El TNC presenta estos días en su Sala Gran, y en cartelera hasta el próximo 30 de diciembre, una adaptación de la novela La madre de Frankenstein de Almudena Grandes. Carme Portaceli, dramaturga de gran recorrido, desde 2020 directora artística del mismo Teatre Nacional de Catalunya, tenía muchas ganas de rendir homenaje a uno de las escritoras más aclamadas y seguimientos en lengua castellana de la segunda mitad del siglo XX. Idea que ha materializado llevando a escena su última novela, La Madre de Frankenstein. Nadie mejor para hacer la adaptación teatral que Anna Maria Ricart quien|quién en el pasado ya firmó relecturas entre bambalinas de Fuenteovejuna. Breve tratado sobre las ovejas domésticas, a partir del clásico de Lope de Vega (con el que ganó el Premio MAX 2015 a la mejor adaptación teatral), La casa de los espíritus de Isabel Allende o InFaust, versión libre de Faust de J. W. Goethe, entre otros. La entrevistamos.

¿Adaptar una novela al teatro inscrita en el realismo social lo hace más sencillo?
No es más sencillo que adaptar a Virgina Woolf. Te hacen falta unos instrumentos teatrales para explicar la novela. Hay muchos personajes y hace un dibujo de la España del momento. Usa la metáfora de este manicomio. El reto era presentar todos estos elementos, no quedarnos con la anécdota: los últimos años de Doña Aurora (Blanca Portillo) y la historia de amor de Germán (Pablo Derqui) y María Castejón (Macarena Sanz).

Había que hacer un homenaje a la escritura de Almudena Grandes

¿Un homenaje a Almudena Grandes?
Sí, y había que ser muy fiel. Es una novela que, según cómo lo adaptes, se puede acabar reduciendo y siendo pequeña. Además, Almudena ha muerto hace tan poco, que había que hacerle un homenaje a su escritura. Creo que a ella le gustaría, porque hemos sido muy fieles. Venir a ver el montaje genera una sensación muy similar a leer el libro.

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Anna Maria Ricart ha firmado el texto de la adaptación teatral de La madre de Frankenstein / Foto: Miquel Muñoz

La novela forma parte de Episodios de una guerra interminable (las seis novelas de Almudena Grandes que narran momentos significativos de la resistencia antifranquista en un periodo comprendido entre 1939 y 1964).
Pero en el texto está muy marcado lo que quiere explicar. No hay que haber leído los cuatro anteriores.

Hablemos de Doña Aurora (Blanca Portillo)
Era paranoica. Lo vemos por cómo elabora los pensamientos. Ve que alguien la quiere matar. Ves que tiene un problema. Los monólogos están llenos de repeticiones. Blanca ha construido al personaje desde su mente brillante. Lo ha hecho más grande. Y vas entrando en la cabeza del personaje.

¿El feminicidio que comete Aurora es central?
Se habla. Pero la novela se centra en cuando ella es mayor, sus últimos años, antes de morir. Todo el rato justifica lo que hizo. Lo sabemos porque hacemos un flashback. Piensa que es como una artista: su hija es creación propia y la puede destruir. La novela pasa a mediados de los años 50.

¿Y Germán (Pablo Derqui)?
Germán viene a España a probar un medicamento para la esquizofrenia. Y descubre que comparte centro con Aurora. Y la recuerda. Porque, de pequeño, Germán, escuchó como doña Aurora tomaba declaración al perito del juicio, el padre de Germán. Al reconocerla, Germán intenta entenderla, médicamente hablando. Como psiquiatra quiere saber, y tiene curiosidad por ella.

Almudena Grandes escribe muy bien la transformación de España

Germán es un personaje que observa un Madrid que ha cambiado.
Eso le permite a Almudena explicar la transformación de la guerra y la dictadura. La mirada de Germán le permite mostrar un cambio radical. Maria Castejón (Macarena Sanz) se ha creído todo lo que le han explicado de España. Germán ha estado estudiando en Suiza, y al volver a España, nos permite observarlo a través de sus ojos. Y el contraste es mucho mayor. "¿Cómo puede ser que pase eso?", esta es la reacción del espectador. Almudena aquí escribe muy bien la transformación de España.

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Anna Maria Ricart también es la directora de la Associació de Dramaturgia / Foto: Miquel Muñoz

El estilo de Almudena.
Hace un fresco realista con muchos personajes. Son muy pequeños, pero muy importantes. La madre de una paciente que es muy humilde, y que te agradece todo lo que haces para su hija, porque cree que no se lo merece. La ayuda por parte de Germán es incomprensible a ojos de la madre. Es la plasmación de la pequeñez del pueblo: no nos puede pasar nada bueno porque somos pobres. Almudena los reivindica y los eleva. No nos centramos solo en los enfermos y los médicos.

Eres directora de la Asociación de Dramaturgia. Justo ahora celebráis un año.
Seguimos trabajando. Ahora mismo somos más de un centenar de asociados. Tenemos mucho trabajo por delante. Estamos centrados en elaborar el manual de buenas prácticas. Queremos tener un manual que dé herramientas para establecer unas bases. Por ejemplo, cuándo un dramaturgo recibe un encargo, la relación con producción, cómo firmar contrato, cuando... Pensamos que es muy importante. Y después, lo haremos público.

¿Qué demandas habéis hecho a las instituciones?
Nos hemos reunido con el Institut Ramon Llull y con la Institució de les Lletres Catalane. Les hemos pedido que nos representen, a los dramaturgos, en el extranjero, haciendo que, por ejemplo, editoriales extranjeras publiquen autores catalanes. Les hemos insistido en que nos den apoyo fuera. Y sobre todo, regular tarifas y prácticas.