Crónica definitiva sobre los hechos del 1 de octubre, La Villarroel acoge hasta este próximo domingo 27 de junio la obra Alguns dies d'ahir. Libreto firmado por el dramaturgo Jordi Casanovas y dirección de Ferran Utzet; Abel Folk, Míriam Iscla, Marta Ossó y Francesc Cuéllar conforman una familia que nos muestra una visión poliédrica, interesante reflexión, de unos de los momentos más fundamentales en la historia de nuestro país. Hablamos sobre aquellos días de ayer con el actor Abel Folk, uno de los muy grandes de nuestras artes interpretativas.

Pienses lo que pienses es imposible no sentirse interpelado por Alguns dies d'ahir.
La función conecta muy bien con la experiencia vivida de los espectadores. Me está pasando una cosa fantástica con esta obra.

¿Qué?
A mis hijos y a sus amigos les ha encantado.

Jordi Casanovas ha tenido la inteligencia de poner el punto de vista en un lugar en el que todos los espectadores se pueden ver reflejados

¿No los había pasado nunca antes?
Sí, con La valla, una serie que ha funcionado muy bien entre la juventud, pero no con teatro. Son chavales que han visto mucho teatro y les gusta el formato, pero esta vez ha sido especial. Como dices, se han sentido interpelados por la historia. Ellos vivieron los hechos del 2017 y recuerdan aquellos días con mucha intensidad emotiva. Una experiencia que reconocen en la función. Jordi Casanovas ha tenido la inteligencia de poner el punto de vista en un lugar en el que todos los espectadores se pueden ver reflejados.

La obra no es de parte. No es dogmática.
Nunca se puede ser objetivo pero sí que hace una lectura nada apasionada.

Todo el mundo se puede sentir identificado con la historia y con la familia que la protagoniza.
Muy probablemente, para los miembros de la familia, el conflicto más importante no es el del 1 de octubre sino el conflicto interno. Su convivencia. El matrimonio que formamos con Mireia (Isela) se va a la mierda y no por el conflicto político sino por otras cosas.

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Francesc Cuéllar, Míriam Iscla, Abel Folk y Marta Ossó son los protagonistas de Alguns dies d'ahir. (Foto: David Ruano)

La visión que los miembros de la familia mantienen sobre el 1-O también va mutando a lo largo de la función: son figuras de pensamiento poliédrico.
Mucha gente se me ha acercado para decirme que el personaje que interpreto es idéntico a su padre. Los hay que incluso se piensan que me he entrevistado con ellos para obtener detalles. Un primo mío se me acercó para decirme que lo había copiado para dar vida al personaje.

¿Lo hiciste?
El personaje que hago tiene una cosa muy chula que es que, más allá del ideario político, por su forma de reaccionar ante la vida, está muy lejos de mí. De hecho, es uno de los personajes que he hecho que está más alejado de mí.

Es uno de los personajes que he hecho que está más alejado de mí

¿Por qué?
Es un tipo irreflexivo que se mueve por dogmas de fe, lo que lo lleva a perder su sentido crítico y a tener reacciones un poco hiperventiladas que le hacen cometer muchos errores. También tiene una cosa muy envidiable, y es que es un personaje muy vital y energético. Eso y que, cuando la realidad le mete un hostión es capaz de pasar al sector crítico y cuestionar su fe. Conozco a gente que todavía no lo ha hecho.

Lo decías, ideológicamente es un personaje muy alejado de ti.
Jordi Casanovas, el autor de la dramaturgia, me llamó cuando el proyecto tan sólo era una idea para decirme que le gustaría mucho que yo formara parte. Un proyecto que exploraba todo lo que pasó el 1-O. Jooooooder... (risas).

¿Te dio miedo?
No, miedo nunca. Pienso que las cosas se tienen que explorar cuanto antes mejor. Envidio a los anglosajones porque tienen la capacidad de convertir en ficción en cuestión de meses cualquier hecho histórico importante. Aquí nos cuesta. Nos da un poco de miedo la confrontación. Somos un país con déficit de personas dispuestas a expresar libremente su opinión en público, por miedo a la represalia. Hay cierta cobardía en nuestros creadores intelectuales. Hay autocensura, en Catalunya pero también en España. Tenemos que hablar, analizar, debatir, equivocarnos sin miedo a decir lo que pensamos aunque estemos equivocados. Tenemos que poder criticar a los dioses de nuestras estructuras políticas y sociales.

¿No lo hacemos?
Creo que no, que somos un país en el que hay líderes políticos, reyes, papas... intocables. Tendríamos que poder tocarlos a todos y ver si así hacemos tambalearse las raíces. Mover el árbol también está bien. Y esta también es nuestra obligación.

