Hoy se estrena El Otro Lado (Movistar+), pero hace ya un buen rato, concretamente casi seis años, que las etiquetas se le han hecho pequeñas a Berto Romero (Cardona, 1974). Cuando Movistar+ estrenaba la primera temporada de la serie Mira lo que has hecho, espectadores, críticos, periodistas y analistas se frotaban (nos frotábamos) los ojos con un producto que dinamitaba cualquier expectativa que tuvieran (que tuviéramos) hacia la que era la primera serie que salía de la mente del, hasta entonces, cómico, o humorista, o monologuista, o payaso. Como si para ser un buenísimo cómico, o humorista, o monologuista, o payaso, no se necesitara talento, honestidad, sutileza, creatividad y cerebro privilegiado.

En realidad, la sorpresa va siempre ligada a las (otra vez) expectativas y etiquetas del receptor y no a las inquietudes del emisor, así que Romero sorprendía, sí, con una comedia dramática, o un drama divertidísimo, que hablaba de la paternidad y, sobre todo, de entrar en lo que llaman la madurez, ese instante en el que todo cambia y la vida es otra cosa. Las tres magníficas temporadas de Mira lo que has hecho, una serie que no dejaba de crecer, de ir un poco más lejos, sin perder la esencia, manteniendo un finísimo equilibrio entre risas y catarsis, entre autoficción y, también, lágrimas (y bocadillos de chistorra), revelaban que Romero era un creador ambicioso al que había que darle carta blanca para escribir y levantar la ficción que le diera la gana.

Casi seis años después de aquella sacudida seriéfila, nuestro hombre va más allá, nunca mejor dicho. Porque con El Otro Lado vuelca pasiones y referentes, y el mismo talento, honestidad, sutileza, creatividad y cerebro privilegiado. Y lo hace con la complicidad de sospechosos habituales: Rafel Barceló y Enric Pardo en el guión, Javi Ruiz Caldera (su descubridor en el cine, en la lejana Spanish Movie y, también, en 3 bodas de más o Anacleto: Agente secreto) y Alberto de Toro en la dirección.

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Andreu Buenafuente se estrena la nueva serie de Berto Romero, El Otro Lado

Berto Romero se pasa al terror, leeréis en todas partes, también en estas líneas. Y es cierto, porque su nueva propuesta incluye fantasmas y expedientes X. Pero El Otro Lado también hace un singular retrato del fracaso vital, quizás el gran tema de la serie, y toca cuestiones como la violencia machista, el duelo y el miedo, y el lamentable estado del periodismo. Y todo eso desde una inteligentísima ligereza que no le resta ni gota de profundidad al asunto.

“Hay una bandera que intento enarbolar, que es reivindicar la comedia como un espacio en el que construir discursos complejos. Porque la comedia tiene muchos estigmas, y uno de ellos es que es superficial. Y yo creo que no”, advierte de entrada. Tiramos del hilo con un Berto que, por si fuera poco, también hace un muy eficaz trabajo como actor, poniéndose en la piel de Nacho Nieto, un tipo que se acerca a los 50 añorando su pasado como riguroso reportero de un mítico programa televisivo dedicado a los fenómenos paranormales. Ahora, mirado con condescendencia por su escaso entorno, malvive con un canal de youtube con cuatro seguidores mal contados, hasta encontrar una pequeña luz al final del túnel cuando un poltergeist se le cruza por el camino.

Así, entre sustos y guiños a clásicos del terror, Romero también le regala un irresistible personaje a su amigo Andreu Buenafuente: el showman se convierte en el fantasma del Doctor Estrada, el hombre que le enseñó a amar la profesión periodística, y el misterio, fallecido décadas atrás y regresado para ejercer de Pepito Grillo del protagonista. Hablamos de todo esto con Berto Romero.

