En el Nueva York de principios del siglo XX, la bolsa construye grandes fortunas. Un ejemplo es Benjamin Rask, un financiero misterioso que parece tener una capacidad fuera de serie para manipular el mercado de valores norteamericano y sacar provecho. Fortuna (Periscopi en catalán, Anagrama en castellano), la nueva novela del escritor argentino Hernán Díaz (Buenos Aires, 1973) nos abre una puerta a su vida, llena de sombras, con un rompecabezas de informaciones y voces narrativas que el lector tiene que ir encajando para construir una verdad propia.

El funcionamiento del capitalismo bursátil, las fortunas descomunales y el Crack del 29 son el decorado de un libro que muestra este universo con su complejidad, resistiéndose a verse deslumbrado por la abundancia

El funcionamiento del capitalismo bursátil, las fortunas descomunales y el Crack del 29 son el decorado de un libro que muestra este universo con su complejidad, resistiéndose a verse deslumbrado por la abundancia. Y que, entre manuscritos y versiones de la misma historia, deja una reflexión magistral sobre la capacidad del poder para comprar una verdad incestuosa, que convenga a sus intereses. Fortuna es uno mucho más que digno ejemplo del alcance de la 'gran novela americana', que podremos experimentar más allá del papel: HBO ha anunciado que adaptará la novela, que suena como firme candidata al Pulitzer, en forma de serie con la actriz a Kate Winslet como protagonista. Hablamos con el autor de las crisis recurrentes del capitalismo, del empresario como 'hombre del Renacimiento' y de por qué no le gusta El gran Gatsby de Scott Fitzgerald.

¿Qué te fascina del universo de la bolsa y del funcionamiento del capitalismo?
Me interesaba escribir sobre el dinero y sobre una riqueza descomunal. Lo que más me fascinaba eran las riquezas que no están apoyadas en bienes materiales o servicios concretos sino que, para citar el libro, son el resultado de genealogías incestuosas del capital. Me interesaba también el altísimo grado de abstracción que tiene este tipo de capital en contraposición a fortunas que están basadas en la producción de bienes tangibles.

Lo que más me fascinaba eran las riquezas que no están apoyadas en bienes materiales o servicios concretos sino que, para citar el libro, son el resultado de genealogías incestuosas del capital

Decidiste situar la acción en la década de los 20 en los Estados Unidos. ¿Por qué?
Por dos motivos. El primero: creía que este libro no podía pasar hoy, en el presente. Eso hubiera implicado que todo el mundo estuviera con el teléfono y el ordenador sin descanso y eso resultaba muy deprimente. No he leído una novela donde aparezcan e-mails y mensajes de texto incluidos de una manera satisfactoria. La segunda razón es que me resultan muy interesantes los momentos altamente icónicos de la historia de cualquier país, de los que todos tenemos preconcepciones muy arraigadas. Para mí, como novelista, es muy productivo jugar con estas convenciones; hacer que los lectores las suscriban y después, en algún momento del relato, subvertirlas. Este momento, la década de los 20 y la depresión de los 30, es muy representativo de la historia de los EE.UU.

Entrevista Hernán Díaz, escriptor / Foto: Carlos Baglietto
Hernán Díaz ha publicat la novel·la, Fortuna, ferma candidata al Pulitzer / Foto: Carlos Baglietto

La acción se sitúa en aquel momento, pero parece que la novela trace constantemente paralelismos con las crisis más recientes del capitalismo.
No tenía la intención de hacer un comentario sobre la realidad contemporánea de los Estados Unidos. Lo que sí que pasa es que estas crisis bancarias, financieras o bursátiles, no son accidentales. No quiero decir que sean premeditadas, pero sí que son estructurales. Si parece que hay resonancias es porque las hay en la realidad, no porque el libro sea una metáfora del 2008. El sistema está construido de una manera que es imposible que no haya crisis periódicas de este naturaleza. En un momento de la novela, uno de los narradores ofrece una lista de las crisis económicas a los EE.UU. desde finales de la guerra civil hasta los años treinta. Y yo mismo me sorprendí que fueran tanto periódicas y consistentes.

