Un campamento de verano dedicado a la observación de fenómenos astronómicos. Una ciudad en medio del desierto donde hace miles de años cayó un asteroide, al lado de un polígono militar donde se hacen ensayos nucleares. Una convención, la Junior Stargazer, de jóvenes talentos que presentan sus proyectos científicos. Estos serían los ingredientes de una de las pistas del circo que Wes Anderson (Houston, 1969) presenta a su última película, Asteroid City. Pero no es la única. En realidad, a la marcianísima (porque sí, también aparece un extraterrestre) propuesta del cineasta tejano, todo lo que pasa en esta reunión de superdotados adolescentes y soldados huraños forma parte de una obra de teatro.

El punto de partida del largometraje, casi construido como una caja de muñecas rusas, nos sitúa en los años 50 y plantea la retransmisión televisiva de una representación escénica. La bulliciosa mente de Wes Anderson es capaz de mezclar las turbulencias creativas de aquella generación de dramaturgos que cambiaron el mundo del teatro para siempre (los Arthur Miller, Tennessee Williams y compañía), el espíritu del histórico programa Playhouse 90 y del Actor's Studio para entendernos, con el clima de la Guerra Fría y la carrera espacial.

La cámara viaja constantemente de un Broadway en blanco y negro hasta un colorista desierto, poniendo el foco ahora en un escritor en crisis, ahora entre bambalinas, ahora en la peripecia de los críos con sus peculiares inventos y en sus excéntricas familias, ahora en los militares que ponen el campamento en cuarentena después de una sorprendente visita de un ser de otro planeta. Todo, con la colaboración de un puñado de estrellas de Hollywood dispuestas a cobrar cuatro céntimos para tener al currículum un trabajo a las órdenes de Anderson: por Asteroid City pasan Scarlett Johansson, Tom Hanks, Bryan Cranston, Maya Hawke, Margot Robbie o Steve Carell, y habituales de su cine, como Jason Schwartzman, Edward Norton, Tilda Swinton, Adrien Brody, Jeffrey Wright, Willem Dafoe y Jeff Goldblum.

Es probable que Asteroid City sea la película donde el director depura su manera de hacer hasta el paroxismo, probablemente dispuesto a desconcertar al personal más que nunca

Pero, en realidad, la narrativa no importa mucho en el devenir de Asteroid City. Es probable que esta sea la película donde el director depura su manera de hacer hasta el paroxismo, probablemente dispuesto a desconcertar al personal más que nunca (si no es que cualquier reacción del espectador tanto le mete, que también podría ser). Su inconfundible y barroco estilo visual está presente en cada plano y en cada escena. Pero se diría que personajes y situaciones no son más que títeres y marcos, simples instrumentos con los que liberar todas las obsesiones estéticas, todas las marcas de fábrica del cineasta, que aquí resumimos:

Las 5 claves del cine de Wes Anderson

1. Sello de autor

"Me gustaría no repetirme. Pero parece que lo hago continuamente en mi cine. No es una cosa que se me esfuerce en hacer. Solo quiero rodar películas personales, pero que también interesen al público. Me sabe mal que me critiquen porque el estilo está por encima de la sustancia y por los detalles que se interponen en el camino de los personajes. Pero cada decisión que tomo tiene en cuenta como tirar adelante a estos personajes. No diría que estoy particularmente obsesionado con los detalles". Wes Anderson se explicaba así en una entrevista, hace unos años, cuándo ya llevaba una larga trayectoria a las espaldas.

Me gustaría no repetirme. Pero parece que lo hago continuamente en mi cine. No es una cosa que se me esfuerce en hacer. Solo quiero rodar películas personales, pero que también interesen al público

Estudiando de Filosofía, fanático de la literatura de Roald Dahl y Stefan Zweig, de las críticas de Pauline Kael y de la saga Star Wars (quien lo diría!), Anderson empezó a flirtear con su futuro cuando de crío participaba a las representaciones escolares y cuando grababa imágenes con su cámara de súper-8. Compañero de clases universitarias, y de habitación, del actor Owen Wilson, juntos hicieron el cortometraje Bottle Rockett (1994), dos años después reconvertido en el homónimo primero largo del cineasta, debajo el paraguas en la producción de James L. Brooks (director de la exitosísima La fuerza de la ternura).

