La editorial Males herbes ha reeditado un clásico entre los clásico: Les aventures del baró de Münchhausen, de Gottfried August Bürger (en una traducción de Joan Fontcuberta de los años 1980). Se da la paradoja que el libro que ha pasado a ser un clásico de la literatura más fantástica, se presenta como una obra autobiográfica, en la que un aristócrata alemán del siglo XVIII explica en primera persona las aventuras que supuestamente vivió. Un libro profundamente divertido, basada en las exageraciones de un personaje real.

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Fuente dedicada al barón de Münchhausen en Baja Sajonia.

El real maravilloso

Si tenemos que creer lo que explicaba el barón de Münchhausen, este habría vivido una vida extraordinaria. Le habrían pasado las anécdotas más curiosas. En el libro recoge múltiples historias de caza. Todos los cazadores tienen tendencia a exagerar el tamaño y la calidad de las piezas que han cobrado. El aristócrata alemán, pese a todo, los superaba a todos. Münchhausen habría perseguido durante días una liebre que tenía cuatro patas en la barriga y cuatro en la espalda, de tal forma que cuando se cansaba de correr con unas patas, se daba la vuelta y continuaba con las otras. También hay episodios situados en la guerra. Según el barón, durante el ataque a una ciudad otomana, los turcos habrían cerrado la reja del castillo cuando el barón estaba entrando a caballo. La reja habría partido en dos al caballo, pero Münchhausen no se habría dado cuenta de ello; habría seguido luchando heroicamente con la parte delantera del caballo y sólo habría visto que su montura estaba partida cuando, después del combate, habría ido a una fuente y habría visto que su caballo no paraba de beber (porque todo lo que bebía por la boca, salía por detrás). A pesar de todo, encontró la parte trasera del caballo, que después de luchar en solitario contra los turcos disfrutaba con unas yeguas, y consiguió recoser las dos mitades... Pero quizás las historias más divertidas son las que se centran en la vida cotidiana y que toman un carácter casi surrealista, como la del capote que, tras ser mordido por un perro rabioso, se vuelve rabioso también.Gustave Doré Baron von Münchhausen 035

Ilustración de Gustave Doré.

El Münchhausen de verdad

Hieronymus Carl Friedrich von Münchhausen existió: vivió de 1720 en 1797. Era un noble alemán que luchó con el ejército ruso, en caballería, y que se enfrentó a los otomanos en Crimea. Al retornar a Alemania, ya retirado, le encantaba reunir a sus amigos para explicarlas las aventuras que había vivido. Incluso encargó al escritor Rudolf Erich Raspe que hiciera un libro recogiendo las anécdotas de su vida y de sus viajes. El problema del barón es que tenía la tendencia a exagerar terriblemente. Mentía continuamente. Sus historias acabaron circulando por Europa, y se le empezó a considerar el prototipo del mentiroso. Incluso se le atribuían muchas historias exageradas que ya existían antes de que naciera.

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Retrato del barón de Münchhausen de G. Bruckner.

Bürger y la ampliación de la exageración

Pero al fin, las aventuras de Münchhausen que se hicieron extraordinariamente populares no fueron las autorizadas de Raspe (publicadas en inglés), sino las que poco después rehizo en alemán Gottfried August Bürger, a partir del texto de Raspe. Bürger demostró su excepcional capacidad de inventor de fábulas, equiparable a la del mismo Münchhausen. Las exageraciones del aristócrata multiplicarían sus dimensiones. En el siglo XIX el texto sería reeditado a menudo en numerosas lenguas, e ilustradores muy destacados harían imágenes basadas en esta obra. Las más conocidas, sin duda, son las de Gustave Doré, realizadas para la traducción francesa realizada por Théophile Gautier hijo, en 1854. No han faltado tampoco versiones teatrales, televisivas y cinematográficas.

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Gotffried Franz.

El Münchhausen del siglo XXI

Mucha gente sabe algo de las aventuras del barón de Münchhausen: quien no ha visto una versión cinematográfica en la televisión, de pequeño lo leyó, en cómic, en las "Joyas Ilustradas Juveniles". El problema es que pocos han leído realmente el libro de Burger (el de Raspe ya es una joya para expertos en literatura). Algunos lo desprecian, como una lectura exclusivamente infantil. Un grave error: si bien es cierto que puede ser una lectura muy recomendable para los niños, también es cierto que es un texto delicioso, que pueden aprovechar adultos, por más veteranos lectores que sean. Recuperar las viejas ilustraciones de Gustave Doré es un acierto absoluto (aunque, por desgracia, el pequeño formado del libro y de las imágenes no permita disfrutarlas adecuadamente). Aquellos que no conozcan al barón de la fantasía, o aquellos que hace tiempo que no hayan tenido contacto con él, harían bien al acercarse a un libro que nos hace recuperar el gusto por lo maravilloso.