Castell de Ferro, año 1857. Hace 166 años. El pueblo de Castell de Ferro, emplazado sobre la línea de la costa mediterránea de Andalucía (en el litoral de la provincia andaluza de Granada), se segregaba de Gualchos, cabeza de municipio y situada a cuatro kilómetros en el interior. Castell de Ferro ya aparecería en el nomenclátor de municipios andaluces y españoles que se publicaría en 1858, y desde entonces ha lucido este nombre, tan inequívocamente catalán, sin ningún tipo de conflicto ni de complejo. Desde entonces, también, el origen de este curioso topónimo ha sido objeto de estudio y se ha asociado a un origen catalán. Pero, realmente, ¿el origen de Castell de Ferro es catalán? ¿Realmente fue fundado por catalanes? O, como sostiene parte de la investigación, ¿fue fundado por andaluces que habían hecho el camino de la emigración a Catalunya y habían retornado a su país?

Los catalanes en el mar de Alborán

La presencia catalana en el mar de Alborán (el cuadrante marítimo mediterráneo entre las costas andaluza y norteafricana) es antiquísima. Se remonta a los siglos centrales de la baja edad media. La Catalunya de los siglos XIII, XIV y XV era una potencia naval (se debatía por el liderazgo con las repúblicas mercantiles de Génova y de Venecia), y sus armadores tenían, permanentemente, puesta la vista sobre el estrecho de Gibraltar como punto de partida de las rutas de navegación atlántica. Durante aquellos siglos medievales, las Galeras de Catalunya —la fuerza naval catalana movilizada para defender los intereses mercantiles catalanes— intervinieron en el mar de Alborán en varias operaciones militares conjuntas con otras potencias cristianas: la conquista almeriense (1147) hasta la de Málaga (1487), pasando por el bloqueo de Tarifa (1292), o la batalla de Ceuta (1339).

Fragmento de un mapa peninsular (1482). El reino nazarí de Granada y el mar de Alborán. Fuente: Cartoteca de Catalunya
Fragmento de un mapa peninsular (1482). El reino nazarí de Granada y el mar de Alborán. Fuente: Cartoteca de Catalunya

Una costa de pescadores

Con la apertura del estrecho de Gibraltar, que había estado cerrado a la navegación durante seis siglos por las potencias musulmanas (siglos VIII en XIV), el centro de gravedad del mundo se desplazó hacia el oeste. El Mediterráneo pasó a una posición secundaria. Y la conquista hispánica de Granada (1492), que implicaba la desaparición del último dominio musulmán en la península haría el resto. El mar de Alborán —el cuadrante más occidental del Mediterráneo— no perdió su importancia estratégica, pero no pudo competir con la costa atlántica andaluza, que, a partir del siglo XV, se convirtió en la gran plataforma continental de salida y de llegada de los viajes atlánticos. El mar de Alborán —la costa del reino cristiano de Granada— quedó limitado al tráfico comercial (de exportación de productos granadinos) y a la actividad pesquera.

Los pescadores catalanes en la costa andaluza

Los estudios de Pierre Vilar, el gran investigador de la historia moderna de Catalunya, demuestran que durante la posguerra de Sucesión (décadas de 1720, 1730 y 1740) los catalanes se tuvieron que ingeniar todas las fórmulas posibles para reavivar la economía del país, especialmente trinchada durante la ocupación borbónica (1707-1714), y especialmente castigada por la tributación de guerra impuesta por el régimen borbónico (1714-1768). En aquel contexto, uno de los sectores económicos que más creció fue el naval: el comercial y el de pesca. A partir de 1750, los establecimientos de pescadores catalanes en la costa andaluza, más o menos efímeros y más o menos numerosos, son frecuentes. Y eso es lo que pasó en una playa situada en el litoral de un calador muy rico y abundante que, en aquel momento, se nombraba Castil de Fierro.

Fragmento de una mapa de los reinos de Granada y de Múrcia (1616). Fuente: Cartoteca de Catalunya
Fragmento de una mapa de los reinos de Granada y de Murcia (1616). Fuente: Cartoteca de Catalunya

¿Castil de Fierro es lo mismo que Castell de Ferro?