¿La de la gente de la cultura?
Tenemos que servir de espejo de la sociedad. Semanas atrás dirigí #Puertasabiertas, espectáculo que hacíamos en el Romea con Cayetana Guillén Cuervo y Ayoub El Hilali sobre el drama de los inmigrantes. Una función también de cariz social de temática muy actual. Un problema, el enfrentamiento entre civilizaciones, que todavía no tenemos resuelto. Si lo que hacemos sirve para que sólo un espectador le dé vueltas cuando salga del teatro, habrá valido la pena.

Estábamos en el día que Jordi Casanovas te explicó el proyecto.
Me explicó que quería que hiciera un indepe recalcitrante (risas). Me confesó que le hacía mucha gracia que hiciera este papel. Nos conocemos de hace mucho tiempo. Los dos sabemos lo que pensamos y me pareció interesante el punto de vista. Estoy contento de haber aceptado. Me ha brindado la oportunidad de interpretar a un personaje que ha sido un reto interpretativo.

¿Por qué?
El reto es hacer creíble al personaje. Eso, una. La otra es que estamos hablando, dialogando e informando de un conflicto que todavía tenemos sobre la mesa.

¿Cómo has crecido tú a través del personaje?
Si hay alguna que me ha enseñado a este personaje es que cada vez que tengo tendencias radicales estoy equivocado. Si paso los hechos por el filtro de un único color, muy probablemente me equivocaré. Por lo general soy poco radical, pero a veces aún tiendo a ser impulsivo. Este personaje me ha enseñado que incluso en cuestiones que hay una creencia ciega es importante tomar distancia y cuestionarse las cosas. Él lo acaba aprendiendo en hostias. Hay momentos sutiles del personaje que me encantan, especialmente cuando se da cuenta de que su manera de pensar y actuar está provocando cosas en su familia que no hay nada que las justifique.

Barcelona ha ido perdiendo energía para acabar convirtiéndose en una ciudad de provincias


¿Cómo viviste aquellos días de ayer?
Para mí con los tripartitos ya pasaron cosas muy desagradables. Empezó una deriva hacia posiciones enfrentadas. Yo he vivido todo este tráfico mal. No creo que sea interesante decir qué pienso o qué opino, pero como persona que forma parte de esta sociedad, he vivido con mucha preocupación y tristeza como dos formas de pensar han ido arrastrando a nuestra sociedad hacia una tensión que ha derivado en conflicto. Una tensión y conflicto que ha empobrecido a la sociedad catalana estas dos últimas décadas. Barcelona era la capital del sur de Europa pero ya no lo es. Barcelona ha ido perdiendo energía para acabar convirtiéndose en una ciudad de provincias.

¿Así de contundente?
No somos competitivos en nada. No somos competitivos culturalmente. No somos competitivos en ciencia e investigación. No tenemos ninguna capacidad de producción audiovisual. Está en Madrid, donde se está produciendo todo. Somos competitivos en turismo, pero en un turismo de crucero que nos visita durante 8 horas y no enriquece en nada la ciudad.

¿Por qué hemos acabado así?
Tengo la impresión que hemos agotado todas las energías en el único conflicto que parecía que existía mientras el resto de problemas no importaban para nada. Eso nos ha empobrecido. Ha habido una diáspora de gente con talento espectacular.

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Alguns dies d'ahir estará en cartelera en La Villarroel hasta el 27 de junio. (Foto: David Ruano)

¿Hay marcha atrás?
Seguro, pero nos tenemos que poner a trabajar. Tenemos que ser conscientes de que tenemos un problema que no se resolverá a favor ni del uno ni del otro en mucho tiempo. Y que mientras no encontramos la solución no nos podemos olvidar de seguir trabajando. La primera vez que he escuchado un discurso parecido a este fue la carta que publicó la semana pasada Oriol Junqueras y algunas de las declaraciones de Pere Aragonès. Yo no tengo ningún inconveniente con una opción o la otra, sí que me importa que el país se hunda.

¿La cultura qué papel tiene que tener en este renacimiento?
Tenemos que recuperar presupuestos, porque una cultura sin dinero es imposible de hacer. Hacer teatro y cine es muy caro, hacer ópera es carísimo, para publicar libros se necesita mucho dinero... Hay quien, desde la derecha, considera que no hace falta una cultura potente. Pero si llegamos a la conclusión que sí, que es necesaria, tenemos que destinar recursos y libertad creativa, que no siempre la hemos tenido.

En este país hay quien trabaja o no trabaja dependiendo de qué opina

¿Te has sentido alguna vez censurado?
No. Me he sentido no escogido. Eso sí.

Para pensar diferente.
Me he sentido no escogido por el motivo que sea. De la misma manera que me siento a un privilegiado porque siempre he trabajado mucho y con todo el mundo. No quiero protestar contra nada, pero en este país hay quien trabaja o no trabaja dependiendo de qué opina.

Eso es grueso.
Eso pasa, aquí. Y sé que habrá que dirán que eso es mentira. Pero yo lo he visto. Eso pasa y tiene que dejar de pasar. Se tiene que premiar el talento.

¿Fuiste a votar el 1 de octubre?
No, el 1 de octubre no fui a votar.