Al principio de los años 90, Joan Jordi Miralles (Huesca, 1977) vivía con un sueño. Y este no era precisamente el de convertirse en escritor. Entre las paredes de la antigua Masia del Barça, en el barrio de Les Corts de Barcelona, y pabellones deportivos de toda Catalunya, se imaginaba llegar a ser jugador profesional del Barça de baloncesto. Con esta idea entró en la emblemática academia deportiva del equipo, donde estaría cuatro temporadas enteras, de los trece a los diecisiete años, sin nunca llegar a debutar con el primer equipo. Más de dos décadas después, ha utilizado las vivencias de aquel periodo para escribir Triunfador (Males Herbes, Seix Barral), un relato conmovedor que sigue los pasos de Ulisses, el adolescente que lo protagoniza y que, como Miralles, también se traslada a vivir a las instalaciones del equipo, siguiendo el impulso de triunfar en el deporte de élite.

Lo que se encuentra en la fábrica de estrellas como Josep Guardiola o Andrés Iniesta, sin embargo, no es el programa modélico que el nombre de la Masia podría evocar, sino un universo cruel y tóxico en que los adolescentes se hacen la vida imposible entre ellos sin prácticamente supervisión adulta

Lo que se encuentra en la fábrica de estrellas como Josep Guardiola o Andrés Iniesta, sin embargo, no es el programa modélico que el nombre de la Masia podría evocar, sino un universo cruel y tóxico en que los adolescentes se hacen la vida imposible entre ellos sin prácticamente supervisión adulta. Es un retrato duro y basado en experiencias reales, lleno de vejaciones difíciles de digerir para el lector, que quieren retratar la violencia de los ambientes en que conviven los adolescentes, especialmente en el caso de los masculinos. Se mezclan con otros hechos de aprendizaje, en una novela que habla de buscarse a sí mismo y de cómo podemos construir nuestra identidad a través del impulso de las situaciones límite.

0a915546 1f53 4246 95f4 6417e0562e9b (1)
Joan Jordi Miralles retrata la cara oscura de los sueños en Triunfador / Foto: ACN / Pau Cortina

Realidad y ficción

Miralles se esfuerza enseguida en dejarlo claro: la novela no es una autobiografía, o una obra memorialística de lo que él vivió en la Masia, sino una mera "ficción con conocimiento de causa". "Hay puntos y sensaciones en común, pero no es la historia de mi vida", puntualiza. Sin embargo, él, como Ulisses, también dejó Manresa, dónde estaba establecida su familia, para pasar a formar parte del selecto grupo de adolescentes que vivían y se entrenaban tanto en la Masia como en la residencia Blume para el Barça. Y él, como Ulisses, tampoco llegaría a formar parte del primer equipo. "Viví cosas potentes, para las cuales no estaba preparado", explica. Pero también afirma que hoy ya no las vive como una herida.

En el libro, se suceden los episodios de bullying, uno detrás del otro, crueles y desatados

No es extraño su énfasis a la hora de marcar distancias entre realidad y ficción. En el libro, se suceden los episodios de bullying, uno detrás del otro, crueles y desatados. A uno de los compañeros de Ulisses, a quien el hecho ser nuevo lo coloca en una diana, lo hacen vomitar la cena y, después, lo obligan a comérselo del suelo sin utilizar las manos "como un perrito". A él, los deportistas más veteranos le lanzan basura por encima durante varias noches seguidas mientras duerme, solo para atemorizarlo. Sin hablar, claro está, de las vejaciones de carácter sexual, que también abundan, por parte de personajes siniestros como el Rubio.

Son algunos ejemplos de un ambiente contaminado por la agresividad de los adolescentes que viven allí, en la que el protagonista experimenta cada momento como si estuviera bajo amenaza, siempre en tensión y a la defensiva, preparado para esquivar un ataque. Es un retrato, el del funcionamiento de la institución, que señala también una omisión: la de la supervisión adulta. La presencia de algún personaje adulto que pueda poner fin a la violencia brilla prácticamente en todo momento por su ausencia, por encima de unos jóvenes que se comportan como una especie de gladiadores crueles, dignos de película de terror.

¿Una novela de formación?

Miralles, en vez de concentrarse en las fronteras de la verdad, resalta el poder de la ficción: "esta historia solo se podía escribir desde la ficción", afirma. Y la ficción nos presenta un mundo duro, pero, por encima de todo, la historia de un adolescente que se busca a sí mismo y que lucha por construirse una identidad en los márgenes que le dejan el abuso y las relaciones asfixiantes que ve a su alrededor. Ulisses quiere descubrir quién es y qué quiere en su vida y el narrador lo acompaña en este proceso, con 'conocimiento de causa' y cierta ternura hacia el personaje.

La ficción se nos presenta un mundo duro, pero, por encima de todo, la historia de un adolescente que se busca a sí mismo

La narración está llena de anécdotas que ilustran un joven con dudas y hambre de saber, que se va abriendo paso en el mundo y descubriendo y explorando aquello que hasta entonces quedaba fuera de sus fronteras, como si se tratara de una novela de formación especialmente sazonada. Las anécdotas incluyen las experiencias del Ulisses con las prostitutas que habituaban por los alrededores de la Masia, en la zona de las Corts, y que los futuros deportistas frecuentan, pero también el amor adolescente o la conciencia de la misma fortaleza, que poco a poco va afirmando, a través del trabajo y el esfuerzo.

b496eb9c 1a90 4926 8a05 45751e2df911 (1)
Joan Jordi Miralles retorna a su pasado en  la Masia del Barça con Triunfador / Foto: ACN / Pau Cortina

La "caja de los truenos"

Miralles explica que fue a través de volver a jugar a baloncesto, a pesar de que ahora sin competir, y de reencontrarse con los gestos mecánicos del deporte que conoce tan bien, que la montaña de recuerdos que tenía acumulada volvió. "Fue como abrir una caja de los truenos en toda regla", dice. Se ha pasado trabajando catorce años en Triunfador, un tiempo en qué, mientras publicaba diversas otras novelas como Marginàlia (Males Herbes 2021) o Aglutinació (Ediciones 62, 2018), ha ido puliendo y reescribiendo fragmentos, buscando el ritmo adecuado para el libro. Ha encontrado uno rápido y punzante, a ratos lapidario, que dice que le recuerda la velocidad de juego del baloncesto, dónde los tiempos son muy rápidos. La novela está llena de diálogos, de intercambios taciturnos y secos, en boca de los jóvenes deportistas. Imponen un ritmo realmente veloz, dinámico, que da la sensación al lector que siempre va un paso por detrás de la narración, persiguiendo alguna cosa, como quien va detrás de un jugador o una pelota de baloncesto.

Si alguna cosa consola al lector a Triunfador es el mismo fracaso de Ulises y su vuelta a la normalidad más allá del prestigio brillante que rodea la Masia y de la fina y envenenada línea entre el sueño y la pesadilla

Encontrará descanso al final, cuando el mismo Ulisses es capaz de cerrar la etapa y empezar a procesar el 'fracaso' de su sueño. Volverá a Manresa, donde empieza a hacer de entrenador de baloncesto en categorías inferiores. Allí, los niños lo admiran por haber estado en el Barça y afirman que también desearían poder jugar ahí un día, mientras Ulisses los observa sabiendo lo que se esconde en el fondo de este deseo. Y es que si alguna cosa consola en el lector a Triunfador es el mismo fracaso de Ulisses y su vuelta a la normalidad más allá del prestigio brillante que rodea la Masia y de la fina y envenenada línea entre el sueño y la pesadilla.