El sistema está construido de una manera que es imposible que no haya crisis periódicas de este naturaleza

¿Estaba también la intención de mostrar el funcionamiento del sistema desde diferentes perspectivas? ¿Desde la base a la cúspide?
Me interesaba que estuviera la mirada no solo de aquellos que están en el poder sino también de aquellos que se oponen. Y me parece que, en el primer grupo, en todo el mundo y en cualquier momento de la historia, quien ha quedado excluido de las esferas de poder han sido las mujeres. Siempre. Y todavía hoy la industria financiera es predominantemente masculina. Si pensamos que cualquier poder político está basado en un poder económico, que yo estoy convencido, no es sorprendente llegar a la conclusión de que esta es una manera más de suprimir y oprimir a las mujeres. Esta oclusión, deliberada y programática, pasó a ser el centro de la novela.

Entrevista Hernán Díaz, escriptor / Foto: Carlos Baglietto
Entrevista a Hernán Díaz, escritor / Foto: Carlos Baglietto

"El mercado siempre tiene razón. Los que intentan controlarlo no lo entienden". Dice el personaje del financiero Benjamin Rask.
Esta es una idea que viene del liberalismo clásico, de Adam Smith hacia adelante. Es esta idea que los mercados se regulan por sí solos y que cualquier forma de intervención es un sacrilegio y perniciosa. Yo creo que eso es falso y que la historia lo demuestra, no es una materia opinable, sino un hecho verificable. Si el Estado tiene una función, más allá de garantizar la seguridad pública, sería la de asegurarse que la desigualdad, que siempre será inherente a cualquier sociedad, sea lo menos dolorosa y letal posible.

Si pensamos que cualquier poder político está basado en un poder económico, no es sorprendente llegar a la conclusión de que esta es una manera más de suprimir y oprimir a las mujeres

¿Está la intención de provocar o dibujar un conflicto ideológico dentro de las páginas del libro sobre el mercado y del capitalismo? ¿O es una simple exposición?
Es una novela sin un narrador externo. No hay un narrador en tercera persona que cargue con la autoridad moral o ideológica. Es una estructura coral y polifónica en que las voces coexisten y el lector tiene que encontrar la manera de reconciliarlas o encontrar el sentido que surge de su convergencia.

Otra de las ideas que aparece en el libro es la del hombre de negocios como verdadero 'hombre del Renacimiento'. Recuerda mucho a ciertas figuras de multimillonarios contemporáneos como Elon Musk, que nos dan lecciones de todo.
Con una gran fortuna viene un gran sentido de omnipotencia. Pensamos que para tener mucho dinero alguien tiene un gran entendimiento de absolutamente todo. Eso en parte deriva de lo que se discute en la novela, que el dinero es una especie de posibilidad pura. En consecuencia, si alguien es descomunalmente rico, tiene una acceso potencial a todo. Obviamente no hay una transitividad absoluta: el hecho de que tengas acceso no quiere decir que hayas accedido, o que tengas conocimiento sobre aquello a que podrías acceder. Pero por otra parte, la idea del hombre del Renacimiento tiene alguna cosa tristemente cierta: el dinero es el común denominador entre todas las actividades humanas en la civilización. No digo que sea lo único o lo más importante, pero sí que me parece que es total. Todas nuestras actividades están mediadas en algún momento por el dinero. Esta es una noción bastante terrorífica.

Entrevista Hernán Díaz, escriptor / Foto: Carlos Baglietto
Hernán Díaz / Foto: Carlos Baglietto

Todas nuestras actividades están mediadas en algún momento por el dinero. Esta es una noción bastante terrorífica

Fortuna también trata la relación entre el poder y la verdad para ilustrar cómo, desde una posición de poder, se puede construir una verdad interesada.
El libro particular plantea de forma muy abierta la idea de que el poder se define como la habilidad de imponer un relato a los otros. O de corregir la realidad, de rectificarla y amoldarla. Eso lo vemos de forma muy patente en nuestra sociedad hoy, como la realidad parece que esté en venta al mejor postor. Es crucial, en la novela, la exploración de la frontera, cuestionable y escurridiza, entre la realidad y la ficción. Y en qué medida la verdad y la ficción son efectos retóricos más que discursos que se definen por su anclaje en el mundo.