Después llegaría Academia Rushmore (1998) y, a partir de Los Tenenbaum. Una familia de genios (2001), una serie de películas donde iría perfeccionando su particular manera de entender el audiovisual, convertido ya en paradigma del cine independiente norteamericano de autor, con una filmografía que incluye Life Aquatic (2004), Viaje s Darjeeling (2007), Fantástico Sr. Fox (2009), Moonrise Kingdom (2012), El gran hotel Budapest (2014), Isla de perros (2018) y La Crónica Francesa (2021).

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Los Tenenbaum. la genial familia de Wes Anderson

2. Temáticas repetidas

Antes de entrar en el estilo visual de Anderson, hay que hablar de una serie de temas que se van repitiendo a su trayectoria como director y guionista. Sus películas acostumbran a ser tragicomedias que giran en torno a familias disfuncionales, desestructuradas, tanto como la suya: él mismo fue un niño marcado por el divorcio de sus padres, y este elemento se respira en sus historias.

Sus películas acostumbran a ser tragicomedias que giran en torno a familias disfuncionales, desestructuradas, tanto como la suya

Más allá, es habitual que sus relatos toquen temas como el luto, la muerte y la pérdida (también la de la inocencia, con jóvenes que acostumbran a ser más maduros que muchos adultos, y Asteroid City es un buen ejemplo de eso). Personajes extravagantes, atrapados por pasados traumáticos, abundan en su cine. Como también las estructuras narrativas capitulares, y un sentido del humor entre surrealista y absurdo, y una mirada naif de la vida.

3. Referentes confesados

La Nouvelle Vague y el Nuevo Cine Americano de los años 70 son los grandes referentes de Wes Anderson, que, en el fondo, es tanto vanguardista como aquellos franceses que tanto lo han influenciado. Bottle Rocket, por ejemplo, bebe directamente de Truffaut y los suyos Los cuatrocientos golpes.

La Nouvelle Vague y el Nuevo Cine Americano de los años 70 son los grandes referentes de Wes Anderson

En Academia Rushmore encontramos una inspiración directa de El graduado, de Mike Nichols. Y él mismo ha confesado a menudo su pasión por el cine de Jean Renoir, de Orson Welles, de Akira Kurosawa, de Hal Ashby y de Martin Scorsese. Y, incluso, de Roman Polanski, otra gran influencia en su puesta en escena.

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Bill Murray, el actor fetiche de Wes Anderson

4. La cámara clavada, la simetría y los colores pastel

Desde el mismo diseño de los títulos de crédito, la obsesión estética un punto vintage de Wes Anderson se ha convertido en un elemento que lo convierte en el cineasta más reconocible de la actualidad. Las simetrías son, quizás, su gran signo distintivo, pero también el uso de los zoomes, o la composición de planos con la cámara en perpendicular a los elementos de la escena.

La obsesión estética un punto vintage de Wes Anderson se ha convertido en un elemento que lo convierte en el cineasta más reconocible de la actualidad

Usualmente, utiliza larguísimas tomas estáticas con la cámara clavada en el trípode, pero también utiliza panorámicas, slow motion y travellings. Más: cada escena tiene la composición de una obra pictórica, de un cuadro que se podría colgar en la sala de un museo, con una enorme riqueza de la paleta cromática, y una explosión de colores pastel que a menudo contrasta con lo que viven los personajes. En este sentido, el diseño de vestuario nunca queda al azar y siempre completa la apuesta visual y saturada de colores de los filmes.

5. Sospechosos habituales

Otro de los sellos singulares de Wes Anderson lo encontramos a su familia profesional. Delante de la cámara ("me gusta trabajar con actores que conozco; formar una especie de compañía con ellos, y es bueno cuando se incorpora alguien nueve, que lleva una energía diferente, y entre todos lo ayudan a integrarse y ser a uno más," explicaba en una entrevista reciente), con intérpretes que lo han acompañado a menudo, como un Bill Murray que, desde de Academia Rushmore ha sido un rostro habitual en sus películas. En Asteroid City, sin embargo, Murray no pudo rodar por culpa de un inoportuno Covid, y el director lo sustituyó a última hora por Steve Carell.

Otro de los sellos singulares de Wes Anderson lo encontramos a su familia profesional

Pero, más allá de las caras que los pasean por sus historias, Anderson es también fiel a otros profesionales, como el director de fotografía Robert D. Yeoman, los músicos Mark Mothersbaugh y Alexandre Desplat, el guionista Roman Coppola, los montadores Barney Pilling y Andrew Weisblum, el diseñador de producción Adam Stockhausen o la diseñadora de vestuario Milena Canonero.