Hoy hace 85 años que se proclamó, en la plaza Sant Jaume, la República Catalana. El 14 de abril de 1931 Barcelona, y el conjunto de Catalunya, vivió una gran explosión de alegría. La monarquía estaba en plena crisis y cayó prácticamente sin resistencia. Las cosas, con el tiempo, se complicarían, pero aquel 14 de abril reinaba el optimismo.

La crisis de la monarquía

A principios de 1931, la monarquía española estaba en plena decadencia. La dictadura de Primo de Rivera había caído un año antes al no encontrar apoyo ni siquiera entre los mandos militares. Su sucesor, el general Dámaso Berenguer, intentó suavizar la represión y la censura, en la conocida como dictablanda. Pero cada vez más sectores de la población se oponían a su gestión. En agosto de 1930 se firmó el Pacto de San Sebastián, entre todas las formaciones republicanas, algunos socialistas, Estat Català y Acció Catalana. Estas fuerzas acordaron presionar para acabar con la monarquía y proclamar la República. Más tarde el Partido Socialista Obrero Español y la Unión General de Trabajadores se sumarían al acuerdo.

La agonía de un viejo sistema

Ante la resistencia de la monarquía a un cambio en profundidad, las fuerzas republicanas prepararon una huelga general, que tenía que ir acompañada de una revuelta de algunas unidades militares. Finalmente, sólo se sublevó la guarnición de Jaca. Los dos capitanes responsables de los hechos fueron condenados a muerte. Su ejecución despertó grandes protestas y fue el detonante del fin de la monarquía. En febrero, Alfonso XIII encargó el gobierno al almirante Aznar, y éste rápidamente convocó elecciones municipales para el 12 de abril, con el objetivo de preparar más tarde elecciones a Cortes constituyentes para consolidar un nuevo sistema político.

Las elecciones en Catalunya

En Catalunya, un mes antes de las elecciones, a toda prisa, se creó un nuevo partido, Esquerra Republicana de Catalunya, que agrupaba a Estat Català, el partido independentista de Macià, diferentes grupos republicanos y numerosos centros y asociaciones locales. Los regionalistas de la Lliga no esperaban que esta agrupación fuera capaz de ganar las elecciones, pero su gran capacidad de movilización de redes hizo posible su victoria, que sorprendió incluso a Francesc Macià. Todo el mundo leía estas elecciones como un plebiscito a la monarquía, y aquí la Liga jugaba el papel de partido monárquico. La agitación fue muy fuerte durante la campaña, con mítines continuos. Y los obreros catalanes próximos a la CNT, tradicionalmente abstencionistas, se movilizaron en masa a favor de las candidaturas republicanas.

España, republicana

En las capitales de provincia de España, los resultados no fueron muy diferentes de los de Catalunya: Las candidaturas republicanas triunfaron. En muchas ciudades los republicanos triplicaron los votos de los monárquicos. Eso sí, en muchas zonas rurales el caciquismo todavía tenía mucha fuerza y los monárquicos obtuvieron la victoria.

La proclama

El día 14 se confirmaron los resultados electorales. Y al mediodía, Lluís Companys, cabeza de lista de los republicanos en el Ajuntament de Barcelona, se dirigió a la casa consistorial para reclamar la vara de alcalde. Enseguida salió al balcón del Ajuntament y proclamó la República, desplegando la bandera tricolor y la catalana. Un rato después, Francesc Macià se presentó al viejo palacio de la Diputación y proclamó la República Catalana en el seno de la Federación de Repúblicas Ibéricas. Companys y Macià se adelantaban a la proclamación de la República española en Madrid.

Proclamo la República catalana como Estado integrante de la Federación Ibérica

La caída de un régimen

El rey Alfonso XIII intentó movilizar a las fuerzas que consideraba que le podían ser favorables. Pero la Guardia Civil y el ejército se negaron a actuar. Nadie apareció para defender a la monarquía. La sensación general era que el régimen dinástico estaba acabado. El rey decidió irse al exilio con la familia real. Pero una sombra se cernía sobre la nueva República: el rey se fue sin abdicar. Él seguía considerándose el rey de España. Y conspiraría para recuperar el cargo.

Sólo 3 días

Macià tomó medidas enseguida: Incluso sustituyó a Despujols, el monárquico capitán general de Catalunya, por López de Ochoa, un general republicano. El gobierno republicano español enseguida maniobró con el fin de frenar el intento de consolidar la República Catalana. Tres ministros del nuevo régimen, Marcel·lí Domingo, Lluís Nicolau d'Olwer y Fernando de los Ríos, viajaron a Barcelona enseguida para entrevistarse con los republicanos catalanes. El 17 de abril, finalmente, llegaron a un acuerdo. La República Catalana se convertía en Generalitat de Catalunya. Se recuperaba una institución medieval, con un contenido por determinar. La negociación sería muy dura. Los republicanos españoles no aceptarían una estructura federal, y el Estatut de Núria, consensuado por los parlamentarios catalanes, fue recortado sustancialmente por el parlamento español.

Los interrogantes de la República española

La cuestión territorial fue uno de los talones de Aquiles de la República española. Mientras que para los republicanos catalanes la República tenía que ir asociada a un reconocimiento jurídico de la personalidad catalana, para muchos sectores centralistas, de izquierdas, pero sobre todo de derechas, el Estatut suponía un riesgo para la unidad de España. Pero no era el único problema para el nuevo régimen. El papel de la Iglesia era muy debatido y eso afectaba a cuestiones que los republicanos consideraban básicos, como el divorcio o la educación laica. Algunos grupos de izquierda querían una revolución social en profundidad y estaban dispuestos a combatir el sistema republicano. Eso era especialmente grave en las zonas rurales, ya que las organizaciones obreras reclamaban un reparto de la tierra para acabar con el latifundismo. Pero el mayor problema, para los líderes republicanos, era el ejército, que tenía una clara tendencia involucionista. No tardaría mucho en sublevarse contra la República.