Es fiesta. Bob Dylan cumple hoy 80 años. ¿Por qué tantísima gente lo celebra y tú no le acabas de ver la gracia? ¿Por qué es inmenso y tú no te das cuenta? El repertorio de Dylan, la cruda, intensa y rigurosa virtud de sus canciones, es la reinterpretación interminable que hacen él, quienes lo versionan o tú mismo cuando las tarareas en un punto de alegría o en un instante de decepción. Esa es la materia de los grandes poetas populares: siempre te dicen alguna cosa y todas las cosas. Una canción que parecía una tierna balada acústica se transforma de repente, meses después, en un grito de furia eléctrico y, años más tarde, en otro escenario, se convierte en un gospel dramático, un lamento fúnebre, un burlesco irónico, un blues crítico o el fondo de uno pasacalle.

Joan Baez, que lo conoció tanto, dice en No Direction Home, el documental de Martin Scorsese, que Dylan nunca se comprometió y se ríe de los toman al cantautor por un tótem. Es un aprovechado, se queja. Tiene razón —pero está muy equivocada. Lo que ella critica es, exactamente, el factor por el que las canciones de Dylan se mueven a través del tiempo, adelante y atrás, arriba y abajo, y lo pone en compañía de otros poetas inmortales, universales, eternos. Homero, Dante, Shakespeare. Si tú no lo habías visto, estás perdonado, porque ni Joan Baez, que es tan grande, se da cuenta. No advierte que la falta de compromiso de Dylan no es una limitación sino un pasaporte al mundo del gran arte, lo que nos hace conversar con las generaciones que han pasado y las que vendrán, lo que contiene todas las vidas, la tuya también. Comprometerse por una causa o un momento es perderse para el resto de causas y momentos.

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Joan Baez y Bob Dylan en la Marcha sobre Washington, agosto de 1963 (Rowland Scherman)

¿Sabía Dylan todo eso? No. Tampoco lo sabían Homero, Dante o Shakespeare. Nosotros, hoy, sí lo sabemos. Ningún artista permanece sobre el escenario 60 años interpretando cualquiera de sus grandes temas —Cualquiera.De.Sus.Temas— y siempre inspira el espíritu, siempre ilumina la vida, siempre colorea el momento. ¿Por qué si no es tan complicado encontrar un grupo o un intérprete de música popular que no haya tocado algo de Bob Dylan? Tanto como un clásico, Dylan es para siempre y es para ti.

Canciones icónicas de Bob Dylan

El compromiso del cantautor de Hibbing, un poblachón perdido de Minnesota, también inspira de otras maneras. Ha trabajado mucho, mucho, mucho. Sólo desde 1988 hasta 2019 ha hecho más de 100 espectáculos el año, cada año, en todo el planeta. The Never Ending Tour es el nombre oficial de su gira desde hace 33 años. ¿Te haces una idea? Olvídate de los requisitos artísticos y logísticos. Piensa solo si podrías encarar los viajes. Dylan ha grabado 39 álbumes de estudio, más los bootlegs que nunca se acaban, más las grabaciones "subterráneas", más los bootlegs de los "subterráneos"… También inspira verlo pasar olímpicamente de la atención, la fama y los aplausos. Actúa con indiferencia olímpica con el público, la prensa, la opinión pública, los influencers, los poderosos. Hasta del Nobel, que recogió cuatro meses después de la ceremonia oficial de entrega del galardón. No es que fastidie a sus críticos. No. Sencillamente, ni piensa en ellos. Él tiene más de 600 canciones infinitas y con eso ya sirve. Y no es un estoico. En diciembre de 2020 vendió los derechos de su repertorio a Universal Music por unos 250 millones de euros.

Hoy celebra 80 años un artista que ha transformado experiencias personales en canciones consideradas icónicas y míticas por varias generaciones, crónicas que retratan momentos históricos y que son, al mismo tiempo, canciones íntimas que puedes cantar mientras te haces el desayuno, canciones que hace 60, 50, 40 años que te susurran al oído y te preguntan cómo estás. Edward Docx, un sabio dylaniano, lo explica así, parafraseando All Along the Watchtower: "He escuchado a Dylan tocar en directo All Along the Watchtower decenas a veces. Es la canción que más ha interpretado en su carrera, más de 2.200 veces. Incluso más que Like a Rolling Stone. Pero... ¿de qué va? ¡No lo sé! Aparecen un bufón, un ladrón y hay demasiada confusión y no debemos engañarnos. Todo lo que puedo deciros es que, de alguna manera, su tema es mi tema, es vuestro tema, es nuestro tema... es el fin del mundo. Porque sí, porque ya es un poco tarde y el viento empieza a aullar".

Foto principal: Grafiti de Bob Dylan