Está la voluntad de poner al lector en una posición en que tiene que escoger qué es la verdad.
Mi esperanza es que el lector tome un papel sumamente activo. En este libro el lector es una especie de detective textual que tiene que decidir cómo los relatos van encajando. Algunas piezas no acaban de encajar nunca y eso también es totalmente intencional porque creo que refleja la manera en qué vivimos nuestras vidas diarias.

En este libro el lector es una especie de detective textual que tiene que decidir cómo los relatos van encajando

¿El conflicto del saber y la verdad en relación al lector, lo construyes con unas referencias particulares?
No estoy afiliado a ningún grupo, club, mafia o corriente literaria. No tengo ningún carné de ninguna sociedad. No me interesa identificarme con ninguna corriente, aunque, evidentemente, tengo docenas de influencias literarias. Creo que la primera parte del libro tiene que ver con la literatura norteamericana de finales del siglo XIX, que para mí es muy importante, y hay un recorrido hacia el final en el que también está el modernismo inglés y norteamericano. Creo fervientemente que la literatura se escribe con literatura, que todo lo que escribo está lleno de referencias.

Entrevista Hernán Díaz, escriptor / Foto: Carlos Baglietto
El escritor argentino Hernán Díaz retrata el mundo del capitalismo / Foto: Carlos Baglietto

Precisamente Benjamin Rask, esta figura increíblemente rica y a la vez misteriosa, hace pensar inevitablemente en El gran Gatsby.
Tengo una relación complicada con este libro, no me gusta en particular. Mientras escribía Fortuna pensé en Gatsby casi como aquello que quería evitar a toda costa. El gran Gatsby se una novela que se plantea como una especie de crítica al exceso y la decadencia del capitalismo, pero que acaba absolutamente fascinada por este mundo. Para mí era muy importante no acabar deslumbrado por el objeto que intento criticar, que es una cosa que veo en muchas novelas que lidian con el mundo de las riquezas estratosféricas. Respecto del carácter discreto de Rask... Hay mucha gente que calla para ocultar que no tiene nada que decir.

Es difícil, pues, no sentirse atraído por el mundo de las grande fortunas y de poder.
Muy difícil. Y creo que es una cosa que nos pasa a todos cuando estamos en presencia de alguien más afluente que nosotros. Hay alguna cosa en nuestro comportamiento que cambia. Es triste pero pasa. Y eso se puede extrapolar a nuestra sociedad en general. Me avergüenzo que me pase a mí mismo, pero no lo niego. Es más, hay aquella famosa frase de Scott Fitzgerald sobre Gatsby que dice: "los ricos no son como nosotros, son diferentes". Y yo la invertiría: nosotros somos diferentes cuando estamos en torno a los ricos.

El dinero es una especie de posibilidad pura

¿Cómo fue el proceso de documentación del libro? ¿Te sirvió para entender mejor el funcionamiento del sistema financiero?
La investigación me llevó a leer textos primarios de la época: prensa financiera, tratados, informes en el Senado... Tuve que educarme de forma muy profunda y rápida. Fue un proceso arduo, pero ahora entiendo mejor cómo funciona el mundo bursátil. Y también entiendo que hay cierta ofuscación y oscuridad retórica sobre el dinero que es totalmente intencional; que está allí para que la gente que no pertenece a la industria deje de prestar atención u oiga que es algo que excede su entendimiento, cosa que es falsa. Se trata de una cuestión de poder.

HBO ha comprado los derechos de Fortuna para hacer una serie, con Kate Winslet de protagonista. ¿Participarás en el guion del proyecto?
Fue una decisión difícil. Ellos querían que escribiera el guion y eso me tentó porque hay un gran equipo involucrado, pero me pareció deshonesto seguir habitando este mundo y este proyecto después de haber estado habitándolo durante cinco años. Finalmente decidí decir que no, pero soy uno de los productores, así que sí que estaré muy vinculado al proyecto. No hay fecha de estreno, porque está siendo escrito. Mi ilusión es que el rodaje empiece a finales de este año.