Charlando con Andreu, y también con los directores de la serie, Javi Ruiz Caldera y Alberto de Toro, los tres me decían que también se sorprendieron con este proyecto.
Sí, bueno... yo creo que tampoco era una sorpresa tan excesiva. Quiero decir, sí reconozco que he asumido muchos riesgos con esta serie. Para empezar, con el propio Andreu. Colocarlo en una ficción a mi lado podía ser un regalo envenenado, porque si no lo hacíamos bien, el referente que vendría a la cabeza sería otro: cómicos parodiando pelis de terror, y no hace falta que te dé nombres. Entrar a retratar de alguna manera el propio mundo de lo paranormal también te pone en un lugar mental concreto: hacer cachondeo, parodia sangrienta, Tristanbraker, etcétera, etcétera. Creo que el tono de comedia de la serie es una exploración algo más cruda de lo que ya explorábamos en Mira lo que has hecho. Y es verdad que lo que entra aquí a romperlo todo es el componente del terror. Eso sí que ha hecho que la mezcla sea muy complicada, que el tono sea muy peculiar. Y entiendo que, al principio, a todos les quedó el culo un poco torcido. Pero para mí, que toda la vida que he sido consumidor de terror y ciencia-ficción, que soy un friki de los programas de misterio desde hace mucho tiempo, era bastante natural. No lo veía tan raro, hasta que me puse a hacerlo y entonces yo también dije que sí, que era raro.

¿Romper con las expectativas de la gente es más sencillo cuando se hace con amigos?
Lo de romper expectativas... cuando lo haces, todo el mundo te dice que qué valiente has sido. Pero si no las rompes, lo que todo el mundo te señala es que ya estás con lo mismo de siempre, la misma mierda. El público es un animal muy jodido. El público quiere siempre mandanga nueva, pero no tan nueva, porque entonces igual se asustan y te dan la espalda. Pero al mismo tiempo no me des lo mismo porque me enfado. Quiero decir, desde el punto de vista del creador, esta es una jungla muy complicada de atravesar. Y para hacer cosas como estas, que son objetivamente muy complejas, yo prefiero siempre trabajar con amigos, siempre y cuando estos amigos tengan un talento igual o superior al mío, como ocurre con mi equipo.

El peso del machismo es un fantasma que todos arrastramos

Dice Andreu que, pese a la experiencia previa y común con El pregón (2016), le has desbloqueado el viejo deseo de ser actor.
Fue una putería escribirle un papel que no pudiera desempeñar nadie más. O sea, es evidente que ese papel debe hacerlo él sólo por cómo resuena con el hecho de que el partenaire sea yo... es que está escrito para él, es un traje a medida. Yo sabía que a Andreu le hacía mucha ilusión y también que, como lo había probado, ya sabía lo que implicaba: las profundidades en las que puedes llegar a entrar con la preparación de un personaje, con su ejecución. Y lo cierto es que, de entrada, era imposible, porque él tenía un volumen de trabajo enorme, haciendo un late show diario. Pero se produjo el espacio necesario cuando dejó el programa en Movistar y todo cuadró. Y debo decir que yo también asumía un riesgo: yo confiaba en mi amigo y siempre sospeché que tenía un buen actor dentro. Y creo que mucha gente no le ofrece proyectos porque piensa que la sombra de Andreu es alargada y se puede comer al personaje que le propongan. Este miedo a decir que no veremos al doctor Estrada, que veremos a Andreu. Queríamos que la interpretación fuera realista y natural, que al mismo tiempo no nos vieras a nosotros pero que sí se mantuviera la química. Y eso es muy complicado. Pero hemos hecho un trabajo conjunto que creo que es muy interesante para conseguir que veas a Estrada y a Nacho, y no a Buenafuente y a Berto. Y para él ha sido un viaje chulísimo. Él está muy feliz. Y yo estoy feliz de haberle podido regalar algo así a mi amigo, que tantas cosas me ha regalado a mí.

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Berto Romero es uno de los protagonistas de El otro lado

En El Otro Lado hay terror sobrenatural, pero también lo hay natural, como el tema de la violencia machista. O una primera escena de tu personaje, intentando cortarse las venas en la bañera, que también te deja el culo torcido. Aquí había mucho a equilibrar.
La comedia debe ser, y puede, ligera, pero conteniendo discursos más elaborados. No tiene por qué ser algo sencillo. Entonces, cuando escribimos una serie como ésta, intentamos ir a buscar todo lo que dé de sí. Es una historia de fantasmas, pero esto no significa que necesariamente tenga que ser de terror. Ni quiere decir que hacemos comedia porque somos comediantes y la cabra tira al monte, tira muchísimo. No. Aquí buscamos todos los discursos que podíamos introducir relacionados con esto. Ese catálogo de masculinidades deconstruidas, porque el peso del machismo es un fantasma que todos arrastramos socialmente, el peso de la mentira, etcétera. A mí me gusta, me hace mucha ilusión cuando alguien me dice: hostia, pues hay cositas en la serie. La intención era hacer algo sencillo que todo el mundo entendiera. En realidad, es un thriller como de niños, enseguida ves por dónde van los tiros. Pero que hubiera más cositas en el caldo.

