Josep Maria Antó es médico, especializado en Salud Pública y en Epidemiología. Es director científico de ISGlobal y miembro del Consejo Asesor del Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya. Este jueves presentará un acto al Ateneu Barcelonès, sobre "Cómo proteger la salud humana ante el cambio climático", en compañía de María Neira, directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS. Se trata de la primera sesión del ciclo Futur(s), coorganizado por el Ateneu Barcelonès y la Obra Social La Caixa, consagrado a los grandes problemas que tendremos que enfrentar en el siglo XXI.

 

Usted asegura que la salud depende de la meteorología. Las abuelas ya establecían múltiples relaciones entre ciertas enfermedades y el clima. ¿Cree que no era simple superstición, que tenía una base científica?

Se ha demostrado que tiene mucha base. Hay una relación entre el cerebro y el entorno. Y nuestro cuerpo es sensible a la diferencia entre día y noche, a la variación entre estaciones. La meteorología y la salud humana están estrechamente relacionados, en diferentes campos. Hay mucha investigación sobre cómo la temperatura afecta a la salud. Los aumentos de temperatura provocan aumentos de ingresos hospitalarios, de mortalidad, de suicidios, de enfermedades respiratorias... El golpe de calor existe, todo el mundo lo sabe. Pero sólo es la punta del iceberg. Hacen falta más estudios, también, sobre los efectos del frío en la salud. El punto de temperatura óptimo, aquel en que hay menos enfermedades, en cada zona está por encima de las temperaturas medias. Eso nos obliga a pensar que el frío tiene más impacto sobre la salud que el calor, y hasta ahora eso no se ha estudiado suficientemente. También se sabe que determinados patrones de viento afectan psicológicamente a la gente. Y las tormentas pueden tener un fuerte impacto sobre el asma. Probablemente pronto tendremos constancia de muchas asociaciones más, porque ahora empieza a haber muchas investigaciones en este ámbito.

La vida moderna tiene una serie de elementos que no parecen favorecer la salud: la contaminación, los campos electromagnéticos, algunos subproductos del agua clorada... ¿Hay pruebas de que estos elementos puedan ser perjudiciales para el hombre?

Hay mucha evidencia científica que demuestra que algunos de estos productos son nocivos. En ciertos casos la evidencia causa-efecto está muy bien establecida y cuantificada, como en el caso de la contaminación atmosférica: a más contaminación, más enfermedades y más mortalidad. Se calcula que la contaminación se lleva 7.000.000 de vidas al año. Combatiendo la contaminación, podríamos disminuir mucho la mortalidad. En otros campos hay investigaciones en curso que todavía no han llegado a permitir una cuantificación tan clara, pero hay sospechas, con una base científica, que el uso de teléfonos móviles puede tener una relación con el cáncer de cerebro. También sabemos que los subproductos de la cloración del agua podrían aumentar el riesgo de cáncer, aunque no sabemos en qué grado. Debe haber entre 60.000 y 80.000 productos químicos en el mercado, y sólo se han evaluado unos pocos millares. Del resto no sabemos nada, pero es probable que muchos de ellos tengan efectos negativos para la salud. Seguramente tenemos en el organismo muchos de estos productos, aunque sea en cantidades muy bajas, y no tenemos ni idea de qué efectos tienen.

¿Qué podemos hacer ante esta situación?

Tenemos que decidir como sociedad qué hacemos... Y hay posibilidades de mejorar la salud. Si conocemos los riesgos, podemos mejorar la prevención. Ahora mismo se están buscando medidas alternativas, más sanas, para el tratamiento del agua.

Usted participará en un debate sobre cambio climático, vinculándolo a la salud humana. ¿Qué problemas sobre la salud puede tener el cambio climático?

Este campo ya se ha trabajado mucho, científicamente y se ha llegado a la conclusión que el impacto del cambio climático sobre la salud será muy importante. Se han estudiado tres tipos de efectos. Los primeros son los directos, los que provocan las olas de calor, las inundaciones... Con el cambio climático crecen los fenómenos meteorológicos extremos: hay más lluvias, más sequías, mayores fríos, mayores calores... Y las olas de calor provocan alta mortalidad: en la última ola hubo 20.000 muertes por el golpe de calor en toda Europa. Los segundos efectos a considerar son los producidos de forma indirecta, como el caso de las enfermedades transmitidas por vectores (mosquitos, artrópodos..). El comportamiento de estos seres cambia con las modificaciones climáticas: los vectores pueden migrar y extender la enfermedad. El cambio en la distribución de las especies puede afectar a la distribución de enfermedades como el zika, la malaria, el dengue, y parece que ya está habiendo cambios... Los terceros efectos son los más sistémicos: el cambio climático provocará cambios globales que tendrán efectos sobre la salud. Por ejemplo, si se reduce la biodiversidad se reducirá la polinización y, en consecuencia, es probable que caiga la producción de alimentos y que mucha gente pase hambre y esté mal alimentada.

