, cultura, religión o derecho. Pero, en contra de lo que pueda parecer, a la llegada de los romanos, el cuadrante nororiental peninsular ya estaba densamente poblado, y los hijos de la Loba Capitolina no fueron nunca el grupo demográfico dominante. Exceptuando el caso de la ciudad de Tarraco, no fueron nunca más del 20% de la población del territorio. No obstante, hay un dato que, como mínimo, es muy revelador. El perfil mayoritario de la población romana establecida en el territorio de la futura Catalunya (cuando menos, durante los primeros siglos de dominación) está formado por legionarios licenciados (convertidos en propietarios agrarios) originarios de la provincia de Sicilia, netamente mediterráneos.

El falso mito visigótico

Las mal nombradas invasiones germánicas son otro falso mito. Los asentamientos visigóticos en los conventus romanos Tarraconense y Narbonense (los territorios de las actuales Catalunya y Languedoc) de los siglos V y VI no representaron nunca más del 10% de la población. Por lo tanto, aquella comunidad germánica que, por una parte, tuvo un protagonismo destacado en la política y en la cultura —aparición de los primeros movimientos de identidad territorial (revuelta de Flavius Paulus, 672)—, por otra parte, nunca representó una alteración de la composición étnica de aquella sociedad. Posteriormente, con la invasión árabe (714-723) y el exilio en el reino de los francos (723-752/801) se produjo cierto mestizaje con la población autóctona ultrapirenaica, pero este sincretismo debió tener más impacto en el ámbito cultural que en el ámbito étnico.

Gala Placídia, reina romanovisigòtica de Barcelona, i els seus fills (segle V) / Font: Museu de Santa Giulia, Brescia
Gala Placídia, reina romanovisigótica de Barcelona, y sus hijos (siglo V) / Fuente: Museo de Santa Giulia, Brescia.

¿Por qué bajitos?

La antropología moderna ha puesto de relieve que, en las sociedades anteriores a la Revolución Industrial (siglo XIX), la altura de los individuos estaba determinada por varios factores, pero uno de los más importantes era la dieta. Las sociedades que tenían una dieta con una presencia importante de los lácticos y grasas animales (la Europa central y atlántica) presentan tallas medias superiores a las que tenían una dieta basada en cereales, legumbres y hortalizas (la Europa mediterránea). El estudio de los hábitos alimentarios en nuestra casa revela que, en las mesas de los catalanes y catalanas de la Edad Media, los elementos protagonistas eran el pan, el aceite, el vino, los garbanzos, las lentejas, las habas, los nabos y las coles. Y no precisamente de forma abundante (este es otro factor importante). La carne y los lácticos eran alimentos únicamente accesibles a las minoritarias clases privilegiadas.

¿Por qué perezosos?

La Catalunya del siglo XI en el siglo XV es una sociedad de campesinos usurpados y empobrecidos, que viven sometidos a las terribles servidumbres impuestas por los peores barones feudales del continente. Con la Peste Negra (1348-1351), que comportó la desaparición de la mitad de la mano de obra agraria catalana, aquellas pésimas condiciones, paradójicamente, se intensificaron. La suma de todos estos factores sería lo que encendería la Revolución Redención (1462-1472), la primera de la historia moderna de Europa. En 1511, el campo catalán ya hacía buena la cita "la tierra para|por el que la trabaja", pero la existencia, todavía, de una arraigada cultura de servidumbre, sería lo que justificaría una escasa cultura de trabajo. Si Guicciardini hubiera viajado a Bretaña o a Inglaterra, países que también conocieron un feudalismo extremo, probablemente habría catalogado a su gente como perezosos.

¿Por qué violentos?

La Catalunya de 1500 es una sociedad violentada, que viene de una horrible Peste Negra (1348-1351), de unos terribles pogromos (1391), de tres mortíferas guerras civiles del siglo XV (la Viga y la Busca, y las dos Revoluciones redenciones), y de una espantosa crisis económica que ha castigado, especialmente, las clases populares urbanas (siglo XV). La nobleza, arruinada por el resultado de la Revolución Remensa, había renunciado en su papel. La alta nobleza, que hacía las funciones de ejército y policía, había huido del país, buscando matrimonios ventajosos con la aristocracia castellana. Y la baja nobleza, abandonada por sus parientes ricos, se había lanzado a la actividad delictiva del bandolerismo y, a través de las tradicionales tramas de fidelidad —de raíz sociológica feudal—, había reclutado grandes grupos de docenas de individuos formados con lo peor de cada casa.

Grabado de Barcelona (1572) / Fuente: Cartoteca de Catalunya
Grabado de Barcelona (1572) / Fuente: Cartoteca de Catalunya.

El cambio de paradigma

La Catalunya de 1500 es un país carbonizado, que ha perdido la mitad de la población con relación a 1348. Pero es un país de oportunidades. I Occitania, una de las regiones más ricas y pobladas de Europa, que el poder francés ha convertido en una bola de fuego (las Guerras de Religión, 1562-1598), impulsará una colosal inmigración, que duplicará la población y cuadruplicará la producción catalana. Las favorables condiciones del aparato productivo catalán, sumado a la incorporación de una potente mano de obra y la inoculación de una nueva y enérgica cultura de trabajo y de empresa de raíz protestante, cambiarán para siempre la fisonomía de Catalunya. Los nuevos catalanes ya no serán ni tan bajitos, ni tan morenos, ni tan perezosos..., pero sí tan violentos como explica Guicciardini.