Lolita Bosch presenta La ràbia (Ara Llibres), la obra que ganó el último premio Roc Boronat. Este texto tiene una peculiaridad muy especial: Lolita Bosch sufrió de pequeña la persecución de sus compañeros de escuela. Salió de la pequeña escuela de su pueblo, donde era muy valorada, para ir a un centro de élite donde se vio sometida a la persecución de sus compañeros, que fue tolerada por sus profesores. Este libro es, en parte, una forma de liberar todos los fantasmas que llevaba dentro.

Cualquiera puede ser perseguido

Una de las cosas más importantes que plantea el texto es que niños muy diferentes pueden ser víctima del bullying. Algunos son perseguidos por ser feos, o pobres, o con problemas físicos. Pero también hay casos de persecuciones de niños "demasiado" ricos, "demasiado" guapos, "demasiado" elegantes o "demasiado mimados". El acoso puede empezar muy pronto, incluso en la guardería, pero también puede ser que un niño que no lo haya sufrido nunca pase a sufrirlo de repente, especialmente si cambia de centro. El desconcierto de los perseguidos puede ser absoluto: casi 20 años después de dejar el centro, Lolita Bosch responde a un mail de uno de los alumnos abusadores: "Nunca he conseguido entender por qué me recibisteis con tanta, tanta malicia. Y para mí fue infernal".

Los "populares"

Lolita Bosch conoce muy bien a los actores del acoso, los alumnos "populares", aquellos que dirigen las bromas, escogen los objetivos, cohesionan el grupo contra alguien... Y delata la crueldad del grupo como masa, frente a los individuos aislados que ha escogido como víctima. El problema no es sólo el de los alumnos "populares", sino también de los que no hacen nada, por miedo a ser designados como objetivos, por insolidaridad, o por pereza. Y aquí hay alumnos, pero también maestros, y a veces padres...

Padres ignorantes

Uno de los efectos colaterales de la persecución, como nos presentan los diferentes testimonios, es el silencio. Por una parte, los alumnos consideran llegan a asumir que el bullying es culpa suya, y que si no se saben librar de él es porque no son lo bastante hábiles. La culpabilización va asociada a la vergüenza, y la vergüenza al silencio. Por otra parte, los alumnos tienen miedo de que si informan a sus maestros o a sus padres, y éstos no resuelven la situación, la persecución se endurezca todavía más. Por eso hay muchos padres que no saben nada del calvario que pasan sus hijos a la escuela. Es lo que les pasó a los padres de Lolita Bosch.

Difícil, pero no imposible

Es muy difícil para un niño, a solas, enfrentarse a la persecución: "sola, no podía parar a un ejército", deja claro Lolita Bosch. Y el problema no acaba cuando el niño sale de la escuela. Los miedos quedan marcados en su personalidad. Lolita Bosch, con más de 45 años, todavía no quiere pasear por el lugar donde estudió el bachillerato, por los malos recuerdos que le provoca, y la posibilidad de participar en una cena de antiguos alumnos le produce terror. Mientras los antiguos alumnos conviven en las redes sociales, ella, y los excluidos de ayer, están en el margen del nuevo universo virtual. Y, a pesar de todo, Bosch fue capaz de plantar cara a uno de los profesores que lo había despreciado cuando era adolescente y de reprocharle todo el daño que le había hecho. Lolita Bosch considera que ha dejado atrás buena parte del trauma de su infancia, y justamente por eso se ha puesto a escribir. Porque cree que hay futuro fuera de la escuela.

La rabia

Lolita Bosch asegura que aquello que le permitió sobrevivir y sobreponerse a los maltratos fue la rabia, una rabia "que creció dentro mío cuando tenía catorce años como una flor podrida, enjaulada, de óxido". Pero aquello que propone Lolita Bosch no es una venganza por los males pasados, que en cualquier caso sería muy poco gratificante, sino un llamamiento de atención de cara al futuro. "Los adolescentes a veces son unos cabrones y basta", explica Bosch, y avisa de que el problema de la persecución se multiplica con internet. Es un problema de todos prevenir y combatir el bullying.

Premio de novela, sin novela

Sorprende mucho que La ràbia obtuviera el premio de novela Roc Boronat, convocado por la ONCE, especialmente porque La ràbia no es una novela, y ni siquiera lo esconde. La ràbia es un ensayo que combina la investigación, basada en entrevistas a muchas víctimas, con los recuerdos personales de la autora. Se estructura a partir de algunas vivencias personales de Lolita Bosch, pero en alguna ocasión sufre de un cierto desorden y de un exceso de repeticiones. Si bien La ràbia tiene el mérito de poner sobre la mesa un tema candente, y de hacerlo en primera persona, no es un libro para un premio de narrativa.