Los estudios de Manuel Sanchís Guarner, el gran investigador de la génesis y de la evolución de la lengua catalana, ponen de relieve que Castil de Fierro no es un topónimo de origen catalán, sino mozárabe. Es decir, que sería uno de los escasos testigos que quedaron de la existencia de una lengua románica anterior a la dominación musulmana del territorio (siglo VIII). Y los investigadores locales, como el arquitecto Mariano Martin Garcia, sostienen que Fierro ni siquiera sería un equivalente en el "ferrum" latino ('hierro', en castellano), sino que haría referencia al patrónimo Ferrutx (de origen hispanovisigótico y arabizado después de la conquista). Según estos investigadores locales, eso, y la escasa importancia del paraje, explicaría el extraordinario hecho que un elemento mozárabe transitara en el largo túnel de la dominación árabe (siglos VIII en XV) hasta la llegada de los cristianos.

La participación catalana en la conquista de Granada

Para explicar esta catalanización del topónimo, los estudiosos del fenómeno han trabajado dos líneas de investigación. Por una parte, la remota presencia militar-comercial catalana que explicamos anteriormente. La documentación de la época no hace ninguna referencia concreta en Castil de Fierro/Castell de Ferro. Pero, en cambio, sí que hay abundante documentación sobre la participación catalana en la conquista hispánica del reino nazarí de Granada (1482-1492). Según el historiador Joaquin Duran Lerchundi, premio de investigación Cuarto Centenario, en aquella empresa participaron un mínimo de dos mil hombres de armas catalanes, que, con la vista puesta a rodear la capital nazarí, fueron protagonistas, en solitario, de las conquistas de Álora (1484); de Vélez-Málaga (1486), de Vera y de Cuevas de Almanzora (1487) o de Baza (1489).

Grabado de Granada (1720). Fuente: Cartoteca de Catalunya
Grabado de Granada (1720). Fuente: Cartoteca de Catalunya

La primera emigración andaluza en Catalunya

Y la otra línea, que es la que tiene más predicación, sostiene que la "catalanización" del topónimo (el paso de Castil de Fierro en Castell de Ferro) se habría producido a causa de un fenómeno de migración y retorno inédito, hasta entonces, en la historia moderna andaluza. Esta hipótesis, defendida por la mayoría de los investigadores locales defiende que, durante el siglo XVIII, Castell de Ferro ya era un pequeño puerto pesquero y de exportación, pero los Pactos de Familia entre los Borbones franceses y españoles del siglo XVIII habían alejado la Gran Bretaña de los mercados de producción granadina (seda, lino, cáñamo, frutos secos y frutos secados), y la coronación de José I Bonaparte como rey de España (1808) había representado la culminación de un paisaje de ruina, que provocaría una emigración masiva de aquella sociedad local hacia Catalunya.

Barca de pesca catalana (siglo XVIII). Fuente: Museo de la Pesca. Palamós
Barca de pesca catalana (siglo XVIII). Fuente: Museo de la Pesca. Palamós

Emigración y retorno. De Castil de Fierro a Castell de Ferro

Los mismos investigadores locales explican el porqué de aquella emigración hacia Catalunya a partir de dos hechos importantes. El primero sería la existencia de una tradicional relación —que remontaría en el siglo anterior— entre pescadores catalanes que trasteaban en aquella costa y la sociedad local. Y el segundo sería la transferencia de Catalunya en Francia, que garantizaba el progreso económico del Principado. Según estos investigadores se produjo un fenómeno migrante (1808) con un curioso y sorprendente retorno (1814-1815) —que no explican, por aquel paisaje de crisis difícilmente habría desaparecido—, pero que vino muy reforzado con familias de pescadores de varios puertos catalanes. Eso, según estos mismos investigadores, explicaría la existencia de la "calle de los catalanas", de la playa de "los Cambriles", y de la catalanización del nombre del pueblo.

Puerto de Cambrils. Finales del siglo XIX. Fuente: Arxiu Historic de Cambrils
Puerto de Cambrils. Finales del siglo XIX. Fuente: Archivo Histórico de Cambrils