Con el cambio climático es probable que millones de personas se queden sin alimento"

¿Cuál serán los cambios que afectarán más gravemente a la salud humana?

Probablemente los efectos que menos conocemos serán los más importantes. Pongo por caso las migraciones. Con el cambio climático es probable que millones de personas que viven en economías de subsistencia se queden sin alimento y se vean obligadas a desplazarse y a instalarse en otras áreas. Pero nuestras sociedades tienen una capacidad limitada de absorber migraciones a gran escala. Si las migraciones llegan en masa como consecuencia del cambio climático, tendremos un problema muy grave.

¿Cuáles son los efectos del cambio climático que ya se sienten en la salud?

Son muchos: sabemos que ha habido un aumento del calor y de las temperaturas extremas, y los golpes de calor matan. Ha aumentado la contaminación atmosférica y la contaminación mata. La alergia se agrava... La salud del planeta y la salud humana van juntas. Ya no podemos separarlas. Por eso se usa, últimamente el concepto de salud planetaria.

El problema no es sólo el cambio climático. Hay un cambio global"

¿Los responsables de las políticas sanitarias, son lo bastante conscientes de los peligros que supone el cambio climático?

Ha costado mucho que se llegue a asumir el problema del cambio climático. La evidencia científica ahora es abrumadora, pero no conocemos muchos de los detalles ni las consecuencias que puede tener este cambio en el futuro. Y quizás las consecuencias serán mucho más graves de lo que nos pensamos. Además, el problema no es sólo el cambio climático. Hay un cambio global, del que el cambio climático es una parte, pero que también tendría que ver con la deforestación, la contaminación, las migraciones... Cada día hay millones de personas que viajan de un lado a otro del planeta, y con eso, evidentemente, el patrón de difusión de las enfermedades cambia.

¿Cómo han evolucionado las enfermedades a nivel mundial en los últimos años?

En los últimos años se ha aprendido mucho de los patrones globales de difusión de las enfermedades a nivel planetario. En el mundo pasan dos cosas. En los países más pobres y con más mortalidad está aumentando la esperanza de vida gracias a la disminución de la mortalidad por enfermedades infecciosas, pero aumentan las enfermedades crónicas. Es la llamada transición epidemiológica. China e India están en plena transición; hoy por hoy tienen todos los problemas de los países pobres y encima ya están teniendo algunos de los problemas de los países adelantados. El otro fenómeno que estamos descubriendo es que la esperanza de vida no parece que se vaya a disparar en los países ricos, por el impacto de enfermedades crónicas, por epidemias como la obesidad y por las enfermedades degenerativas. Estos retos en los países ricos amenazan la sostenibilidad de las ganancias en salud que hemos experimentado en los últimos 50 años. En los países menos desarrollados hay signos de mejora en algunos sectores pero un agravamiento por el otro. El balance no puede ser muy optimista.

Tenemos un perfil de enfermedades cada vez más global. ¿Las políticas sanitarias son lo bastante globales como para enfrentarse a unos fenómenos que cada vez desbordan más las fronteras estatales?

En los últimos años las políticas de salud se guían por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por la ONU. Estos ODS suponen una gran ventaja: reconocen que muchos de los problemas de salud de los humanos dependen de un fenomeno global. El problema es que los marcos de gobernanza internacionales al respecto son absolutamente insuficientes. Estos ODS no van acompañados de un marco político que pueda llevar en la práctica este marco teórico seriamente. No hay ningún tipo de institución que pueda sancionar a aquellos que no cumplan sus compromisos, y así es muy difícil garantizar el cumplimiento de las políticas globales.

Las grandes corporaciones han negado sistemáticamente la evidencia científica en defensa de sus intereses"

Personalmente, ¿cree que son eficaces las medidas que se toman contra los problemas de salud global?

En los últimos veinte años se han debilitado las políticas de salud pública que eran los grandes instrumentos que teníamos para hacer frente a los grandes problemas. Las agencias estatales de protección ambiental se han debilitado ante las grandes corporaciones, que han negado sistemáticamente la evidencia científica en defensa de sus intereses. Las empresas del azúcar estuvieron pagando a científicos para que no revelaran que el problema de la obesidad venía del azúcar. Las consecuencias de la globalización desregulada son tan bestias que el planeta no es sostenible. Todo apunta a un proceso de consecuencias devastadoras. La pequeña esperanza que tengo es que la magnitud del desastre que se acerca obligue a cambios políticos y sociales que permitan hacer frente a estas cuestiones.