Hoy, 26 de julio, Blake Edwards habría celebrado su centenario, uno de los directores culminantes de la era dorada de Hollywood. Realizador de obras incunables del séptimo arte como El guateque o Desayuno con diamantes, su filmografía fue como su vida, un baile constante entre la felicidad y la melancolía. Cineasta único, recordamos sus cinco mejores películas.
Fue la película que inspiró a los pioneros de la animación William Hanna y Joseph Barbera a crear la icónica serie de dibujos Los autos locos. Rodada el año 1965, en la que muy probablemente fue la mejor etapa creativa de Blake Edwards, y con un trío de protagonistas inmejorable: Tony Curtis, Jack Lemmon, Natalie Wood; La carrera del siglo es una alocada comedia automovilística, un nada disimulado homenaje a sus grandes ídolos del cineasta: Stan Laurel y Oliver Hardy, y la más impresionante batalla de pasteles nunca rodada (4.000 pasteles y cinco días de rodaje para obtener la escena deseada).
Aunque Blake Edwards es un referente obligado del cine de comedia, pocas películas en la historia de Hollywood se adentran en los rincones más oscuros del espíritu humano como Días de vino y rosas (1962). Jack Lemon, uno de los actores fetiche del cineasta norteamericano, y Lee Remick, interpretan a una joven pareja que atrapada en su adicción al alcohol. Una historia conmovedora (rodada en una época en qué los mismos Edwards y Lemon luchaban para superar su dependencia de la bebida) de descenso a los infiernos y redención. Días de vino y rosas ganó el Oscar a la mejor canción y estuvo nominada en cuatro categorías más. Destacar, también, que Blake Edawrds se llevó la Concha de Plata del festival de cine de San Sebastián.
Basada en la histórica serie homónima de dibujos animados, La Pantera Rosa (1963) es la primera (y la mejor) entrega de una de las sagas más longevas de la historia del cine. Blake Edwards fue el primer director en darse cuenta del gran potencial interpretativo de Peter Sellers, y el actor británico le devuelve la confianza firmando un trabajo memorable bajo la piel del carismáticamente desastroso inspector Jacques Clouseau.
Se trata, indudablemente, de una de las mejores comedias de todos los tiempos: un actor hindú es invitado por equivocación a una fiesta en Hollywood, torpe hasta lo indecible, su llegada degenerará en una serie de situaciones caóticas y surrealistas. Estrenada el año 1968, era de la cultura pop, estética que queda reflejada en su metraje: El guateque, originalmente, tenía que ser un filme sin diálogos, apostándolo todo al gag. Con palabras o sin ellas, fue una jugada ganadora cuando tienes a un Peters Silleros en estado pletórico (aunque el rodaje no fue especialmente sencillo: en aquella época Blake Edwards y su actor franquicia no se hablaban).
Desayuno con diamantes (1961) es todavía ahora, más de medio siglo después, una película con alguna cosa indescifrablemente especial. Un drama disfrazado de comedia romántica que adapta en la pantalla grande la novela homónima de Truman Capote con un tándem de protagonistas con una química que traspasa la cuarta pared. Audrey Hepburn se convirtió en un icono pop (a pesar de la decepción de un Capote que quería para el papel a Marilyn Monroe). George Peppard regala el mejor papel de su vida (décadas más tarde lo redescubriríamos como John "Hannibal" Smith, jjefe de aquel emblemático grupo de exsoldados de Vietnam fugitivos, que combatían a los malvados bajo el nombre de lo Equipo A). Dulce melancolía encapsulada en celuloide y amplificada por una de las mejores bandas sonoras de la historia del cine firmada por Henry Mancini, el compositor de confianza de Blake Edwards.