Por todas estas particularidades, ¿este es el proyecto que más miedo, o respeto, te ha generado, hacia la respuesta que te pueda dar el público o, no tanto pero también, la prensa?
Pues sí... También hablamos de procesos algo largos. Desde que empezamos hasta el estreno han pasado más de tres años. Tiempo para que ocurran muchas cosas, también para comerte la cabeza y pensar cómo se entenderá. Hemos pasado la primera prueba, que es enseñarla y tener las primeras críticas y el primer feedback. Y yo ya me he quedado tranquilo, porque veo que la serie se entiende perfectamente. Y después también hay algo muy interesante, creo que el público la consume de una forma muy agradable. Porque a veces, cuando te pones un poco exquisito y quieres hacer muchas cosas, o un discurso con cierto contenido sociológico o político, o lo que quieras... Y no, yo creo que la serie funciona de una forma muy fàcil. Y lo he reflexionado y también te digo que ahora ya me importa algo menos. Esto es jugar en la lotería. Cuando escribes algo como esto, no tienes al público en la cabeza. Lo que tengo en mente es acercarme a mi idea, que esté lo mejor hecha posible, que tenga la mayor cantidad de elementos interesantes para el público, pero después es una lotería. Es tirar una piedra a ver si le das a alguien o no.

La serie funciona como una nueva versión de Pinoch

La serie también apunta al estado del periodismo. La lucha entre rigor y espectacularización, el impacto.
Mira, es que no sé si todo el mundo tiene claro que yo estudié Periodismo. Salvo cuatro asignaturas que no terminé, y no tengo el título. Pero yo creo que la serie, de algún modo, es la obra de un estudiante de Periodismo que nunca terminó de serlo y nunca tuvo el contacto con la realidad que le dijera: Chico, la cosa es así, este es el plato de mierda que debes comerte. En cambio, el estudiante de Periodismo idealista que ha realizado este guión tiene una visión algo romantizada de la profesión. Pero al final, el discurso que se aplica al periodismo, o al mundo de la televisión, es aplicado para hablar del capitalismo salvaje que lo precariza todo y al que todos nos vendemos: por el dinero, por la fama, por las visualizaciones, por un precio mínimo y ridículo, por unas copas en una fiesta, en un estreno. Eso es terrible. Y no es tanto un mal de los medios de comunicación o del periodismo, sino de lo que nos ha traído el capitalismo salvaje, que nos ha precarizado a todos y hace que nos peleemos por un plato de migajas.

Volviendo a la química con el personaje de Andreu, de alguna manera sigue una dinámica que bebe de Pepito Grillo de Pinocho, o de Bogart del Woody Allen de Sueños de un seductor...
(ríe) ¿Sabes que hice una reflexión a posteriori? Porque yo soy mucho de hacer reflexiones a posteriori. Escribo de una forma muy intuitiva y después pienso que quizás estaba hablando de esto o de aquello. No existe intención previa. Y el otro día pensaba que la serie funciona como una nueva versión de Pinocho en muchos sentidos: el protagonista es un muñeco manipulado por el recuerdo de su maestro; le crece la nariz de una forma evidente, porque todo su problema viene de una mentira que dijo en el pasado, como Pinocho. Tiene un Pepito Grillo detrás, continuamente. El fantasma de la casa actúa, de alguna forma, como el hada de Pinocho al final, porque lo transforma y lo convierte en una persona de verdad. Incluso establecí un paralelismo entre entrar en el vientre de la ballena con la escena de sexo, pero creo que este era más forzado (ríe).

Tengo muchas ganas de realizar una comedia pura

Pues después de esta versión personalísima de Pinocho, ¿volverás a sorprendernos en un futuro con algún otro giro insospechado?
Conociéndome, y con mi carácter contradictorio, en cuanto identifique que la gente espera que les sorprenda, lo que intentaré es no hacerlo (ríe). No tengo un plan preestablecido del que quiero hacer. Pero tengo muchas ganas de realizar una comedia pura. Después de mezclarla con tantas cosas, me apetece mucho hacer una comedia que sólo sea para reír. Pero ya veremos cómo van las cosas.